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José Muchnik responde "En cuestión: un cuestionario" de Rolando Revagliatti

Una charla relajada, de esas a las que nos tiene acostumbrados Rolando Revagliatti, esta vez con José Muchnik

José Muchnik responde "En cuestión: un cuestionario" de Rolando Revagliatti
lunes 30 de agosto de 2021

Una charla relajada, de esas a las que nos tiene acostumbrados Rolando Revagliatti, esta vez con José Muchnik

 

—¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

 

JM: No podría decir “más sus avatares que la obra”. Lo que sí me atrae en algunos artistas es la interacción estrecha entre vida y obra. Las aventuras, locuras, obsesiones… del artista, que podemos percibir en una novela, un poema, un cuadro. Me vienen al espíritu Miguel de Cervantes Saavedra, el manco de Lepanto, que plasmó sus campañas militares en el genial “Don Quijote de la Mancha”.

François Villon, el poeta francés de la edad media, nacido en 1431, nadie sabe dónde ni cuándo murió. Gran adicto de bodegones, bebida y peleas, en una de ellas mata a un cura a los veinticuatro años. Encarcelado y condenado a la horca, escribe su célebre “Balade des pendus” (“Balada de los ahorcados”). Finalmente, a los treinta y un años, es amnistiado y forzado al destierro. A partir de ahí, no se sabe nada más de su vida.

Vincent Van Gogh: con sólo pronunciar su nombre se me llenan los ojos de girasoles.

 

 

¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

 

JM: “Las cuatro estaciones”, de Antonio Vivaldi, que escuchaba a los trece años de un “33 vueltas”, luego de la muerte de mi padre.

Cuando asistí a una exposición de Caravaggio en el “Museo Fabre” de Montpellier: la verdad existe, reside en la emoción, en la lágrima retenida, un detalle, luces de un rostro, pliegues de una túnica, mirada que logra escapar de la tela… Mi lágrima retenida en ese detalle.

¿Otro estremecimiento? “Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!”: César Vallejo, Los heraldos negros”.

¿Otro estremecimiento? “Relatos de Kolimá” de Varlam Shalámov. Antes de leer, ajustar vuestros cinturones de seguridad.

¿Perplejidades? Confieso que nunca he podido terminar “A la búsqueda del tiempo perdido” de Marcel Proust. Aunque leyéndolo por partes la escritura me parece maravillosa. Se plantea el tema de: ¿cómo abordar, leer, mirar, escuchar, sentir… una obra de arte?

 

¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

 

JM: Año 1978, Asamblea sobre Derechos Humanos, Palacio de Luxemburgo, París. Apercibo a Julio Cortázar en la concurrencia, me las arreglo para sentarme cerca, espero la ocasión, una pausa entre discursos: —Maestro, un gusto saludarlo, me presento, él muy amable, charlamos. Sigo avanzando: Maestro, tengo el manuscrito de un poemario (vaya a saber por qué intuición extraña lo tenía conmigo), me gustaría su opinión. Por supuesto, dejámelo, esto continúa dos días, mañana nos vemos. Día siguiente, lo busco en la asistencia, esta vez no era fácil sentarme cerca, decido esperar la pausa del mediodía, al regreso del almuerzo lo veo tomando un café, me animo: ¿Cómo va? Conversamos sobre las conferencias, ésta qué interesante, ésta un aburrimiento, etc. Finalmente me decido: ¿Tuvo tiempo de leer el manuscrito? Me mira antes de responder, la respuesta estaba clara, agrega por las dudas, la verdad que no, pero te voy a decir una cosa, si escribís y no publicás estás loco o te vas a volver loco. Y a partir de ahí empecé a publicar, durante muchos años no me preocupó difundir, ni ir a lecturas o festivales, publicaba para no volverme loco.

 

 

¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, ¿cómo sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

 

JM: Estilo, stilus, instrumento que servía para escribir sobre las tabletas de arcilla o de cera, el stilus marcaba, grababa esas tabletas. Todo artista, lo quiera o no, tiene un estilo, una marca que lo caracteriza. De una mirada podemos distinguir un Dalí, un Miró o un Botero. Pero ese estilo brota de las napas freáticas, luego puede ser perfeccionado, pero brota de las profundidades, imposible fabricarse un estilo, hay que esperar que brote, que salga a la superficie. Una misma persona puede escribir poemas, novelas, obras de teatro, notas periodísticas; el estilo es la marca que une esas escrituras como un código invisible pero perceptible.

 

 

¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente?

 

JM: La indignación me reenvía a mi condición de hombre como ser social, solidario de mis congéneres. Me indignan las injusticias sociales, la falta de humanidad, me indignan los inmigrantes que se ahogan en el Mediterráneo o que mueren de sed en el desierto, me indignan los constructores de muros, los traficantes de órganos y seres humanos. Me indignan los SEFIKILL que especulan con el hambre en la bolsa de valores (ver “SErial FInancial KIllers”, editorial CICCUS). Me indignan los artífices del ecocidio, los que arrasan selvas para optimizar beneficios, las mineras que contaminan recursos hídricos, que se jodan los campesinos aguas abajo. Me indignan los apologistas del “sistema”, políticos de forro reversible, periodistas que manipulan verdades, jueces que manipulan justicia. Me indigno conmigo mismo, con mi impotencia frente a esta realidad.

La violencia, a esta altura de mi vida, está bajo control, como el PSA de mi próstata, oscila en niveles aceptables.

 

 

¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

 

JM: Andréi Tarkovski, película “El sacrificio”. Ser el abuelo que dialoga con su nieto bajo un árbol mientras el fin del mundo comienza a insinuarse.

Tener el rol central en “Affabulazione” de Pier Paolo Passolini.

La interpretación de Vittorio Gassman en el teatro de la Colline, París, años 80, algo maravilloso.

Vivir calma sabiduría y naturaleza en algunos haikus de Basho, vivir la harmonía y belleza que emanan de su obra.

 

 

¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

 

JM: La risa depende del contexto y de la edad; el Gordo y el Flaco me hacían reír a los nueve años, ya no tanto. Ahora me hace reír mi nieta Giulia, cuatro años, una Mafalda franco-ítalo-argentina. El desfasaje entre la niña y sus salidas de adulto en miniatura son joyitas de humor. Una de las anécdotas en pocas palabras: Giulia no quiere ir al colegio, su madre (mi hija) se esfuerza en explicarle porqué hay que ir al colegio. Vas a estudiar, más grande vas a tener diplomas, con los diplomas conseguirás trabajo, entonces ganarás plata, para comprarte lo que quieras, para viajar a Italia… Respuesta inapelable de Giulia: Mami también podemos elegir ser pobres.

 

 

¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

 

JM: Una película, si no la aguantamos podemos irnos o dormirnos, aunque en general las miro hasta el final; mal cine es también una forma de aprendizaje. Con novelas, ensayos o poemas es diferente: cuando me canso, me voy, a veces tomo una diagonal para escaparme, no me doy tiempo de sufrir. Con las exposiciones de arte plástico si se trata de la obra de un pintor o de un escultor, raramente tuve disgustos. El problema se me ha presentado, en ciertos casos, con obras de teatro: por ética, respeto por los actores, uno no puede irse en mitad de la obra. Agreguemos, que algunas lecturas de poemas, cuando los poetas se suceden sin fin con su narcisismo en erección, también pueden resultar insufribles. Aguantar también es sabiduría.

 

 

¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

 

JM: Sí, pero hay como un velo en la percepción de la obra. Leo “Au bout de la nuit” de Louis-Ferdinand Céline. Es bello, no hace eso de Celine una buena persona (colaborador con el ocupante nazi, apologista del antisemitismo). Misma reacción con Ezra Pound: sus Cantos constituyen una obra poética cumbre del siglo XX; el personaje me parece detestable, sobre todo cuando se instala en Italia, en los años 20 y se constituye en un defensor acérrimo del fascismo y Benito Mussolini. Pensaba visitar su tumba en Venecia, en la isla San Michele, hacía frío, hacía triste, desistí, de todos modos, no llevaba flores ni ilusiones.

 

 

¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

 

JM: No sé si los distingo, trato de existir: es todo; claro que no se puede existir en forma continua, como tampoco se puede ser poeta en forma continua. La vida tiene una dimensión biológica y una dimensión espiritual artística creativa, cuando las dos entran en resonancia obtenemos momentos de existencia. El dilema es existir lo más posible por unidad de tiempo. Habría que distinguir dos tipos de tiempo, el tiempo continuo biológico físico… que fluye con sus ritmos y duraciones: pulso, respiración, segundos, siglos, solsticios, equinoccios… El tiempo discontinuo afectivo, que marca nuestro devenir, amores muertes fiestas que quedan grabados en nuestra memoria, ella también es discontinua… Arrancar algunas uvas al racimo de tiempo físico que gira y escapa, existir, es lo que buscamos.

 

José Muchnik nació el 2 de noviembre de 1945 en Buenos Aires, capital de la República Argentina, y reside en Épinay-sur-Orge, Francia. En 1973 obtiene su título de Ingeniero Químico, por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. En 1981 se gradúa de Doctor en Antropología, por l’ Ecole d’Hautes Etudes en Sciences Sociales de París. Presentó fotografías suyas en las siguientes exposiciones (1990-2007): “Le pain des autres”, “Amazonia he visto”, “Mamáfrika” y “Amazonie, rêves et réalités”. Fue, entre otras actividades, compilador de antologías y organizador de manifestaciones poéticas. Publicó desde 1985 los poemarios “Quince poemas por la paz”, “Ocho poemas para perder el tiempo”, “Cien años de libertad y Coca-Cola”, “Proposition poétique pour annuler la dette extérieur” (bilingüe español-francés), “Arqueología del amor”, “Amazonia he visto” (bilingüe español-francés), “Calendario poético 2000”, “Guía poética de Buenos Aires”, “Tierra viva, luces del mar”, “Crítica poética de la razón matemática”, así como los volúmenes de poemas y relatos “Sefikill (Serial Financial Killers)” y “Desgarros: exilios, duelos, muros”, y, únicamente de relatos, “Josecito de la ferretería”. En el género novela se socializaron “Chupadero” (2005) y “Geriatrikón” (2007).

 

 

 

 

 

 

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