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MI BIBLIOTECA: RELATOS LUMINOSOS

La increíble pero verdadera historia de Gladys con el mayor Jaimet

De coincidencias se trata la vida, y cuando son gratas, tanto mejor; este relato pondera momentos sencillos de una guerra argentina que aún tiene mucha tela para cortar

Arriando bandera Casa Histórica de Tucumán
sábado 06 de junio de 2020

El paquete que contenía  las cartas y textos sobre la Guerra de Malvinas prometido a mi sobrino Enrique de 13 años,  nunca fue enviado desde Buenos Aires. Supongo que los duendes  se ocuparon de resguardar el material  porque lo consideraron valioso. Me sorprendió encontrarlo entre los libros que llegaron con la mudanza a Tucumán. Fue ese niño, quien evitó en 1982 al terminar la guerra, que  quemara el contenido por el dolor que los recuerdos me producían. Después de acomodar los libros  en los estantes decidí abrirlo. Al releer las cartas enviadas y recibidas por los jóvenes tomé conciencia del valor  que esos papeles encerraban. La Editorial del Parque lo editó rápidamente y el libro quedó listo a principios de 2018. Perla Jaimovich, la editora de la Editorial del Parque me señaló el valor documental de la obra.

Treinta y cinco años después me comunico con Enrique Pino Coviello y le pido que me ayude  a  hacer llegar los libros a los ex combatientes con la seguridad de que ese fervor se mantenía intacto en su corazón. Necesitaba saldar la deuda con los combatientes y mis ex alumnos.

Rápidamente  concierta una entrevista con el ingeniero Gustavo Villagra, director de la Academia General Belgrano. Nos recibe  amable y dispuesto a participar de mi objetivo. Nos conduce a recorrer las  aulas para comentar el libro. Los   profesores, que están dando clase, permiten la interrupción. Junto a la puerta de  entrada, sobre la pared brilla e una gran placa de bronce con el nombre de algún héroe de Malvinas.

Me detengo a leer la primera que encuentro y mi sorpresa fue tal que solo podía ser otra de las travesuras de los duendes. Encuentro junto a las palabras merecedoras de eternidad el nombre de Oscar Jaimet y exclamo :

-El mayor Jaimet…no puedes ser tanta casualidad. Es increíble todo esto.

Me miran asombrados sin entender lo que digo. Entonces relato brevemente mi relación con el héroe de Malvinas.

Todos permanecen asombrados y juzgan necesaria la presencia del ahora teniente coronel Oscar Jaimet.  Lo llaman teléfono. Jaimet  está en el médico pero  no demorará porque el mensaje  le intrigó

Narro obtención registro. Encuentran tan insólita mi aventura que deciden  repetir el relato frente al alumnado. Lo hago gustosa  al lado de quien después de más de tres décadas tiene presencia material.

Luego ante alumnos en pasillo narro la historia de la protección del mayor Jaimet en el episodio con mi alumno. Sorpresa. Diversión. Risas.

Leo la participación de él en Malvinas.

Eran días tormentosos en los que yo debía trabajar el doble por mi situación de recién separada. Como es normal, no recibía ayuda del padre de mis hijos a pesar de lo convenido legalmente y mi dignidad no tranzaba con súplicas. La solución era conseguir otro instituto de enseñanza. Acepté más horas en los colegios y debía cubrir en pocos minutos desde un instituto de enseñanza terciaria ubicado en la Ciudad Jardín del Palomar hasta  otro estaba en Haedo. Debía desplazarse en pocos  kilómetros y en horario nocturnos: solo podía hacerlo en auto.

 Conseguí un Citröen usado en buen estado, puse en orden todos los papeles pertinentes, pero me faltaba el registro. Entonces,  recordé que si sabemos nadar,  nunca olvidamos lo  aprendido  aunque durante años no hubiéramos practicado  natación y resolví aplicar esta suposición. Empecé  a recorrer espacios tranquilos y cortos. Luego me animé a mayores trayectos y fue en un cruce de varias calles de las cuales una conducía hacia Campo de Mayo cuando me detuvieron. Entregué los papeles requeridos, pero al pedirme el registro y no darlo, decidieron que no continuaría el trayecto. Entonce aparecieron  aquellas palabras mágicas tan fuertes que movían  gigantescas piedras: “Abrete Sésamo” y dije.

-Se lo diré al mayor Jaimet.

El éxito del momento me aclaró que urgía conseguir el registro. En un curso de la Escuela Técnica de Hurlinghman, pedí un voluntario para que me diera clases de manejo. Practicamos bastante, lo suficiente, según el joven, para que me animara a dar el examen. El día convenido me acompañó a rendir examen. Llegamos por la mañana y mi nerviosismo hizo presencia.

Arranqué con normalidad, pero luego  ante las órdenes de estacionar entre vallas,  en lugar de realizar marcha atrás para acomodar el auto, aceleré y derribé  la delantera y  completé el desastre con marcha atrás y cayó la otra. Pedí rehacer la prueba pero el  inspector  fastidiado se negó. Dijo que estaba  desaprobada. Entonces, desde el fondo de mi alma, corazón, conciencia o como se llame, alcé la voz firme y devolviendo el enojo y le dije:

-Se lo contaré la mayor Jaimet.

No recuerdo el momento en que recibí el papel. Mi alumno, que se había horrorizado antes mis errores,   no salía del asombro ante el éxito fraudulento y me pidió que le contara quien eras ese contacto tan importante.

-No lo conozco aún, no he tenido tiempo-contesté.

Añadir heroísmo en Malvinas

Oscar Jaimet, antiguo comando instructor de combates nocturnos y  paracaidista que permaneció dos meses en las islas Malvinas. Combatió en Dos Hermanas y Monte Harriet. Cuando los ingleses asaltaron posición argentina en Tumbledow, la última línea defensiva alrededor de Puerto Argentino, luego de ocho horas de combate debió retirarse.

Fue condecorado con la Medalla del Ejército Argentino al Valor en Combate. La actitud más valorada por quienes estuvieron a su lado se refiere a  que posibilitó el repliegue ordenado de los efectivos propios.

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