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EXCLUSIVO POR LAUREANO NÚÑEZ BAZÁN

Coronavirus en Salta: estampida de mozos “a lo Jumanji” en el Club 20 de Febrero

El coronavirus desata todo tipo de tormentas y toca todas las puertas de una sociedad aterrada, y no tanto, por los acontecimientos

Club 20 de Febrero
domingo 16 de agosto de 2020

SALTA (Por Laureano Núñez Bazán) Los índices en Argentina aprietan el calcañar de Salta, por el ascenso estrepitoso que la lleva  a ocupar el segundo puesto en el podio del coronavirus, encabezado por la sufrida provincia de Jujuy, donde desde hace algunas semanas explotaron los casos de COVID-19, llegando a contagiar incluso al gobernador Gerardo Morales.

Ayer, la sociedad salteña vivió la parancia de pelos más grande cuando los mozos del Club 20 de Febrero se alzaron en estampida “a lo Jumanji”, abandonando las instalaciones y declarándose en una especie de “coronahuelga de gastronómicos”, para utilizar una expresión acorde al lugar y público donde se desarrollaron los hechos.

Desde esta tribuna ya venía yo reportando lo que el coronavirus genera no solo físicamente, sino psicológicamente en las personas. Basta con susurrar la posibilidad de un caso en el entorno que el miedo paralizante se apodera de la paupérrima condición humana, generando todo tipo de situaciones más allá de la cordura y raciocinio.

Mientras el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, tiene la garganta seca de pronunciar a los cuatro vientos la indolencia de los bolitas (bolivianos) que insisten en seguir cruzando la frontera hacia su segunda -¿o primera?- patria, desesperados por el escenario colapsado que presenta Bolivia a raíz del virus, algunos desprevenidos todavía no dan cuenta de que la circulación comunitaria llegó al Valle de Lerma para quedarse.

El mal endémico del norte argentino cobró estado nacional, y los refuerzos militares en la frontera argentina no se hicieron esperar. Gustavo Sáenz compartió un video y expresó su indignación: “Esto sucede en las fronteras sr Presidente”, tuiteó el 14 de agosto y compartió un corto en el que se ve a los bolivianos infringiendo las disposiciones para cruzar el charco, con abandono de heladera incluído –sí, leyó bien, ¡de heladera!- porque, no contentos con cobrar el IFE en nuestro país y negarse a vender nafta a los argentinos que transitan por sus rutas, ahora nos quieren “bagayear” el coronavirus.

Mientras estos sucesos de la plebe tomaban fuerza, en Salta capital también se reportaban como reguero de pólvora los casos de coronavirus en villas y barrios extramuros. La tranquilidad se vio azotada la mañana del sábado 15 de agosto, cuando el Club 20 de Febrero prendió la alarma porque “uno de los del pocker” tenía coronavirus.

La tragicomedia a la que este virus ya nos está acostumbrando abre el telón para reportar la huida en masa de los mozos, dejando un tendal de comensales confundidos y preocupados en una muestra más de la pusilanimidad del hombre.

En primer lugar, el recinto del mencionado club no ahorró medidas precautorias, tanto en el distanciamiento social como en la desinfección ediliciaHasta ahí todo cierra, pero lo que está muy claro es que el contagio del “socio del pocker” provino de la plebe, en una muestra más de la popularidad del bicho del momento.

Un desprevenido enfermero fue la causa de la contaminación en este refugio que no ahorra sobresaltos a la hora de enfrentar situaciones extremas, gratas o ingratas, desde los tradicionales festejos por el triunfo de la batalla de Salta hasta la invasión de algún que otro ocasional moro arrimado a las instalaciones, como sucedió algunos años atrás cuando se entonó las estrofas no del himno nacional, sino de la marcha peronista en los festejos por el onomástico del hermano del entonces intendente Miguel Isa.

Mientras, en horas de la tarde de ayer, la confusión se había adueñado también del bar del recoleto club porque no solo estaba cerrado, sino que se desconocía si abriría sus puertas el día de hoy, domingo 16 de agosto, en la celebración del Día del Niño.

La popularidad del virus no discrimina. ¡Hay coronavirus para todos, señores!, incluso para el que hojeando la carta se decanta por un exquisito lomo iris o un lomo robertino, ravioles a la parisienne, lomo a la frontera o un dorado carré de cerdo con miel.

La estampida de mozos dejó helada a la sociedad salteña que, ante el estupor por el avance de casos de gente como uno, por lo bajo, reía socarronamente imaginando un “sambayón con higos en almíbar” de postre, claro que ahora debería tornar a “sambayón con higos al coronavirus”.

Ya volverán los buenos tiempos para el Club de los amores porque si el coronavirus estalló “arriba, en la sala de pocker”, está debidamente aclarado el hecho de que los mozos que atienden esa “covacha premium” no son los mismos que asisten los distintos salones de abajo.

Mientras el incauto servidor gastronómico espera el resultado de su hisopado y el Centro de Convenciones aguarda en sus instalaciones a los nuevos infectados en un intento por brindar soporte al abarrotado Hospital Papa Francisco, ya se clausuraron algunas áreas del Club a la espera de una nueva desinfección.

¡Bienvenida sea la clausura! prorrumpen algunos socios que se verán librados de tener que aspirar, aunque más no sea por unos días, el nauseabundo olor a tabaco que emerge desde la caverna lúdica "de arriba", y que en algunas oportunidades recibe junto con el guardia en el palier de entrada.

En el día número incontable de esta eterna cuarentena vuelvo a llamar al recato a los salteños, señores, comprobando la vigencia del adagio del digno exponente del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo, que reza: “Los fumadores de tabaco comienzan desde aquí abajo su noviciado para el infierno, donde se necesita estar muy acostumbrado al humo”.

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