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Viñedos y vinos calchaquíes: los Peñalva

Viñedos y vinos calchaquíes: los Peñalva

SALTA (Por Rodolfo Leandro Plaza Navamuel*) Adentrados en el verano salteño, nos acercamos a los laboriosos días de marzo y abril, los meses en los que se pisan las uvas en el Norte argentino. Pese a que en Cafayate hubo alguna intención de homenaje a los precursores de la actividad vitivinícola, el eventual interesado poco podrá ilustrarse sobre la historia de los Valles Calchaquíes y sus vinos en esas ya montadas y desafortunadas muestras interactivas.

            La historia vitivinícola viene siendo víctima de ese “progresismo vernáculo que suprime la historia para poder reescribirla a voluntad”, con esa característica aversión a la verdad histórica de los que, con nuevos relatos, han desnaturalizado la cultura en las últimas décadas. Y allí, surgimos los que nos hemos convertido (para ellos) en “sospechados”, por aquella pretensión de pensar por nosotros mismos, como afirma el filósofo francés Michel Onfray.

            Entonces, en ese entendimiento de narrar la historia a través de archivos y soportes documentales, tratamos de rescatar aquellas familias que fueron las auténticas protagonistas de un esfuerzo pujante en aras de un indiscutible progreso en la región, forjando las viñas y los vinos calchaquíes, que hoy se mencionan en todo el mundo.

            Entre aquellos pocos propietarios de tradicionales familias o vinculados a una profunda raigambre americana como los Plaza, López, Vélez, Michel, Chavarría entre otros dos o tres que podríamos añadir, fueron ellos y sólo ellos los que en el último tercio del siglo XIX fundaron en Salta los establecimientos vitivinícolas más importantes. Pensamos a la sazón en la antigua familia de Peñalva, que en Salta inicia sus vínculos con el vino de la mano del maestre de campo Juan Antonio de Peñalva de Carbajal y Loria, un importante vecino encomendero de Salta fallecido alrededor de 1753, hijo de Ana de Carbajal y Loria y del maestre de campo Juan Fernando de Peñalva y Frías Sandoval (a quien en 1716 se le confirma la posesión de la encomienda de los indios del punto de Escoipe y sus anexos).

            Al casarse don Juan Antonio en 1736, con doña María Crisóstoma de Aramburú y Lisperguer, recibe la mitad de la hacienda de sus suegros: Marcos de Aramburú y María Bernarda de Lisperguer y Aguirre Díaz de Loria. Aquella hacienda, era nada menos que la de San Carlos, donde se cultivaba cereales y criaba vacunos, pero que desde las primeras décadas del siglo XVIII priorizó el cultivo de vid y la elaboración de vino, siendo la principal fuente de ingresos, según evidencia el balance anual que en 1736 arrojaba la cifra de 1.396 pesos producidos por la venta del vino.

            La Hacienda de San Carlos le venía a María Bernarda de sus antepasados, el capitán Pedro Díaz de Loria “El Mozo” y de su mujer Francisca Bazán de Tejeda, que durante el siglo XVII la dedicaron principalmente al inverne de mulares. Francisca, era hija del maestre de campo Juan de Gutiérrez Bazán y de María de Tejeda y Guzmán, vecinos de La Rioja.

            Cabe añadir que la mencionada hacienda, tenía una extensión de veinte leguas que abarcaban desde la quebrada de Bombolán, hasta el paraje de Santa María y de ancho, de cerro a cerro. Es decir, las heredades de San Carlos, Animaná, Cafayate y Tolombón. Más tarde, la hacienda pasó a manos de su hija María Díaz de Loria y Bazán, que heredó los derechos de sucesión de su padre. Durante la administración de María y su marido el general Fernando Rodolfo de Lisperguer y Aguirre, se dio un gran impulso a la encomienda del capitán Díaz de Loria.

            Interesa señalar que Fernando Rodolfo de Lisperguer y Aguirre, descendía de la poderosísima familia de su apellido, poseedora de una de las más grandes fortunas de Chile y de las mejores viñas de ese país, entroncado por su madre con el capitán Francisco de Aguirre y Meneses, de los llamados jefes fundadores de ciudades, nacido en Talavera de la Reina, España, en 1500; conquistador y gobernador del Tucumán, fundador de Santiago del Estero, precursor de Córdoba, renombrado conquistador de Chile y que ha sido considerado “uno de los reales fundadores y constructores de la Argentina”.

Los descendientes de Aguirre (aquel fundador que consumó en 1553 su primera cosecha o vendimia en Chile), se extendieron por los territorios de Chile y Argentina. Es especialmente interesante observar que la rama salteña del visionario conquistador y gobernador del Tucumán: Lisperguer y Aguirre, y sus derivaciones sucesoras, los Aramburú y Lisperguer, los Peñalva y Aramburú, entre otros, tendrán más adelante, destacada actuación en la historia vitivinícola del “Valle de Abajo” de Calchaquí.

            Desde el siglo XVIII hasta entrado el XX, se destacaron como hacendados y bodegueros, los de Peñalva en Tolombón, originariamente encomienda recibida por la familia de Aramburú y Lisperguer y heredada por el capitán Juan Estanislao de Peñalva y de Aramburú (1750-1811), su primer bodeguero y fundador del pueblo.

            Su hijo, fue el guerrero de la Independencia, hacendado y vitivinicultor Juan Francisco de Peñalva y Suárez de Cantillana (1777-1861), quién se desempeñó como alcalde Partidario en San Carlos y juez de Alzadas en Tolombón; heredó de su padre y de su tía Josefa Gregoria de Peñalva y de Aramburú, grandes extensiones de tierra, entre ellas la estancia “El Candado”, la “Hacienda de Animaná” y las tierras de “Tolombón”, a la que dedicó sus mejores afanes, contribuyendo generosamente con sus haberes y hacienda a los Ejércitos de la Patria.

            Tolombón, que poseía viñedos y donde don Juan Francisco elaboraba vino, pasó luego a manos de su descendencia Peñalva de la Zerda. Posteriormente, estas tierras se irán dividiendo y sucediendo en diferentes dueños, Jacobo de Peñalva de la Quintana (hijo de José Tomás de Peñalva de la Zerda) y Urbano Frías de la Quintana, adquirirán una parte en 1891, practicada la división de condominio queda en poder del primero al año siguiente, después esta propiedad se venderá a nuevos productores. En 1889 los mencionados Urbano Frías y Jacobo de Peñalva heredan en Cafayate la bodega “La Banda” de su tía Camila de la Quintana y de Aramburú. Jacobo de Peñalva de la Quintana, dueño de otras fincas y bodegas, falleció a los 48 años de edad, soltero y sin descendencia en su casa de la finca “San Isidro”, Cafayate el 18 de octubre de 1899.

            Otra parte de Tolombón, es la finca “Mercedes”, que perteneció a uno de los tantos hijos de Juan Francisco, Manuel Basílides de Peñalba de la Zerda (así, con “b” larga y fundador de la bodega), a su mujer Mercedes Aranda Sánchez e hijos, entre ellos: Francisco Tomás de Peñalba Aranda, nacido en 1863, se desempeñó como el enotécnico y administrador de la finca y bodega “Mercedes”; los vinos producidos bajo la dirección de Francisco, fueron elogiados en más de una oportunidad por catadores expertos. El mercado principal de la firma era Salta, Tucumán y Córdoba. Francisco estaba casado con María Herrera. Y el doctor Juan Basílides Peñalba Aranda, nacido en Tolombón en 1867, prestigioso médico, benefactor, docente y político salteño, ex intendente de Olavarría, provincia de Buenos Aires, en 1902. En su provincia natal, Juan Basílides integrando las filas de la Unión Cívica Radical fue elegido legislador, convencional constituyente, vicegobernador y gobernador de la provincia de Salta. Del mismo modo, en 1901 los reconocidos médicos Juan Basílides Peñalba Aranda en sociedad con Adolfo Valdez compran en Cafayate la citada bodega “La Banda” y comienzan a trabajarla. Juan Basílides estaba casado con Elvira Arias.

            Otra de las propiedades más antiguas y conocidas de Cafayate, fue “El Recreo” que perteneció a aquellas antiguas familias feudatarias de San Carlos y Cafayate, pasando por herencia generacional a una de sus descendientes, María del Carmen Frías de la Quintana, casada con el Sgto. mayor Leónides de Peñalva de la Zerda. De este matrimonio, heredaron “El Recreo” sus hijos José Tomás, Irene, Lastenia y Francisca de Peñalva Frías.

            Leónides de Peñalva de la Zerda, nacido en Tolombón en 1832, fue un tenaz emprendedor que trajo importantes adelantos a la finca, viajó a otras zonas vitivinícolas como Chile y Cuyo, donde adquirió conocimientos y nuevas tecnologías. Los hermanos Peñalva Frías, tenían en su bodega una capacidad de elaboración de 3.000 hectolitros de vino, de los cuales se destinaba una considerable cantidad para vinos añejos embotellados.

            El administrador, José Tomás de Peñalva Frías, nacido en Cafayate en 1874, trabajó intensamente desde muy joven en la industria vitivinícola, en cuyas tareas afirmó su espíritu emprendedor en la lucha por impulsar las actividades agroindustriales de Cafayate, dejando allí una profunda huella de su acción dinámica. El mercado principal de la producción de “El Recreo” era la ciudad de Salta donde los Peñalva Frías tenían el depósito central de ventas y una bodega depósito para conservar el vino, ubicado en España 750. Se elaboraban vinos blancos y tintos de muy buena calidad y en 1910 comienzan a preparar la colocación en Buenos Aires de vinos embotellados. Contrajo matrimonio con Liboria Torino López, hija de Macedonio Torino Santibáñez y de Liboria Epifanía López Frías (descendiente de la mencionada familia feudataria de San Carlos y Cafayate).

            Estos son, a grandes rasgos algunos de los tantos vitivinicultores de la familia Peñalva, que permanecen en la historia y que aunque se machaque en el olvido, permanecerán allí, en las páginas del esfuerzo.

 

*Presidente de la Federación Argentina de Genealogía y Heráldica, académico correspondiente de la Academia Argentina de la Vid y del Vino.

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