Los impactantes antecedentes de Diego Molina en la Justicia

Diego Molina pasó de ser una persona común y corriente a convertirse en el más repudiado y odiado en las redes sociales. Desde que tomó la despreciable actitud de fotografiarse con el cuerpo de Diego Maradona en la empresa fúnebre, su nombre se convirtió en tendencia y comenzaron las amenazas generalizadas. Luego de tres días de silencio absoluto y notable ausencia, hoy se presentó en sede policial.

El extrabajador de la funeraria llegó a la Comisaría Nº 15 de la Ciudad acompañado de su representante legal para ponerse a disposición de la Justicia. Si bien no quedó detenido, sí fue notificado por las autoridades sobre la causa iniciada en su contra, por el delito de profanación de un cadáver, contemplado en el artículo 70 Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires.

Con el correr de las horas, se van conociendo más detalles en torno a la figura de Diego Molina y un medio nacional comprobó que no fue la primera vez que estuvo bajo la lupa de la Justicia. En sus antecedentes se muestra que ya estuvo ligado a otras dos causas: la primera, en noviembre de 2016 cuando fue imputado por usurpación y la segunda, en abril de este año, por violencia de género.

En este último caso, su pareja lo denunció en la Justicia y terminó imputado por lesiones leves. De esta manera, queda demostrado que el hombre ya estuvo involucrado en otros hechos. Lo cierto es que ahora intenta por todos los medios conseguir trabajo ya que desde que fue despedido de la empresa fúnebre, se quedó sin dinero y su rostro aparece en todos los portales y redes sociales.

Tras presentarse en sede policial y ser notificado, Diego Molina se retiró a su casa que según trascendió, está ubicada en un conventillo del barrio de Villa General Mitre, a pocos metros de la cancha de Argentinos Juniors, club del cual es hincha y que hasta hace días también era socio. Sin embargo, por los hechos de público conocimiento, la comisión directiva decidió expulsarlo definitivamente. Asimismo, también tuvo que cerrar sus redes sociales y apagar el teléfono, dada las constantes amenazas que recibe.