El papa Francisco celebra la fiesta de la Divina Misericordia

El papa Francisco celebra la fiesta de la Divina Misericordia, la tabla de salvación de la humanidad. Esta fiesta fue promovida por el propio Jesús en los mensajes que dio a santa Faustina Kowalska, llevada a los altares por san Juan Pablo II en un largo peregrinar que incluyó una prohibición eclesial.

El domingo 11 de abril es la fiesta de la octava de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia. El papa Francisco celebrará una ceremonia privada en la iglesia Santo Spirito in Sassia, de Roma.

La fiesta de la Divina Misericordia, cuya misa será celebrada por el papa Francisco, es un regalo y un don de Jesús, es la tabla de salvación otorgada a la humanidad, basa su mensaje central en las palabras de Jesús a santa Faustina Kowalska, consignadas en el Diario escrito por ella con los mensajes que otorgan, en el domingo de la festividad, la remisión total de las penas y las culpas de los pecados.

En una entrevista realizada por Vatican News al rector del santuario de la Divina Misericordia, monseñor Bart, alertó sobre la dificultad de los tiempos que estamos viviendo. “Este es un día en el que las gracias fluyen sobre toda la humanidad", sostuvo.

El mensaje de santa Faustina Kowalska, una religiosa de humilde condición, pero que a pesar de ello la contundencia de sus palabras establecen lo que solo la gracia divina obró en muchos santos: la manifestación de que la claridad y precisión teológica escritas por una persona sin educación, con solo pocos años de estudios, solo pueden provenir de un ser superior, de Jesús.

Santa Faustina Kowalska tuvo visiones de Jesús, de la santísima Virgen María, sufrió de forma oculta los mismos estigmas de Jesús y tuvo el don de discernimiento de los corazones y el don de profecía. La noche oscura del alma, el empobrecimiento de la fe hasta dudar de sí mismo, fue otra de las manifestaciones a las que se vio sometida. La unión mística que obraba entre ella y Jesús está consignada en los ítems de absoluta profundidad que obran en el Diario escrito por la santa.

"Quiero que la imagen, que pintarás con el pincel, sea solemnemente bendecida el primer domingo después de Pascua; este domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia", dijo Jesús a santa Faustina Kowalska.

La fiesta de la Divina Misericordia

En este día, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la octava de Pascua, es el día en el que se abren las puertas del Cielo, donde se concede la indulgencia plenaria.

Es el día de la Gran Fiesta de Dios, en el que se abren de par en par las puertas del Cielo. “Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas”, dijo Jesús a santa Faustina.

“Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata” (Diario 699). La imagen que todos conocemos, con los rayos traspasando el corazón de Jesús Misericordioso, fue pintada en base a la visión que santa Faustina tuvo de Jesús en el convento de Plock: “Al anochecer, estando yo en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido”.

“Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío (Diario 47). Quiero que esta imagen … sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia” (Diario, 49).

Significado del rayo blanco y rojo

La explicación se la dio el mismo Jesús a santa Faustina: “El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas. … Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos” (Diario, 299).

Se refiere a los sacramentos del bautismo y la penitencia, que purifican el alma, conjuntamente con la Eucaristía que alimenta el espíritu.

Carolina Mena Saravia