El Milagro en Salta. No votan en octubre, pero…: feroz interna en la Curia por la sucesión del Arzobispo

SALTA.- (Por Franco Alvarado para Voces Críticas) Si existe en toda la historia del Occidente cristiano una Institución que ha perfeccionado su diplomacia a niveles tan finos de ser capaz de convertir una mentira en verdad revelada, llegado el caso y la necesidad, ésa es la Iglesia Católica. De allí que resulta imposible pensar que sus miembros y más cuando son de alta jerarquía, se pronuncien en público, sin antes haber meditado y juntado los avales suficientes puertas adentro. 

Luego de los sucesos ocurridos durante la pasada Procesión del Milagro, donde el arzobispo Mario Antonio Cargnello, en un gesto que atravesó el país, le reclamara en la cara al presidente de la Nación por los pobres, dos miembros notables y notorios de la jerarquía hicieron sentir su disgusto con la presencia del Primer Magistrado en la celebración religiosa.

La pregunta es ¿por qué?

La respuesta no es nueva y tendría que ver con una feroz interna desatada desde hace ya unos años, a esta parte, dentro del Prebisterio local por la sucesión del solideo arzobispal. En efecto, como en Salta todo es tradición, una de ellas es la de “aguantar” determinado tiempo a un arzobispo y luego comenzar a “serrucharle el piso”.

Antecedentes

Ya ocurrió esta situación cuando se vislumbraba llegar el final de monseñor Carlos Mariano Pérez Eslava y en aquel momento comenzó el movimiento de pinzas liderado por una parte, por el extinto cura Ernesto Martearena, que buscaba el posicionamiento del también fallecido, monseñor, Mario Oscar Moya, grupo que se enfrentaba al sector tradicionalista que apoyaba la sucesión del entonces Obispo Auxiliar, Raúl Arsenio Casado, candidato natural a suceder a Pérez. 

Sin embargo, a la hora de las definiciones, alguna mano traviesa con amigos en el Episcopado Nacional terminó haciendo que Casado terminara como Obispo de Jujuy y la silla de Salta quedara liberada para quienes ya creían alcanzado su cometido. 

Pero el “Espíritu que sopla donde quiere” trajo desde Córdoba a Monseñor Julio Moisés Blanchoud, un hombre de espíritu apostólico, más cura que jerarca, quien nunca estuvo cómodo, ni con el cargo, ni con la sociedad que entornaba y vivía de la Curia. Un hombre sin carácter, dominado por el entonces Secretario Canciller, Ernesto Martearena. 

La interna seguía latente, algunos apostaban a la renuncia anticipada de Blanchoud, pero el sencillo hombre siguió hasta el final. En ese transcurso regresaba desde Roma, el Presbítero Raúl Méndez, ya doctorado en la Universidad Gregoriana de Roma, título que alguno de sus pares ponen en duda que haya sido logrado en dicha Casa de Estudios. 

Para los círculos cercanos a la Curia, Méndez regresaba a Salta no sólo envuelto en la toga de la soberbia intelectualm aunque destacados ex maestros suyos lo consideraran un mediocre que repetía: “De aquí hasta Córdoba no hay ninguno como yo”, sino con la intención de ir por la anhelada mitra arzobispal. Otra vez comenzaba el tejido de internas. 

El actual arzobispo, Mario Antonio Cargnello llegó por aquellos años a Salta como obispo de la Ciudad de Orán, ya con la venia para ocupar el arzobispado. Desde Orán comenzó a tender hilos con los sectores que tradicionalmente “se codean” con la curia y enfrentó el primer problema, el poder que había acumulado el cura Martearena. De ese tiempo viene la elevación a la Vicaría de Monseñor Dante Bernacky, un hábil diplomático de perfil bajo pero de poderosas manijas de presión. 

Para muchos, Cargnello traía el aire fresco que la Iglesia de Salta reclamaba, pero a poco de andar, fue entornado por los grupos de poder y el Opus Dei se ocupó de hacer el resto. No fue ni un pastor popular, ni tampoco un lúcido intelectual, sólo un eficaz administrador de los bienes sociales de un sector que se siente privilegiado. 

Bajo el mandato de Cargnello, el Prebisterio acumuló los peores antecedentes de que se tenga memoria, curas fallidos, con causas por abusos, personajes licenciosos que terminaron –hecho inédito- con la intervención del propio Vaticano en Salta y el bochorno para Salta de curas presos por abyectos delitos contra la honestidad de las personas. 

Sobre la cuestión social, jamás una palabra que defendiera los derechos de los pobres, de las comunidades marginadas, de las mujeres golpeadas a mansalva y asesinadas, jamás un reclamo sobre los femicidios  sin respuesta. La Curia local interpretó el silencio como el modo más eficaz de decir “de eso no se habla”. 

Ahora, los interesados en el manejo de los bienes curiales y espirituales de Salta estarían considerando que Mario Antonio Cargnello ha cumplido su ciclo. Su desprestigio personal no conviene a sus intereses y el cambio de gobierno exige otra persona que se adapte más a las conveniencias de lo que viene. 

El Milagro era la oportunidad de exponer a un Cargnello complaciente que le tendió una trampa al propio presidente de la Nación invitándolo a visitar Salta para ajustarle una soga al cuello en público con la cuestión de pobreza. El arzobispo, poco avispado, ingresó en la jugada y allí salieron los dos alfiles que aguardaban su oportunidad agazapados: el Presbítero Raúl Mendez y el propio Vicario que venía guardando prudente silencio y vio que era la oportunidad de sentar una posición. 

Es la primera vez en la historia que los intereses de los hombres se muestran tan descarnadamente y utilizando nada menos que en la Fiesta de la Fe mayor de los salteños, a un presidente de la Nación, para exhibir, que más allá de los hábitos blancos, no son más que hombres, algunos de espíritu muy oscuro. 

El tiempo dirá lo que sigue.

Por Franco Alvarado