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Animales usados en las guerras

Animales camuflados, curiosas técnicas que usaban los antiguos guerrero para impresionar en batallas

Grabado de Alberto Durero
Grabado de Alberto Durero
Grabado de Alberto Durero
Por Redacción Voces Críticas
lunes 10 de mayo de 2021

Así como la magdalena incita a Proust a escribir, así el dibujo del rinoceronte de Durero me conduce a revivir mis días de estudiante tucumana en la UNT. Las clases sobre el Antiguo Oriente permanecen intactas en mi memoria que recuerda la estampa, la entonación de la voz y los gestos de la exigente profesora, pero no su nombre.

Recuerdo la crudeza del invierno que soportábamos con Marta Fagalde los días antes del examen. En su dormitorio, con los apuntes en el medio de la cama y cubiertas desde la cabeza cada una con una frazada, ella en la cabecera y yo a los pies acompañábamos a los Jerjes, Artajerjes, Daríos, Leónidas, Temítocles, persas, espartanos o  atenienses y les  permitíamos los combates a nuestro alrededor sin derrame de sangre que arruinara nuestros papeles.

En 1513, un rinoceronte extraño a las miradas europeas llegó al reino de Portugal enviado por el gobernador de la India portuguesa al rey Manuel 1° para su zoológico en el que había cinco elefantes también llegados como obsequios según  las costumbres de las realezas. Los primeros días, el rinoceronte fue la  gran atracción para los portugueses. El rey se aburrió pronto de la criatura mítica y decidió obsequiárselo al Papa León X.

El barco en el que viajaba encadenado el rinoceronte, luego de 120 días de viaje, sufrió una tormenta en las costas de Liguria. Se hundió y con él murió el animal, pero permanece su  imagen esculpida como elemento decorativo en la torre de Belem, esa construcción que era bastión y defensa  portuguesa.

Alberto Durero en su taller de Nuremberg dibujó con asombroso parecido al animal sin conocerlo sobre la base de referencias. Esa creación circuló por el mundo a través de más de 4.000 copias de xilografías de 21,4 x 29,8 cm que pude contemplar en el Museo Londres.

Tomó el color del caparazón de las tortugas, el tamaño del elefante. Cubrió el cuerpo con placas y en las patas escamadas colocó grandes pezuñas. Resaltó el cuerno similar al del unicornio y surgió el modelo inmortalizado en la Historia del Arte que perdura desde el siglo XVI.

En las guerras, a modo de carros de combate, los persas agrandaban el volumen de los animales por medio de artilugios para atemorizar a los enemigos. Me he detenido a contemplar al rinoceronte que aparece en la película 300 durante el combate de Jerjes contra Leónidas.

El cuerno filoso y muy alargado, los costados más el lomo llevan adheridos otros enormes cuernos  sostenidos por placas gruesas que le dan un aspecto feroz. El cuello, con un garguero protector de varias capas, evita la penetración de lanzas y proyectiles.

Además de atemorizar, la bestia tenía la función de embestir y aplastar con sus agigantadas patas a los enemigos. El rinoceronte tenía fama de invencible superando la fuerza de los elefantes por su astucia y velocidad. Los combates  perduran en películas, pero su circulación es limitada. El dibujo de Durero permanece eternamente entre nosotros.

 

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