Última hora

POR ERNESTO BISCEGLIA

Hablaron las urnas y terminaron con una etapa: ni vencedores ni vencidos

Hablaron las urnas y terminaron con una etapa: ni vencedores ni vencidos
lunes 20 de noviembre de 2023

SALTA -Por Ernesto Bisceglia para Voces Críticas- La historia, como diría Cicerón en su "De Oratore", personificando a la historia, es "Magistra Vitae", maestra de la vida y transmite en esa sentencia la idea de que el estudio del pasado debe servir como una lección para el futuro.

Recordamos entonces al General Manuel Belgrano cuando triunfara en aquella crucial Batalla del 20 de Febrero de 1813, donde si los realistas ganaban ese lance la historia posterior hubiera sido distinta porque nada hubiera detenido al enemigo hasta Buenos Aires. Al finalizar esa batalla, Belgrano hizo sepultar en una misma fosa a los muertos de ambos bandos y mandó colocar una cruz con la inscripción "Ni vencedores ni vencidos".

La elección realizada en la jornada de ayer estaba teñida de ribetes ciertamente pasionales, donde se enfrentaban dos modelos claramente definidos, tanto que el electorado estaba prácticamente partido a la mitad. Una parte de la población hundida en la pobreza y en la indigencia, una inflación desbocada, un Banco Central con un pasivo entre 11 mil y 18 mil   millones de dólares abajo, y así... Por otra parte, una propuesta cuyos ejes centrales no coinciden en nada con la idiosincrasia argentina porque están alineados con el formato del Nuevo Orden Mundial.

Si el modelo presente no ofrecía buenos augurios para el corto y mediano plazo, el que ha ganado es una incógnita, pero en el medio jugaron elementos subjetivos que empujaron a casi el sesenta por ciento de los argentinos a optar por un cambio. Javier Milei representaba un "salto al vacío" como se dijo, y la mayoría optó por saltar.

Esta experiencia electoral deja, no obstante, algunos datos interesantes de analizar; el primero, sin duda es el porcentaje de 55,69% obtenido por Javier Milei contra un 44,30% de Sergio Massa, lo que coloca al primero por encima del histórico 54% con que Cristina Fernández gustaba de recordar "Soy la presidente del 54%". Incluso, la cifra de Milei superó a la que consagró al Dr. Raúl Ricardo Alfonsín en 1983 que logró un 51,75%.

Si se analiza el contexto histórico de esos triunfos, el Dr. Alfonsín obtuvo esa cifra no sólo por su innegable y recordaba capacidad oratoria sino también porque el país quería cerrar un ciclo de violencia que había inaugurado el peronismo de 1973. Recordada es aquella imagen del dirigente Herminio Iglesias incinerando un ataúd con las siglas de la U.C.R. en el acto de cierre de campaña que resultó definitorio: Los argentinos no querían más violencia.

En su momento Cristina Fernández obtuvo ese porcentaje porque se vivía una euforia social en un país que venía saliendo de una crisis que estalló durante el gobierno de la Alianza que eyectó de la Casa Rosada al presidente, Fernando de la Rúa. Las políticas públicas aplicadas y cierta bonanza econòmica aparecían como una panacea democrática que ocultaban la oscura realidad de un deterioro institucional que ahora  es innegable.

El segundo dato a considerar y que constituirá una curiosidad histórica en los anales de la política es que el ganador no proviene de las filas de ningún partido político tradicional, es un "outsider" puro y llano, un personaje que hasta hace dos años ni siquiera tenía un partido propio ni menos una superestructura. Menos todavía tenía -ni tiene- un discurso tradicional, por el contrario, las ideas de Milei se compadecen con los cambios que está ya imponiendo la Cuarta Revolución Industrial y entrañan un desafío impensado para todos.

Los argentinos no conocen lo que es la libre competencia, no saben lo que significa jugar en el "Mercado", no tienen experiencia en esto de ser libres de estudiar, comprar o vender y sobre todo en esto de que "gane el mejor". Esto se debe a que desde la mitad del siglo pasado este es un país subsidiado, donde el principio de subsidiariedad del Estado ha sido abusivamente utilizado. Donde nunca se ha favorecido a la libre empresa y menos todavía a las Pymes. Donde el sistema educativo fue pensado para formar individuos funcionales al sistema y donde en extensos tramos de la historia reciente la religión obró como un verdadero "opio de los pueblos".

El tercer elemento es que el gobierno que viene deberá necesariamente practicar una gestión de diálogo político con todos los sectores y en eso se definirá si Milei será un presidente de consenso o de decreto. Porque asumirá en un país con una enorme debilidad institucional donde los gobernadores jugarán un papel clave en la estabilidad política de la gestión entrante, porque toda la clase política debe leer el mensaje que viene desde todos los sectores. Basta mirar cómo quedó pintado el mapa argentino para concluir que desde los humildes hasta los sectores productores del centro están reclamando que los dirigentes se sienten y formalicen acuerdos que le den viabilidad al país.

Por último, hay que preguntarse dos cosas: ¿Qué pasará con los partidos políticos tradicionales? ¿Qué será del peronismo y del radicalismo?; ¿Acaso con Milei se viene la formación de un nuevo partido político?

Es necesario pensar una urgente reforma política que restituya a los partidos políticos tradicionales y prevenga el juego que vendrá si después de esta elección surge un partido libertario en sí mismo.

En cierta forma habría que pensar en la necesidad de una refundación de la democracia argentina porque a Milei no lo consagraron bases institucionalizadas sino una masa de jóvenes desde los 16 años hasta adultos de 40 en promedio que "militaron" las propuestas del libertario desde las redes sociales.

Quizás allí se encuentren las respuestas a lo que pasó y la dirigencia tradicional comprenda que el abandono de las doctrinas, de los principios, de la organización partidaria y de la militancia activa permitió el surgimiento de una alternativa inesperada. Porque Milei vino a representar las aspiraciones y el deseo de protagonismo de una franja de ciudadanos que se encontró al margen de toda participación política. La ingeniería electoral de los Frentes ha llegado a su fin y es imperioso llamar a ordenar nuevamente a los partidos políticos para que desde sus mismas estructuras depuren a su dirigencia y abran la puerta a la militancia de elementos jóvenes.

Las urnas hablaron y dieron un ganador, pero es una victoria pírrica porque los costos sociales son muy altos y si no existe un ánimo de consenso generoso, ese costo será aún más alto.

No existen en la política mesías que vengan a salvar al país. Esto ya fue probado y siempre fracasó. El país ya no tiene margen para más fracasos, por eso, si bien hay un ganador es la hora de llamar a todos. En los municipios, en los gobiernos provinciales, incluso en el futuro gabinete nacional -y ojalá sea realidad la oferta de Milei de que todos los que se quieran sumar sean recibidos-; es la hora de convocar en cada gobierno a todos aquellos que saben sobre algo. Es la hora de la generosidad donde se verán a quienes son lideres y se expondrá a los que quieren seguir siendo simplemente funcionarios.

Es la hora de un gran acuerdo nacional, por eso aquí, no hay ni vencedores ni vencidos. 

SEGUÍ LEYENDO
Últimas noticias
MÁS LEÍDAS