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Un legado complejo

Esta es la terrible enfermedad que transmitió la reina Victoria de Inglaterra a muchos descendientes

Fueron muchos los logros positivos obtenidos por la gran matriarca durante su reinado, pero también dejó un factor ciertamente negativo

Esta es la terrible enfermedad que transmitió la reina Victoria de Inglaterra a muchos descendientes

La reina Victoria dejó un visible legado en la historia mundial. La época de su longevo reinado dio como frutos muchos avances tecnológicos y culturales, pero también transformó por siempre la configuración del árbol genealógico real europeo.

La monarca inglesa fue madre de 9 hijos y a la vez abuela de 42 nietos. Y su estrategia de poder era clara: expandir su sangre a través de la mayor cantidad de reinos europeos. Es así como en la actualidad las familias de países como Suecia, España y Grecia están emparentadas entre sí.

Hubo efectos claramente positivos. Precisamente, fue el káiser Guillermo II, su nieto, quien dijo que si la reina Victoria hubiese continuado con vida no habría habido guerras. Y es que ella murió en el año 1901, 13 años antes del comienzo de la desastrosa Primera Guerra Mundial, y en la cual el monarca alemán no tuvo otra opción que estar involucrado.

La larga estabilidad continental fue una gran causa de la unidad política que la “abuela de Europa” incentivó a través de sus enlaces consanguíneos. Pero esto trajo también consecuencias colaterales, informa Voces críticas.

La reina inglesa del siglo XIX era portadora de la llamada “hemofilia”. Esta es una enfermedad que consiste en un extraño problema de coagulación, lo cual puede provocar un sangrado excesivo después de una herida o hasta incluso hemorragias de forma espontánea. Era un factor que en su momento reducía la esperanza de vida de mucha gente.

Y este fue el gen que heredó parte de la realeza europea. Se sabe que la enfermedad fue transmitida a muchos de sus nietos y bisnietos. Victoria Eugenia, los príncipes Alfonso y Gonzalo de Borbón y hasta el entonces heredero del trono ruso, el zar Alexei, fueron portadores de esta enfermedad.

De esta forma, y sin quererlo, la unidad política también conllevó la transmisión de tal enfermedad a lo largo de su descendencia.

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