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POR ERNESTO BISCEGLIA

Al final, Don Roberto Romero tenía razón: ¿Y si vamos pensando en la República Libre de Salta?

Al final, Don Roberto Romero tenía razón: ¿Y si vamos pensando en la República Libre de Salta?
domingo 28 de enero de 2024

SALTA (Por Ernesto Bisceglia para Voces Críticas) Como liberales que nos definimos desde hace décadas antes de que este producto mediático llegue a la presidencia de la Nación, decimos que antes que intelectualmente, hay que ser libre de espíritu. De allí entonces que rechacemos todo dogma religioso, decreto o decisión política que colisione con la libertad del otro. La Libertad no es una categoría absoluta, toda la libertad tiene límites. Debe tenerlos, caso contrario, ingresamos en el dudoso y peligroso terreno de la anarquía o la tiranía.

Luego, entendemos que algunos aspectos del programa del presidente Milei siguen pareciéndonos interesantes y apropiados al momento de cambio que ya comenzó a nivel mundial y que sus ideas se enfrentan con idiosincrasia popular y subsidiada desde hace casi cien años.

Pero de allí a la aceptación ovina de lo que el presidente diga o pretenda hay una distancia. El exabrupto lanzado en la última reunión del gabinete nacional en tono de amenaza a los gobernadores: "Los voy a fundir, los voy a dejar sin un peso", lo entendemos no como una expresión política sino como un acto reflejo rayano en el autoritarismo. Y hasta allí llega nuestro amor porque somos partidarios del consenso y jamás de la exacción.

Mirar hacia la historia para actuar en el presente

Por definición, la región es anterior a la nación, y la región NOA y particularmente la provincia de Salta es fundacional para la República Argentina. Hay que pensar que en el cuadrado que forman la actual Avenida Belgrano, la Avenida San Martín, el Convento San Bernardo y las alturas del antiguo molino hacia el oeste, en ese pedazo de urbe se selló la suerte de la Independencia Argentina y hasta Sudamericana, porque si el General Manuel Belgrano perdía la Batalla de Salta nada hubiese detenido a los realistas hasta Buenos Aires y la historia sería otra. De igual manera, en ese mismo espacio, el General Martín Miguel de Güemes ejerció su gobierno y contuvo al invasor como teatro de operaciones político y militar, entiéndase.

La Nación argentina le debe todavía a Salta ese reconocimiento histórico porque todos los episodios bélicos y políticos que nos dieron la Libertad se dieron en el marco territorial de Salta y el Alto Perú que formaba parte integrante de nuestro territorio, entonces la Intendencia de Salta del Tucumán.

Luego está la posición geopolítica estratégica de Salta, ya descubierta desde los Incas y luego advertida por el Virrey Francisco de Toledo que ordenó fundar en la zona un enclave que sirviera como punto intermedio entre Lima y Buenos Aires. Esa posición se mantiene hasta nuestros días.

Por su potencial económico, Salta mantiene su capacidad de liderar la Región, estratégica también por lindar con tres países y rica en recursos naturales, además de una fuerza de trabajo humana superlativa. Nos estaría faltando afinar la cuestión en materia de liderazgos políticos.

La visión de Roberto Romero

Cuando se produjo el levantamiento de Semana Santa (1987) y se pensó que la democracia podía estar en peligro, el entonces gobernador, Roberto Romero, dijo sin tibiezas: "Si cayera el gobierno nacional, Salta se segregará de la Nación". Hay que tomar el peso de semejante declaración, que en mérito a lo antes dicho, no era sino volver a las fuentes históricas que sostienen la preponderancia de Salta en la Región.

Cuando la economía del país tambaleaba, Roberto Romero, lanzó el Bono de Cancelación de Deuda, una cuasi moneda, sí, pero que alivió la situación de los salteños, con las limitaciones del caso, por supuesto, que luego fue rescatado. De donde pensar en una cuasimoneda hoy cuando al presidente Milei se le sale la cadena, no resulta nada descabellado.

Y no debemos olvidar aquella fantástica política de integración regional que fue el Norte Grande, una formulación que lamentablemente ningún gobernador de los que le siguieron logró fortalecer. Si aquella idea del Norte Grande hubiera cuajado según lo pensaba Romero, habría que preguntarse si acaso el MERCOSUR existiría y Salta no sería el punto neurálgico de la economía desde el Ecuador hacia abajo. De hecho, el ZICOSUR, un mercado pensado para 50 millones de consumidores también tiene más de declarativo que de efectivo.

Por fin, sumando estos tres factores fáctico-políticos enunciados ¿Qué nos impide pensar no el extremo del titular de segregarnos como una "República Libre", ¿sino como un emprendimiento político regional que haga frente al unitarismo que se está consolidando en Buenos Aires?

Cuando se bate el pensamiento de Juan Bautista Alberdi como inspirador de este "liberalismo libertario" y "alberdiano" tan suigéneris, nos encontramos que hay puntos donde se podría estar ingresando en el peligroso terreno de violentar el espíritu (y hasta la letra) de la Constitución Nacional, producto intelectual, precisamente, del gran pensador tucumano.

La Regionalización como un factor político hacia el futuro

Lamentablemente, toda nuestra clase política carece de conocimientos históricos y además pareciera no estar al corriente de lo ya está ocurriendo con la Cuarta Revolución Industrial en marcha y el cambio global del Nuevo Orden que también ya está entre nosotros.

Ese Nuevo Orden Mundial tiene previsto -entre muchos otros factores-, instalar la regionalización, es decir, la desaparición de países enteros que pasarían a formar parte de regiones supranacionales. Hace muy poco tiempo el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sugirió que su país y los circundantes "deberían formar una nueva nación" (palabras más o menos). En algunos trabajos de pensadores relacionados a Naciones Unidas se habla de que Argentina podría subdividirse en tres grandes regiones, por ejemplo.

De modo que pensar a la provincia de Salta como líder de una Región, no resulta una aventura descabellada. Habría que ir pensándola al menos.

Con el Federalismo no

El cacareado asunto del federalismo por el que se derramó tanta sangre jamás tuvo vigencia en el país. Durante la colonia el único ingreso del Puerto de Buenos Aires era la Aduana, y aunque, Juan Manuel de Rosas, factótum del federalismo tuvo la suma de poder por más de tres décadas jamás quiso organizar constitucionalmente al país a pesar de que todos los "Pactos Preexistentes" que señala el Preámbulo se celebraron bajo su gobierno. Y era lógico que así procediera porque Rosas, siendo uno de los dueños de la Aduana no iba a repartir ese dinero entre provincias que ni siquiera tenían límites precisos.

Aquel viejo problema de la Aduana hoy se llama Coparticipación Federal, pero a la inversa. Las provincias envían sus recursos y la Metrópoli les entrega casi como favor un porcentaje. Entonces, si se planteara una política dura desde la presidencia intentando extorsionar a los gobernadores con la coparticipación y los recursos nacionales, sería lícito e históricamente justificado plantear la posibilidad de armar un bloque regional que hiciera valer sus derechos no enviando recursos a la Metrópoli. Dicho así suena a un disparate, pero lo sería tanto como que la presidencia pretendiera dejar sin los mismos a las provincias.

Porque aquí no se trata de extorsionar a gobernadores y diputados, sino que se está poniendo en juego la vida de los salteños, jujeños, tucumanos y los demás argentinos. Que el ajuste debe ser, estamos de acuerdo porque el kirchnerismo dejó un país desbastado hasta las bases, pero jamás al pírrico precio del hambre de la población, particularmente de los que ya menos tienen.

Decimos por último ¿No será hora entonces de comenzar a pensar en modo futuro pero inmediato y consolidar un liderazgo regional? En el barrio dirían: "A loco, loco y medio".

¿Utopía? Es muy probable, pero dice el viejo dicho que a "Las revoluciones las hacen cuatro locos con diez monedas". -

 

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