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Christopher Reeve: el fatídico destino del mejor Superman de la historia

El accidente que cambió la vida del actor Christopher Reeve también iluminó la existencia de los que sufren por lesiones en la médula espinal

Christopher Reeve: el fatídico destino del mejor Superman de la historia
Por Redacción Voces Críticas
sábado 25 de septiembre de 2021

Christopher Reeve, el mejor Superman de la historia, hoy ya no está entre nosotros. Lo tenía todo, pinta, porte, grandes dotes actorales y una simpatía a prueba de todo. Así era esta especie de Adonis moderno, un hombre fuera de serie al que Google le dedica el Doodle de hoy.

Un segundo en la vida lo puede cambiar todo. Eso fue lo que sucedió a Christopher Reeve aquella tarde en que montado en su corcel Buck se disponía a realizar una prueba de obstáculos en la pequeña ciudad llamada Culpeper, en Virginia, Estados Unidos.

A punto de realizar un triple salto barra y por razones inexplicables, Buck detuvo su marcha de repente. Christopher Reeve fue a parar al otro lado de la barrera, dando con su cabeza en el piso. Segundo fatal que lo cambió todo. Dicen los analistas que si el actor hubiera caído un centímetro a la izquierda hubiera fallecido, por el contrario, si lo hacía a la derecha solo hubiera sufrido leves contusiones.

 

Como la vida, una de cal y otra de arena, Christopher Reeve no se sentó a llorar su fatídico destino. En un primer momento, a causa de la gravedad de la lesión, hasta su madre pidió que lo desconectaran de la asistencia respiratoria y una vez recuperado, él mismo sostuvo que consideró que su vida ya no valía la pena.

Los médicos no le dieron ni un ápice de esperanza a Christopher Reeve, por el contrario, aseguraron que su vida estaría atada a la silla de ruedas, ya que su cuerpo quedó paralizado desde el cuello hacia abajo. La ciencia tampoco auguraba mejoras para el futuro. Con este panorama desolador, Reeve decidió hacer frente a su destino.

El que fuera recordado como el mejor Superman de todos los tiempos, se montó sobre sus hombros la parafernalia que lo motivó a seguir luchando por su vida. Su accidente cambiaría también la vida de aquellos que como él estaban padeciendo por patologías similares.

Con su segunda esposa, Dana, crearon la Fundación de Christopher y Dana Reeve, entidad sin fines de lucro que consiguió recaudar más de 130 millones de dólares para el estudio de las lesiones de médula espinal, así como ofrecer becas a diferentes asociaciones para fomentar las investigaciones.

Sería un antes y un después en la vida de esta discapacidad, ya que convivir con ella los puso en el tapete gracias a la titánica labor realizada por Reeve y su amada Dana, que le dedicó el libro “Still me”, con la frase que una vez le dijera y que logró devolverle la esperanza: “Sigues siendo tú y te quiero”.

Christopher Reeve murió después de una vida de lucha, en octubre de 2004 con tan solo 52 años. Lamentablemente, Dana falleció a causa de un cáncer de pulmón dos años después, en 2006. Las riendas de la fundación quedaron en manos de sus tres hijos, dos de ellos fruto de su primer matrimonio con la modelo inglesa Gae Exton.

Todavía recordamos la reaparición de Reeve, en la gala de los premios Oscar en 1996, cuando el auditorio se llenó de emoción y sus colegas, con la emoción en sus ojos, no ocultaban sus lágrimas. Pero él no se dejó amedrentar por ello, y haciendo gala de su humor, expresó: “Lo que no saben es que salí de Nueva York en septiembre y acabo de llegar a Los Ángeles esta misma mañana”. Meryl Streep y Gwyneth Paltrow no pudieron evitar la carcajada, mezclada con sorpresa y admiración.

 

 

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