Última hora

“Por dónde entrarle a las contrariedades”

Carlos Norberto Carbone responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti

Carlos Norberto Carbone responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti
Por Redacción Voces Críticas
jueves 05 de agosto de 2021

Carlos Norberto Carbone nació el 12 de marzo de 1959 en la ciudad de Lomas del Mirador, Partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y reside en la ciudad de Morón, en la misma provincia.

Obtuvo primeros premios en certámenes de poesía de su país y de España. Participó en programas radiales, dirigió junto a Pablo Marrero el sello Eco Ediciones y la revista electrónica “La Bodega del Diablo”. Fue coautor, junto a Héctor Celano, del espectáculo “De poetas y locos”. Su obra se tradujo parciamente al catalán, italiano, bengalí, francés, ruso, árabe, turco, etc.

A partir de 1983 publicó los poemarios “Poesías para decir presente”, “La llegada de los hombres”, “En la huella del hombre”, “De andenes, lluvias y otras melancolías”, “Variaciones sobre la noche y otras oscuridades”, “Doce ciudadanos + uno”, “Áspid”, “Miradas de fuga”. Volúmenes compartidos con Pablo Marrero: “Bodegueros del diablo”, “Carma” y “Marca”. Volúmenes compartidos con varios autores: “Testigos de tormenta”, “Seis poetas”, “Cuerpo de abismo”, “Antes que el viento se apague”, “Seis son una jauría”, “Pasajeros del penúltimo tren”, “4 autores”. Fue incluido, entre otras, en las antologías “500 años del descubrimiento de América”, “La otra voz”, “III Antología de poesía joven argentina”, “Diez años sin Borges”, “Poesía hacia el nuevo milenio”, “Anaconda”, “País del vientre abierto”, “Poetas de Morón”, “Testimonios del presente”, “El verso toma la palabra”, “Bardos y desbordes”, “Borrando fronteras”, “Adagio”, “¡Basta!”, “Poesía argentina contemporánea”, “Bardos y desbordes II”, “Otra mirada, otra distancia”, “8ª Antología de poemas y relatos”.

                           

 

 —¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

 

CNC: Siempre estuve rodeado de músicos, eso me llevó a que la canción fuera un juego y así, temprano, quise cantar, luego tocar la guitarra y por supuesto, componer canciones; calculo que a los doce o trece años ya andaba buscando rimas y melodías.

 

—¿Cómo te llevas con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

 

CNC: Uno de mis libros se titula “Andenes, lluvias y otras melancolías”, de lo cual, yo diría, se desprende que la lluvia me gusta. Cuando llovía, mi mamá no nos mandaba al colegio, por eso con mi hermana inventábamos danzas para hacer llover.

La velocidad me fascina, soy Técnico Mecánico aplicado a los autos; durante cierta etapa me encantaba manejar y lo más veloz posible.

Con las contrariedades me manejo como todo poeta, buscando dónde entrarle para escribir.

 

 —“En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?

 

CNC: La inspiración es para los creyentes. Prefiero el trabajo del día a día; si un día llega la señora inspiración que me encuentre con un lápiz en la mano y frente a una hoja en blanco. Igualmente, a veces, uno escribe como si le dictaran; ahí, me hago el distraído y me dejo llevar.

 

 —¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

 

CNC: Lo más difícil para un escritor es retirarse de su zona de confort. En ocasiones, lo que llamamos estilo propio es una trampa para no avanzar a otro territorio más inhóspito. Los grandes maestros son los que se animan y van. Tomar riesgos es el estilo perfecto.

 

 —¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

 

CNC: Ser algún personaje de la novela “Los siete locos” de Roberto Arlt, no estaría nada mal.

Encarnar al Diablo en alguna película y bajo la dirección de Leonardo Favio sería fantástico.

Ser el Virgilio de la “Divina comedia” y, desde luego, de la mano de Dante Alighieri, me parece muy interesante.

 

 —El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

 

CNC: Vivo todo el tiempo en varios de esos estados y los transito como puedo, me resultan, a veces, dignos, y otros no tanto, pero bueno, eso demuestra que estoy vivo y me siguen generando cosas a pesar del paso del tiempo.

Soy habitante del silencio; en ocasiones, hasta a mí me aturde tanto silencio, tengo gestos que no me disgustan, mi cara es muy expresiva. La oscuridad y las sorpresas, la desolación y la intemperancia me hacen pensar y repensar mi destino.

 

 —El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

 

CNC: El amor y la política siempre fueron muy importantes en mi vida. Todo hombre es político y si uno no ocupa ese lugar lo toman las corporaciones. El amor es obviamente lo más trascendente; los hijos, la familia, los amigos, la mujer con quien amanecer, la contemplación y la meditación también juegan fuerte en mí. El trabajo, léase el dinero, ocupa tiempo, esfuerzo, y nunca me llevé muy bien. La religión como tal no me ocupa, pero sí la poesía, que es mi religión.

 

  —“Donde mueren las palabras” es el título de un film de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?

 

CNC: Mueren donde se es cómplice del verdugo.

Mueren donde el puente se dinamita y no hay forma de comunicarse.

Mueren donde hay un pensamiento único y, por ende, nadie piensa.

 

—¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa?

 

CNC: Tengo claro que no me paraliza la traición, aunque sí me cuesta procesar y olvidar esa decepción; pero procuro dar vuelta la página y seguir con otra cosa; obviamente, me da mucha bronca que eso suceda.

 

—No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admiras?

 

CNC: A mi madre, que de niña tuvo que valerse de su coraje para salir adelante, y que con poco diccionario y mucho trabajo nos educó, nos hizo la vida más dulce, más digna, y en ella admiro a la mujer que siempre fue puesta en segundo plano. Admiro también a la mujer que con sus actuales luchas y conquistas hacen un mundo más justo, por sus reivindicaciones que son para todos. Mirándolas a ellas siento que aún no todo está perdido.

  

 

*Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Morón y Buenos Aires, distantes entre sí unos 23 kilómetros, Carlos Norberto Carbone y Rolando Revagliatti.

 

 

 

 

 

SEGUÍ LEYENDO
Últimas noticias
MÁS LEÍDAS