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POR JULIO CASANOVA

La ética perdida en la Cámara de Diputados

El Diputado Francisco Fabio Rodríguez fue denunciado por una joven, por estafa

Cámara de Diputados
martes 10 de mayo de 2022

SALTA (Por Julio CasanovaEl famoso Agrupamiento Político, popularmente conocido como “AP”, siempre fue un pretexto para dibujar relaciones y servicios. Detrás de esas dos letras se agruparon, precisamente, amigos, devoluciones de favores, amantes y quiosquitos que los diputados a su turno fueron organizando.

No menos cierto también es que según la jerarquía y el honor del diputado más leal era el uso del “AP”, es decir, que en los pocos casos, a esto hay que decirlo, en que hubieron diputados de alto perfil moral, estos pagos se distribuían según las funciones que efectivamente contrataban, no todos han militado siempre en la popularmente conocida “categoría rata”.

Sin embargo, con el paso del tiempo ha ido cayendo el nivel intelectual de los integrantes de la Cámara como es público y notorio siendo un dato de la realidad que ya el debate parlamentario es una categoría extinguida y las sesiones no pasan de exposiciones anodinas donde los borradores se confeccionan con bastante “corte y pegue” de Google.

Lamentablemente parecería que junto con la reducción del conocimiento en los legisladores han caído también los niveles de su ética y condición moral, porque una cosa es conciliar con un empleado el monto a pagar del “AP” y otra muy distinta es engañarlo o bien utilizar gente para darles sólo la obra social y quedarse con el resto. ¿Qué pueden hacerlo? Claro que sí, el Agrupamiento Político, su nombre lo dice, es dinero para hacer política.

Pero como se ha visto recientemente en el caso del diputado de La Candelaria, Francisco Fabio Rodríguez, quien literalmente habría estafado a una joven haciéndole firmar una beca y utilizando su nombre y desconocimiento para llevarse una considerable suma además de la dieta. En este caso que ya es público concurren dos cuestiones de grave falla ética y moral: la primera el uso del engaño con alguien que está en una situación de necesidad y que desconoce los procedimientos administrativos. Este sujeto ha utilizado reduciendo a una condición de servidumbre a la joven que resultó víctima de la maniobra porque a causa de la jugada del diputado se ha visto impedida de acceder a un beneficio del ANSES que seguramente el diputado Rodríguez no le facilitará ya que lo denunció.

La segunda falla ética de este Rodríguez reside en que lo más probable sea que no renuncie a su banca ¡Cómo habría de hacerlo si quedan largos meses por cobrar todavía! Cualquiera puede equivocarse, cometer un error, tentarse con el dinero incluso, se podría decir como para echar un manto de piedad sobre el acto de rapiña de este Rodríguez, pero existe un límite que se denomina moralidad de las acciones y que de tenerla este diputado, lo lógico sería pedir las disculpas ante el pueblo y renunciar. Pero esto sólo ocurre en las películas.

Frente a un hecho que salpica la honorabilidad de todo el Cuerpo pareciera que no existe ningún tipo de reproche ni sanción de parte de la Institución legislativa. El silencio de sus autoridades se presentaría como una tolerancia encubierta hacia estas prácticas que se estiman no serían propias de este Rodríguez sino de otros diputados también.

A causa de este escándalo promovido por el diputado de La Candelaria se han agitado las aguas y los comentarios señalan que no sería el único legislador que malversa los “AP” en beneficio propio sino que habrían más diputados en la misma situación, incluso uno de los cuales vendría del campo del periodismo y sólo les daría la obra social quedándose con el resto del dinero.

Será “plata de la política” como dicen en el léxico legislativo, pero de últimas siempre es dinero de los ciudadanos, de los impuestos que pagan quienes trabajan un mínimo de ocho horas diarias y que apenas solventan los gastos familiares.

Diputados como el de La Candelaria son sujetos sin vergüenza ni moral alguna que incumplen el contrato social de ser pagados para representar a los vecinos y se convierten en dueños y señores de una banca prestada. De todas maneras, el escándalo pasará cuando baje la espuma del conflicto y como todo pasará al olvido y seguramente este diputado como tantos otros continuarán utilizando a ciudadanos con necesidad para acumular a su dieta los importes de los “AP”. Incluso hasta encabece alguna lista para reelegirse.

También es cierto que las autoridades de la Cámara de Diputados no pueden ejercer ningún tipo de control sobre los “AP” que designan los diputados porque ni siquiera sería legal, pero sí podrían imponer algún tipo de sanción para estos casos cuando “salta la liebre” y el cazador de víctimas queda al descubierto.

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