MINERÍA POLÉMICA
Partida de Pino Solanas: París COVID-19
Fernando Ezequiel Solanas, Pino Solanas, falleció por covid-19 en 6 de noviembre de 2020 en París
De cómo como cuando tiembla la tierra huyen los animales
La mina permanece en constante actividad. Se hacen explotar cada medio día cincuenta kilos de dinamita que mueven toneladas de roca. Tiembla la tierra. Huyen despavoridos los pájaros, los cuises, los zorros, los huanqueros, las avispas, los alacranes y hasta las vinchucas emigran del fragor que provocan las ambiciones de los hombres y las protestas de las montañas.
Gladys A. Coviello, Fuerte Quemado, 2006.
Bajo la Alumbrera minería y conflicto social.
Fuerte Quemado, Catamarca,10 de febrero de 2010
El altoparlante atronador, que siempre repetía “colorada y calada la sándia” a la hora de la siesta como acostumbraba, se desplazaba cansino aquel viernes por la ruta 40. Esta vez, no eran sandías las anunciadas, sino una invitación para presenciar películas sobre el tema de las mineras y acompañar al exitoso director de cine: Pino Solanas que llegaba desde Buenos Aires a Santa María. Era un gran un honor que el ganador de Cannes llegara a los Valles Calchaquíes. Al atardecer, cuando se retiró el sol de ese febrero seco del 2010, salí a recorrer el caserío en búsqueda de acompañantes para el evento del día siguiente. Estaba segura de que las vecinas, que acostumbraban traerme quejas sobre los estragos causados por las mineras en las poblaciones cercanas, me acompañarían. Era una oportunidad para que comprobaran con imágenes auténticas los desastres de la minería a cielo abierto y que pensaran en aunar fuerzas para evitar los nuevos emprendimientos mineros. Pamela, mi fiel informante, niña del taller de títeres y ahora madre, me contó sobre los problemas de salud que aparecieron en Andalgalá y las represiones de las autoridades contra los manifestantes. Me dirigí a la familia Villagra quienes acostumbran escuchar con respeto mis advertencias.
-El último Aconquija pasa a las seis de la tarde y de vuelta a las ocho. Hay manera de viajar de ida, pero no de vuelta- dijo Eulalia Villagra. Entonces comprobé que ellos no me acompañarían. Me retiré y me dirigí hasta la casa de los abuelos de Pamela. Escucharon mi propuesta y fue ella quien contestó:
-Si hacemos parar algún camión quizá podamos asistir, pero no habrá forma de volver.
Crucé el puente que corta la ruta por donde pasa la acequia y entré al Club Andino. El salón estaba concurrido porque era la hora en la que se reunían los vecinos para jugar a los naipes, conversar y beber. Un momento ideal para mi pedido que llegaría a muchas familias. Escuché las mismas palabras de renuncia a un evento que la ausencia de cultura y de esfuerzo les aconsejaba: no hay manera de regresar. Entonces, les propuse que podríamos organizarnos como aquella vez que asistieron al festival de la Mona Jiménez. La respuesta surgió de inmediato en las palabras de don Laureano:
- Ah…pero eso era distinto. Me sentí abandonada, sin alguien que me acompañara. Podría llegar sin inconvenientes, pero pasadas las 24 cuando finalizara la marcha ¿cómo regresaría a Fuerte Quemado? Cuando deseamos algo con pasión, surgen las soluciones y respondí:
-Saldré a la ruta 40 a las 18 y30. El acto empieza una hora después. Esperaré a quienes quieran acompañarme. Alguien me llevará, no importa que sea un camión, una camioneta o un auto.
-¿Y dónde se va quedar a dormir? Una señora no es conveniente que ande solita por las calles a esas horas –dijo don Laureano.
-Me presentaré al Hospital Luis Alberto Vargas y pediré que me dejen dormir en algún lugar. Al amanecer, volveré con el primer ómnibus. Cuando se quiere, se puede- respondí con desilusión y fastidio.
Acostumbrados a las dádivas, bolsos de alimentos, subsidios, planes y a todo aquello que les venga de arriba, sin esfuerzos, con vagancia y desamor el resultado de la población es la indolencia, la apatía y el abandono de este caserío que fuera una parte del paraíso terrenal y ahora alberga el decreto de muerte.
El ómnibus me dejó a pocos metros del cine y llegué antes de que comenzara el acto. Sentí tanta emoción que creí vivir un momento irreal. Pino Solanas, el admirable director de tantas películas logradas estaba en la primera fila acompañado por varias personas muy cerca del escenario. No en Buenos aires, sino en los Valles Calchaquíes. Subió y habló con palabras sencillas y elocuentes donde proponía a la población luchar hasta imponer una minería sustentable. En el enorme salón, sus palabras se escuchaban con fuerza.
Oro impuro, la situación de la megaminería a cielo abierto por la Barrick Gold.
Cuando finalizó el acto me acerqué a firmar un libro y entregué a uno de los ayudantes de Pino Solanas mi libro Fuerte Quemado. En la dedicatoria le contaba sobre mi lucha a través de las palabras. El libro empieza y termina con el tema de la minería. No recibí la respuesta esperada. ¿Habría recibido mi libro?
Cuando terminó el evento, nos dirigimos acompañados por redobles de tambores cuyos sonidos nos animaban a dar la vuelta por la plaza. Era muy tarde y la noche agradable se apiadaba de la marcha del grupo de soñadores ambientalistas. Alguien me reconoció y se ofreció a llevarme hasta mi casa en Fuerte Quemado. No dormí en el hospital, no regresé gozosa, tampoco vi futuro sin mineras a cielo abierto…
Fernando Ezequiel Solanas, Pino Solanas, falleció por COVID-19 en 6 de noviembre de 2020 en París mientras desempeñaba el cargo de embajador de la Argentina en la UNESCO. Un director de cine laureado en Cannes, un político cuya ética al servicio del país lo condujo a recorrer los pueblos donde la mega minería a cielo abierto hacía estragos. Recorrió los Valles Calchaquíes soñando mejores sueños como los míos.