Santo Tomás de Aquino: el filósofo de Dios

SALTA (Por Carolina Mena Saravia) Taciturna e introspectiva, así podría definirse la personalidad de santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico de la Iglesia católica, un santo del pensamiento que plasmó en letras que hoy conservan su vigencia sin importar lo que el mundo depare.

Los caminos de Dios son inexplicables. Santo Tomás de Aquino nació en 1225 en Roccasecca, reino de Sicilia, y murió el 7 de marzo de 1274 en la abadía de Fossanova, en los Estados Pontificios. Se incorporó a la Orden de Predicadores, fundada por santo Domingo de Guzmán. Sus raíces tenían nobles ancestros germanos, con numerosos integrantes, y la inclinación de Tomás hacia la fe se hizo sentir desde que era niño.

Como sucede por lo general en la vida de los santos, nada fue fácil para Tomás de Aquino. Desde el comienzo su fe fue puesta a prueba y, redoblando los esfuerzos, logró vencer los escollos para convertirse en uno de los doctores de la Iglesia católica y en uno de los más grandes filósofos del mundo occidental.

Cuando Tomás de Aquino decide unirse a la orden dominicana, la desilusión en su familia crece, ya que pensaban que sucedería a su tío en la abadía de Montecasino. Ese fue el momento elegido por sus hermanos para retenerlo y llevarlo durante más de un año a las propiedades familiares, los castillos de Roccasecca y Monte San Giovanni.

Fue en esa oportunidad cuando se desarrolló un episodio milagroso en torno a santo Tomás de Aquino. Dedicaba horas en el encierro a brindar lecciones a sus hermanas, y en la necesidad de que Tomás renunciara a su idea de ingresar en la Orden de Predicadores, introdujeron con sigilo en su habitación a una prostituta.

El rechazo de Tomás se manifestó en firme voluntad de conservar su celibato, decisión que fue apoyada por dos ángeles que se le aparecieron en sueños para fortalecer aún más su decisión. Con la ayuda de un hierro candente logró alejar a la arribista. El gran pintor español Diego de Silva y Velázquez inmortalizó esa escena en un famoso lienzo. Al tiempo, logró huir de la morada claustrofóbica donde se encontraba para dirigirse a París, donde sorprendió a los frailes que el tiempo que pasó en el encierro no fue en vano: había logrado memorizar la Biblia y algunos escritos de pensadores de gran difusión en la época.

El conocimiento de Aristóteles y su filosofía fueron presentados por Alberto Magno, obispo y doctor, posteriormente canonizado por la Iglesia católica. La filosofía aristotélica y santo Tomás conformaron una simbiosis de tal magnitud que abrió un camino entre la teología, fe y razón.

La “Summa Theologiae”, una de sus obras más conocidas, es el epítome de la filosofía de Aristóteles en lo que se conoce como corriente escolástica del siglo XIII, la revelación de la doctrina cristiana a la luz de la filosofía grecolatina clásica.

El Doctor Común o Doctor de la Humanidad, como también se conoce a este santo de dimensiones descomunales en la Iglesia católica, ya había abrazado su vocación desde niño, cuando relata esa conocida figura que lo describe aferrado a un papiro que contenía el texto del Ave María.

Los caminos de Dios son insondables y desconocidos. Aquel al que sus compañeros se referían como el “Buey mudo”, devino a ser el buey que “dará tales mugidos con su saber que resonarán por el mundo entero”, como afirma Barbado Viejo en una introducción de edición de la “Suma Teológica”.

Su corta vida, llegando a su culminación, se vio obnubilada por un hecho sobrenatural, una visión divina de Jesús iluminó su vastísima producción, en los albores de las navidades del año 1273, al punto que confesó a su cofrade Reginaldo que renunciaba a sus deseos de escribir porque “todo lo que he escrito es como paja para mí en comparación con lo que se me ha revelado”. Así de simple, así de grande.