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Josefina Medrano: una ministro con quien, menos la risa, todo puede ser contagioso

La Medrano acaba de protagonizar otro evento escatológico volviendo del más allá, de la zona caliente, donde el virus “made in China” está durando más de lo esperado para un producto asiático

Josefina Medrano .Fuente: Twitter
jueves 02 de julio de 2020

SALTA.- (Por Franco Alvarado para Voces Críticas) Evidentemente, la salud pública es un bien superior, lo que en teoría llevaría a pensar que debe estar atendida por una mente superior, o al menos en los límites de una condición racional que justifique que dicho ser humano sea el encargado de discernir sobre tan delicado asunto. 

A esos delicados fines la política designa a personajes que asumen el cargo de ministros, palabra que en la antigüedad latina designaba a los sirvientes, o a quien sirve (minister), que en su raíz –“minus”- quiere decir menor, mínimo…, el problema es que en Salta y atendiendo siempre a su etimología, dicho ministerio de salud parece estar atendido por una “minus” pero “habens”. 

Lógicamente, no se trata de predicar sobre las condiciones mentales de la persona que funge como ministro/a (para ser inclusivos) que en este caso se trata de la docta Josefina Medrano, sino de sus habilidades para tal materia que vienen siendo cuestionadas desde el “minuto 0”.

Es que en la política, en ocasiones, los cargos parecen ser ocupados al “modo bolillero”, es decir, dando vueltas, donde cae el que más cerca está del agujero de salida, sin importar si la bolilla es negra o blanca… es bolilla y punto. El problema es cuando la misma cae como banca y termina tomando a todos por punto. 

A fuer de sinceridad absoluta, debe decirse que   la dicha Medrano en su corta carrera como sirviente del pueblo (por aquello de “minister”),  ha resultado más eficaz como sacerdotisa de los Tiempos Finales, lanzando proyecciones verdaderamente apocalípticas como aquella que presagiaba un contagio del “80% de la población”; es decir, que según el criterio de la Medrano,  de un millón y medio de salteños, un millón doscientos mil se contagiarían, casi nada.  Hasta el mismo Dios antes de lanzar su castigo tuvo la delicadeza de preguntar antes si había diez justos en la ciudad; aquí, ni eso.

Ocurre que el funcionario debe ser profesional aún para los desastres, y tratando de ajustar su profecía, la sibila apocalíptica de la Medrano ajustó su cálculo a unos 1.500 congéneres que volverían al polvo. Pero siendo optimistas, apenas unos 400.000. Sólo le faltó decir “que no panda el cúnico”.  

El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, que es un hombre equilibrado,  debe haber sentido vergüenza ajena de estos dislates verbales de la Medrano disponiendo que en sus apariciones públicas junto a él se hallaran otros profesionales médicos. Eso sí, caballero como es Sáenz, tuvo la cordialidad de señalar a la audiencia que la ministro sí estaba presente… “detrás de cámara”. 

En las últimas horas,  la dicha Medrano acaba de protagonizar otro evento escatológico volviendo del más allá, de la zona caliente, donde el virus “made in China” está durando más de lo esperado para un producto asiático y sin cuarentena mediante    se mezcló alegremente con sus pares e impares provocando “Pánico y rechinar de dientes” en el Olimpo saencista, provocando que algunos reclamaran abiertamente que la Medrano debió ser internada a su regreso.  Lo que no dijeron públicamente es dónde. 

Así las cosas, y   luego de este periplo por la zona roja –del virus se entiende-,  cosa prudente sería aislar a la Medrano por precaución y para tranquilidad de los otros sirvientes (por aquello de “minister”) y de la salud mental de la población.   En una institución castrense lo llamarían “licencia hasta la baja”.
 

 

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