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“Luisa Peluffo y el premonitorio olor de la tierra”

Luisa Peluffo responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti

“Luisa Peluffo y el premonitorio olor de la tierra”
martes 21 de septiembre de 2021

ARGENTINA Luisa Peluffo responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti

Luisa Peluffo nació el 20 de agosto de 1941 en Buenos Aires, capital de la República Argentina, y reside desde 1977 en la ciudad de San Carlos de Bariloche, provincia de Río Negro. Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y se desempeñó en producción periodística en medios gráficos y televisivos. Obtuvo en 1988 la beca “Creación en narrativa” otorgada por el Fondo Nacional de las Artes, así como en 2006 el “Reconocimiento a la Trayectoria” por parte de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de San Carlos de Bariloche. Desde 1976 ha publicado los poemarios “Materia viva”, “Materia de revelaciones”, “La otra orilla” (Primer Premio Concurso Regional Fondo Nacional de las Artes), “Un color inexistente” (XVIII Premio “Carmen Conde” 2001, en España), “foto grafías” y “soplo aire aliento” (con dibujos de Bárbara Drausal). En el género crónica incursionó con “Me voy a vivir al Sur” y en co-autoría con Laura Calvo se editó “Ventanas a la palabra. El taller de escritura en la escuela”. Sus libros de cuentos se titulan “Conspiraciones” y “Se llaman valijas” y sus novelas, “Todo eso oyes” (Premio Emecé en 1989), “La doble vida” (Primer Premio Regional de Narrativa – Región Patagónica 1993-1996) y “Nadie baila el tango” (Premio Único a Novela Inédita del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (bienio 2000-2001). Ha sido incluida, entre otras, en las siguientes antologías: “Patagonia literaria VI” (compilada por Luciana A. Mellado), “Argentina. A traveler’s literary companion” (compilada por Jill Gibian), “Poesía Río Negro” (compilada por Raúl O. Artola), “Relatos de mujeres 5”, “Poetas argentinas (1940-1960)” (compilada por Irene Gruss), “Leer la Argentina”, “Teatro / 6” (Obras ganadoras del 6º Concurso Nacional de Obras de Teatro), “Relatos de Patagonia” (compilada por María Sonia Cristoff), “Leer x leer”, “Cuentos al sur del mundo”, “Poesía hacia el nuevo milenio. Tomo 1” (compilada por Ricardo Rubio), “Patagónicos. Narradores del país austral” (compilada por Cristian Aliaga y María Eugenia Correas), “Sur del mundo. Narradores de la Patagonia”, “38 cuentos breves argentinos” (compilada por Fernando Sorrentino), “Antología de teatro rionegrino en la posdictadura” (con su pieza teatral “Si canta un gallo”; volumen compilado por Mauricio Tossi).

 

 

¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

 

LP: El primer acto de creación que recuerdo fue cortarle el pelo a una muñeca Marilú que me había regalado mi madrina. Fue un acto creativo inspirado en que cuando a mí me cortaban el pelo, me decían que iba a quedar muy linda. Entonces quise hacer lo mismo con mi muñeca. También pienso que esa muñeca fue como un espacio de experimentación (el corte de pelo no la favoreció) y después de un tiempo separé su cabeza del cuerpo para ver cómo funcionaban sus ojos, cómo se abrían y cerraban esas pestañas tupidas y aquí ya entramos en un terreno inseparable de la creación: la curiosidad, la investigación y la experimentación.

 

¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

 

LP: La lluvia es lacia, como yo. Bienvenida la lluvia que nos libra de incendios en la Patagonia.

Las tormentas. Aquí, en el sur, son temporales de lluvia y viento, o nevazones que duran días… Me gustan las tormentas de la provincia de Buenos Aires, son un verdadero espectáculo con el cielo surcado por relámpagos y truenos. Y me gusta instalarme y presenciarlas. Y sentir, sobre todo sentir el viento, el premonitorio olor de la tierra, el oscurecimiento, los relámpagos anunciando el trueno, es un desarrollo tan narrativo…

La sangre. Te contesto con un poema de mi libro “foto grafías”: “la sangre es vanguardia/ abre caminos en el blanco/ la sangre/ es un estilo no aceptado/ no hay aplausos/ la sangre/ es absolutamente moderna”.

La velocidad me interesa para resolver algún trámite.

Las contrariedades me fastidian, pero no tengo más remedio que afrontarlas. Son parte de la vida cotidiana.

 

¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

 

LP: “Don Quijote de la Mancha” (Miguel de Cervantes), “Facundo” (Domingo F. Sarmiento), “El hacedor” y “Ficciones” (Jorge Luis Borges), “La metamorfosis” (Franz Kafka), “Esperando a Godot” (Samuel Beckett), los poemas “Tabaquería” (Fernando Pessoa) y “Un arte” de Elizabeth Bishop, algunos poemas de Giuseppe Ungaretti, algunos poemas de Alejandra Pizarnik. Y me estremecen cabal, inequívocamente, las obras de autores en los que el lenguaje coloquial se vuelve poético, como en Juan Rulfo, en Sara Gallardo, en Marguerite Duras, en Clarice Lispector. O poético y surrealista, como en Felisberto Hernández, en Oliverio Girondo. Y quienes filtran cierta perversidad en sus obras, como Patricia Highsmith, Flannery O’Connor, Manuel Puig. Y los que tienen una gracia especial para contar, como Lucio V. Mansilla.

Y me han estremecido obras no literarias: la Victoria de Samotracia, las pinturas de Paolo Uccello, la plaza y la Basílica de San Marcos en Venecia. Nunca me voy a olvidar de mi llegada a Venecia a fines de los ’60 en pleno invierno; le dediqué un poema: “Venezia: bajar/ del vaporetto/ de noche/ ni un alma/ en la piazza/ sólo/ la basílica/ iluminada”

Y también la música de Wolfgang Amadeus Mozart, el concierto n° 5 de Brandemburgo en re mayor de Johann Sebastian Bach, los tangos interpretados al piano por Arminda Canteros. Los tangos canyengues. “Oración del remanso” de Jorge Fandermole y “Vidala para mi sombra” de Julio Santos Espinosa.

Y el cine. Me vienen a la mente: “Tiempos modernos” de Charles Chaplin, “Ciudadano Kane” de Orson Welles, “Un tranvía llamado deseo” de Elia Kazan, “La Jetée” de Chris Marker, “Kaos” de los hermanos Taviani, “Los cuatrocientos golpes” de Francois Truffaut, “Hiroshima mon amour” de Alain Resnais, “2001 Odisea del espacio” de Stanley Kubrick, “Japonesita” de Ignacio Masllorens.

Perplejidad: “El gran vidrio” de Marcel Duchamp.

 

 

¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

 

LP: Me divertiría ser asistente de Philip Marlowe.

 

 

El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

 

LP: El silencio. Me gusta. Amo el silencio.

La gravitación de los gestos. Siempre dicen algo los gestos, también los no gestos.

La oscuridad me daba miedo cuando era chica.

Las sorpresas no sé si me gustan. Todo depende.

Desolación. No quiero desolación. Me asusta.

El fervor. Ojo con el fervor. Lo veo cerca del fanatismo.

La intemperancia. No me gusta.

El silencio y la gravitación de los gestos en la oscuridad. Después la sorpresa en medio de la desolación, alejando el estúpido fervor y la intemperancia.

 

 

¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

 

LP: Tal vez no aprecio las apreciaciones muy “definitivas”. La imprecisión me transmite duda. Y prefiero la duda a la sentencia.

 

 

¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

 

LP: Los cuentos de Saki, los de Hebe Uhart, el libro “Sin plumas” de Woody Allen, las películas de los hermanos Coen, Les Luthiers (en su mejor época).

 

 

El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

 

LP: El amor tiene mucho que ver con las hormonas, y es maravilloso, pero no perdura. Puede desembocar, o no, en la amistad. En una profunda amistad.

El dinero: No es todo, pero ayuda.

La religión: Soy agnóstica.

La política: Soy agnóstica.

 

 

¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?

 

LP: En la actualmente denominada Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la calle Peña, entre Larrea y Azcuénaga. Y Azcuénaga entre Peña y French, donde había una panadería con los alfajorcitos de maicena más ricos que he comido en toda mi vida, y la

carbonería de Peña y French, a donde me mandaban a comprar leña chica para encender las dos chimeneas de mi casa.

 

 

¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

 

LP: Creo que mis pasiones me pertenecen. Y también creo que fui logrando distinguir pasiones de entusiasmos. Envejecer sirve.

 

*Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Bariloche y Buenos Aires, distantes entre sí unos 1600 kilómetros, Luisa Peluffo y Rolando Revagliatti.

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