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IRRESPONSABILIDAD AL PALO: AL COMPÁS DEL CORONAVIRUS

¡Último momento! Los casamientos en Cafayate que podrían propagar el coronavirus en Salta

Los dos contrayentes eran extranjeros y ambas fiestas estaban plagadas de europeos. Cafayate parecería haber cursado invitación vip al virus del momento.

¡Último momento! Los casamientos en Cafayate que podrían propagar el coronavirus en Salta
Imagen ilustrativa
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domingo 15 de marzo de 2020

SALTA.- (Carolina Mena Saravia) “¡Dos casamientos plagados de extranjeros, dos casamientos donde los maridos eran de afuera y se pandungueaban por Cafayate, que además estaba lleno!”, esta es una de las versiones que echó a rodar en las últimas horas en Salta.

Mientras ayer la pandemia iba mostrando sus aristas más filosas con bares vacíos a la tarde y a medida que avanzaba la noche solo había jóvenes en las veredas, Salta se debatía entre la disyuntiva de conciencia de quedarse en casa o salir “al aire libre” porque “después de todo no hay ningún caso confirmado todavía”.

Mientras tanto, a 198 kilómetros y tres horas de viaje desde la capital, en el medio de los cerros, Cafayate parecía vivir una especie de limbo bacanal. ¿El motivo? Dos casamientos se debatían el protagonismo de la jornada. Nada de esto resultaría extraño, pero es menester aclarar que dos de los contrayentes eran extranjeros y ambas fiestas estaban plagadas de europeos.

No, señores, no es el casamiento de la hija del polista de Coronel Suárez, José Bertola, al que todo un pueblo acusó de irresponsable y pasó a ocupar la primera plana de los noticieros, como si de un delincuente se tratase, por cuatro familiares italianos que habían llegado para asistir al evento. Acá un poco más al norte, en las antípodas, la fiesta de Bertola en la lejanía del campo parecería ser una panacea de pulcritud comparado con la plaga de extranjeros que invadió Cafayate, mofándose de la disposición de guardar la debida cuarentena dictada por el Gobierno nacional.

 

                                                                          

Uno de los casamientos era el de Isabel Aráoz, cuyo novio, hoy marido, ostenta nacionalidad inglesa. “La mitad del casamiento era extranjero”, dicen las voces aterradas de los que ayer bailaban en un frenesí descontrolado. El otro casamiento era el de Constanza Mendoza con su “boyfriend” nortamericano, cuyo escenario era el hotel Altalaluna. En el hotel Patios de Cafayate se hospedó la finlandesa internada en el hospital del lugar sospechada de haber dado positivo en coronavirus, pero que las autoridades insisten en afirmar que los análisis fueron derivados para una “verificación” porque prima facie habrían dado negativos… ¿Incertumbre o encubrimiento? Las medidas de algunos cafayateños prudentes comenzaron a aflorar, dando cierre a algunos restaurantes y colegios, como decisiones precautorias y como consecuencia de “los pibes extranjeros que puluraron el finde por el lugar”.  

Lo cierto es que a estas alturas, y con las redes sociales intensificando la campaña “Yo me quedo en casa” en medio del estupor que la pandemia genera aún entre aquellos que hace unos días minimizaban la situación, Cafayate parecería haber cursado invitación vip al virus del momento. Algunos invitados arribaron desde Dubai y regresaron a destino en jets privados, ya que Isabel Aráoz , una de las protagonistas del fin de semana, trabaja en los Emiratos Árabes. ¡Lindo regalito habrían dejado estos reyes magos del moderno oriente del siglo XXI; ni mirra, ni incienso, tampoco oro, solo un cofre con algo llamado COVID-19!

La noticia ya corre como reguero de pólvora. Siguiendo la premisa de que “es mejor prevenir que curar”, las voces indignadas comenzaron a levantarse. Hoy, domingo 15, nos encontramos transitando los temibles idus de marzo. El legendario Julio César, en la Roma del 44 antes de Cristo, hizo caso omiso al consejo del vidente que le advirtió del peligro que correría ese funesto día. Fue por más, y de camino al Senado se topó con el vate, desafiándolo. Ese mismo día murió en manos de los senadores en un sangriento y cruel ataque.  

Solo espero, queridos lectores, que no tengamos que pronunciar una de las frases atribuidas al político y militar romano asesinado: “Ista quidem vis est?” (¿Qué clase de violencia es esta?), a la que se podría contestar en dialecto criollo, con rima incluida: “Lisa y llanamente estupidez”. Quien quiera oír que oiga.

Por Carolina Mena Saravia para Voces Críticas

 

 

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