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¿Qué son los milagros eucarísticos?: el tema que apasionó a Carlo Acutis

Un capítulo de la vida de Carlo Acutis, la letra del libro de su vida, está compuesto por los milagros eucarísticos y la dedicación que puso para que sean conocidos en el mundo entero

Carlo Acutis Fuente: Twitter
sábado 10 de octubre de 2020

MUNDO (Por María Carolina Mena Saravia) Carlo Acutis se convirtió en noticia luego de que el Vaticano anunciara en febrero pasado la aprobación del milagro que haría que este siervo de Dios escalara un peldaño a la cima de la santidad para convertirse en beato. Una vida llena de virtudes cotidianas llama la atención, pero pocos conocen qué son los milagros eucarísticos, el tema que lo apasionó.

Carlo Acutis es conocido como el "ciberapóstol de la Eucaristía". Su fe trascendió fronteras, pero su vida se centró en la Eucaristía. ¿Qué es la Eucaristía? Es el sacramento instituido por Jesucristo en la Última Cena. A través de la transubstanciación que se produce en la celebración de la Santa Misa, Cristo se encuentra presente en las especies de pan y vino, en cuerpo, sangre, alma y divinidad, en la hostia entera y en cada una de sus partes.

Ese es el centro de la celebración eucarística, el "anonadamiento" de Jesús como afirma san Pablo en su carta a los filipenses. Un verdadero milagro que se produce “en vivo y en directo”, un pedazo del cielo en la tierra, y es el origen de la fascinación que Carlo Acutis tenía por la misa, la comunión diaria y los milagros eucarísticos.

Partiendo de este misterio de fe, adentrémonos en la esencia misma de este tema. ¿Qué son los milagros eucarísticos? Son aquellos sucesos que acontecieron con el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se encuentran debidamente documentados. Muchos de ellos sucedieron ante la vista incrédula de pasmados testigos y se pueden ver en la actualidad.

Estos hechos se encuentran dispersos alrededor del mundo y, a pesar de la magnanimidad que conlleva la esencia misma de estos milagros, son poco conocidos. Es justamente esta la razón que motivó a Carlo Acutis para difundirlos en su página web: http://www.miracolieucaristici.org/, donde se encuentran clasificados por países en los que estos milagros se produjeron.

El milagro eucarístico de Lanciano

Uno de ellos se halla radicado en Lanciano, una pequeña ciudad de los Abruzos, en Italia. Sucedió en la iglesia de San Francisco, en el año 750 d. C., cuando un sacerdote que también era monje “dudaba de la presencia real del Cuerpo del Señor en la Hostia consagrada. Mientras celebraba la Misa y decía las palabras de la consagración, vio que la Hostia se convertía en Carne y el vino en Sangre. Todo fue mostrado a los presentes. La Carne está aún entera y la Sangre se presenta dividida en cinco partes desiguales que pesadas singularmente, obtienen el mismo peso que pesadas todas juntas”, consigna la página web de Carlo Acutis, y basta con acudir al pequeño pueblo para constatar la veracidad de los hechos.

Este prodigio es solo uno de los tantos que Carlo Acutis se esmeró en consignar, viajando a cada lugar para documentarlos, en compañía de su familia. La fuerza y la contundencia de los milagros eucarísticos hacen que sea el comienzo de un “viaje de ida”, porque inmediatamente iniciado el periplo, la fascinación hace que ese mismo conocimiento genere la necesidad de conocer aún más sobre esta verdad de fe, el sacramento que es el centro de la vida de todo cristiano, y por cierto también lo fue de este joven beato, que recibió su primera comunión a la edad de 7 años.

“Siempre intentaba hacer un poco de Adoración Eucarística, ya que estaba convencido de que ‘estando ante Jesús Eucaristía uno se convierte en santo’”, reza la página del nuevo beato de la Iglesia católica. “Carlo se preguntaba a menudo por qué se ven filas quilométricas de personas que permanecen durante horas para ver un concierto de rock, o una película, pero no se ven las mismas filas frente a Jesús Eucaristía. Decía que las personas no se dan cuenta de lo que se pierden porque si lo hicieran las iglesias estarían tan llenas que sería imposible entrar. En el Santísimo Sacramento –repetía con fervor– Jesús está presente tal como lo estaba hace 2.000 años en la época de los Apóstoles, sólo que entonces la gente para verlo estaba obligada a desplazarse continuamente, mientras que nosotros somos mucho más afortunados ya que lo podemos encontrar en cualquier iglesia cerca de casa. Como él decía, ‘Jerusalén está debajo de nuestra casa”.

El novel beato afirmaba que el cielo es la meta y que la brújula debe ser la Palabra de Dios, para lo que centraba la atención en los sacramentos y en la oración, por algo llamaba a la Eucaristía “mi autopista al Cielo”. Hoy, esa misma autopista le abre las puertas a un mundo donde seguramente ingresó en el mismo momento que entregó su vida al Creador.

 

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