La reina Letizia deja al descubierto su lado más frío y distante con esta fea e inexplicable conducta

A la reina Letizia le ha costado mucho trabajo modificar su imagen de mujer fría; de hecho, hay quienes aseguran que sus nuevos intentos por mostrarse más cercana son solo una pantalla para mantener una buena reputación. Sin embargo, pese a sus constantes intentos, Pilar Eyre -experta en la familia real- ha revelado la verdadera forma de ser de la monarca.

La personalidad distante de la reina Letizia es una característica que, según explicó la periodista recientemente, es genuina y muy difícil de controlar para ella. Al parecer, a la esposa del rey Felipe VI no le agrada el contacto físico, ni siquiera por parte de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía.



De hecho, uno de los momentos en los que más detesta el contacto físico la reina Letizia es frente al público o frente a cámara. Con respecto a sus hijas, siempre que participan del mismo evento, la líder de Zarzuela se muestra como una madre atenta y cuidadosa, pero nunca invade el espacio personal de las jóvenes y tampoco le gusta que invadan el suyo.

Dos momentos claves donde se demostró que la reina Letizia es una mujer muy fría y distante fueron en la graduación de la princesa Leonor y en la confirmación de la infanta Sofía. Pese a que la esposa del rey Felipe VI estaba feliz, conmovida y muy orgullosa de sus hijas, en ningún momento acortó la distancia y las abrazó. Informa Voces Críticas



La única oportunidad en la que la reina Letizia se mostró más relajada y se atrevió a darle un efusivo abrazo a una de sus hijas fue hace un mes, cuando la princesa Leonor ingresó a la academia militar de Zaragoza. En aquella ocasión, la ex periodista se olvidó de las cámaras y se abalanzó sobre su hija, quien la recibió muy sonriente.

En cuanto a los actos reales, la reina Letizia ha dejado claro en más de una oportunidad que no le gusta que le den dos besos -el típico saludo español- y que prefiere darle la mano a las personas, aunque no sea la forma más común. De hecho, en un viaje a Nueva York pidió explícitamente que la saludaran sin besos y con la mano extendida, tal como hacen los varones.