Sacrificios, logros y renuncios: Laura Cruz, la primera mujer salteña que será ingeniera nuclear

SALTA.- Cautivada desde niña por las ciencias duras, Laura Cruz, salteña, de 22 años, tomó la decisión de seguir la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional de Salta. Allí tomó sus primeros contactos con la energía nuclear y fue ese el disparador para escrutar lo caminos de esa rama. Ni lerda ni perezosa, se contactó con el profesor Daniel Córdoba, a quien ya había conocido durante la secundaria a través de su curso “Física al alcance de todos”. “Daniel es un excelente transmisor de la experiencia del Balseiro, por eso no me resultó una novedad, yo ya sabía por él cómo era vivir y estudiar ahí”, explica Laura remontándose en el tiempo.

“Me cautivó el manejo de las clases del profesor Córdoba y la forma en que incentiva la curiosidad del alumno. Él nos mostró que la ciencia no es algo difícil o feo como todo el mundo piensa. La forma que utiliza es la de los ejemplos prácticos y eso es muy motivador, porque la sentís cercana a la ciencia; es muy didáctico Daniel, no hay mucho de eso en los colegios”. Contrariamente a lo que se puede pensar, Laura no era un dechado de virtudes en el secundario en lo que a física se refiere, por eso es que decide ingresar a los talleres del profesor Córdoba, descubriéndose así el túnel por el cual ingresaría de lleno al mundo científico, a peso firme y sin artilugios. Luego de cursar dos años la carrera de Ingeniería Química comenzó a prepar su ingreso al gigante de la Ingeniería, el Goliat de la ciencia: el Instituto Balseiro.

No escatima elogios a la hora de referirse a ese especie de centauro Quirón salteño, Daniel Córdoba, profesor destacado y dedicado a transmitir el entusiasmo por la física, que ya lleva preparadas varias camadas de alumnos salteños que ingresaron al prestigioso instituto en Bariloche. “Salta es una de las provincias que más alumnos lleva, es por eso que a Daniel le otorgaron un reconocimiento en el instituto”, explica Laura. “Él me explicó que tenía que preparar un examen de ingreso, después pasar a una entrevista y recién ahí podía ingresar. Colaboró también el hecho de que él llevaba a Salta gente del Balseiro que nos explicaba su experiencia”.

Su vida en Bariloche es sacrificada. La jornada comienza a las 8.30 con un paréntesis entre 12.30 y 14, hora en la que vuelven a ingresar a clases hasta las 18.30 o 19. “Es muy exigente. Lo más cansador es la cantidad de horas de clases y el nivel de estudio; yo me acuerdo que cuando estaba en la anterior universidad no se me hacía tan complicado, solía aprobar todo y con buenas notas. Acá todo cuesta más y necesito más horas de estudio que antes”.

En la actualidad, en la carrera de Ingeniería Nuclear, es la única salteña. “Acá todos los estudiantes somos como una familia debido a que vivimos todo el día juntos, acá te reciben con las manos abiertas, dispuestos a darte una mano en lo que necesites. Todos queremos recibirnos juntos, buscamos que a todos nos vaya bien, que nadie se quede atrás”, dice Laura motivada por la confraternidad surgida producto del desarraigo y el común denominador de sueños, esperanzas y desvelos.

La carrera de Ingeniería Nuclear es de tres años, Laura va cursando dos años y medio de esta senda. Señala como meta el mes de junio, fecha en que se cumplirían los tres años de ingreso en el Balseiro. Su familia y amigos están orgullosos por sus logros, apuntalan sus sacrificios y acompañan con fuerza el mérito de haber llegado tan lejos y en poco tiempo. Laura espera que sus hermanos también puedan seguir el camino del estudio y conquistar un título en tiempos venideros. Un ejemplo para las generaciones presentes y futuras, un hálito de aire nuevo, motivador, porque ya lo dijo Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo".

Por Carolina Mena Saravia para Voces Críticas