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Una poción letal: Poder, narcisismo y mediocridad como males de la gestión municipal

Una poción letal: Poder, narcisismo y mediocridad como males de la gestión municipal
domingo 05 de noviembre de 2023

Por Ernesto Bisceglia para Voces Críticas.- El poder resulta siempre una invitación peligrosa a la decadencia moral de quien lo ejerce si no está teñido de autoridad; sobre todo autoridad moral, que es el freno a toda tentación de exceso en uso del poder.

Una lección bíblica muy interesante de meditar para quienes aspiran a los cargos públicos debiera ser aquella del ingreso de Jesús en Jerusalén, tratado por todos los Evangelios (Mateo 21:1-11, Marcos 11:1-11, Lucas 19:28-44 y Juan 12:12-19), el día que la cristiandad conoce como el "Domingo de Ramos". Al margen del sentido religioso de la escena, el momento contiene una enseñanza política de afinado perfil. Cuando Jesús llega vitoreado montado en un asno, la multitud le ofrece ser rey, lo tienta, propiamente, con la posibilidad de ir contra la dominación romana y sentarse en el trono de Herodes. La turba le señala el camino del poder, quieren sólo un líder que los libere, nada más.

Pero aquel Jesús ingresa a Jerusalén montado en un asno como símbolo de humildad y paz, no en un caballo que simbolizaba la guerra y la conquista en aquella antigüedad. El mensaje subyacente es claro: Jesús rechaza el poder como sinónimo de opresión política y prefiere la naturaleza pacífica que lo cubre de autoridad moral y espiritual.

Si acaso Jesús hubiera aceptado la propuesta de tomar el poder que le hacia el pueblo, hoy, quizás leeríamos en los libros de historia cómo las legiones romanas aplastaron una revuelta en la provincia de Judea y su líder, un tal Jesús, terminó ejecutado como Espartaco.

Sin embargo, el rechazo al poder fáctico y la opción por la autoridad hace que a dos mil años de aquel evento continuemos discutiendo sobre ese Cristo, como ungido.

El poder en los municipios

Dicho todo lo anterior a modo de introito en particular del tema del poder, nos centramos ahora en la cuestión del poder en el nivel municipal por ser la organización estatal que está en la base de la pirámide jurídica y constitucional. El municipio es el primer contacto del vecino con el poder. Luego, si quienes administran el municipio sólo se guían por su ambición de poder y no atienden a la autoridad el proceso se corrompe. Luego, los vecinos pagan el costo de continuar viviendo en municipios pobres y subdesarrollados.

La cuestión no es menor cuando observamos que a nivel municipal es donde se producen los excesos más notables, particularmente dos: el enriquecimiento ilícito y la persecución a los que no piensan como el intendente. Cuando ocurre, los dos son rasgos propios del autoritarismo y reflejan la pobreza espiritual, mental y la mediocridad de quien manda.

En la cima de esa pirámide de desviaciones que provoca la ceguera del poder está sin dudas la corrupción, patentizada en el uso del cargo para obtener beneficios personales o para favorecer a sus allegados, en lugar de trabajar en beneficio del bien común.

Le sigue la tentación a restringir la libertad, la igualdad y hasta la dignidad de otros cuando se aprovechan de su cargo para perseguir, amenazar. Violan la igualdad cuando usan su posición para atentar contra la libertad de comercio de otros por venganza o simple abuso del poder, por ejemplo.

Las dos vanas categorías anteriores llevan a la Injusticia como tercer factor, porque al ocuparse el mandante más de sus vendettas personales o enriquecimiento no destina los recursos o concentración necesarios para acercar la brecha entre las necesidades y las posibilidades para quienes sufren carencias.

Le sigue la tentación a manipular a las personas, a usarlas en beneficio propio, a sacarles cosas o servicios a cambio de promesas vacías lo cual daña a la verdad y a la integridad de quienes utiliza.

Los estudiosos del tema suman a todo esto anterior la falta de responsabilidad cuando el mandante (intendente), deja los asuntos de la cosa pública en manos de otro, o bien, se deja influenciar por otro menos capaz, resentido y rapaz, lo cual culmina en un ciclo de abuso continuado.

Todo este cúmulo de falencias en quienes no comprenden al municipio como la joya del sistema democrático y caen en los abusos, termina deteriorando la confianza, erosionando la majestad de las Instituciones y dañando a la sociedad en su conjunto. Un municipio así deteriorado se complica en sus posibilidades de progreso.

Pero lo más grave de una mala administración municipal es el impacto en las generaciones futuras, ya que las malas decisiones tomadas por aquellos en el poder hoy pueden crear un legado de desigualdad, injusticia y sufrimiento para los venideros.

Hoy vivimos en una Argentina que se debate entre dudas eleccionarias profundas, donde el voto ha perdido el valor de ser factor de cambio para una instancia nacional. Sin embargo, en una relación de Causa-Efecto, volviendo hacia atrás el proceso, daremos con que todos los males o todos los bienes pudieron haber corregido el rumbo del país si los municipios hubieran sido fuertes institucionalmente y los intendentes honestos.

De hecho ¿Dónde se decide la suerte de un gobernador o de un presidente? ¡En los municipios!

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