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A LOS SANTOS PATRONOS, POR EL MILAGRO

El día que Balduino y Fabiola de Bélgica visitaron al Señor y a la Virgen del Milagro

La notoriedad del Señor y la Virgen del Milagro cruzó el océano; el mar de gracias que derraman borró los límites geográficos, acortando distancias, tendiendo puentes de fe

Fabiola de Bélgica en compañía de Alicia Alzola
En compañía del gobernador Ricardo Joaquín Durand Guash Leguizamón y Alicia Alzola
En compañía del gobernador Ricardo Joaquín Durand Guash Leguizamón y Alicia Alzola
domingo 13 de septiembre de 2020

SALTA (Por Carolina Mena Saravia) Comenzaba el mes de noviembre de 1965. En Salta el calor hacía sentir sus abrazos estivales un poco antes de tiempo. La gente, sin importar el rigor del clima, colmaba la calle lateral para dar la bienvenida a los reyes de Bélgica, Balduino y Fabiola, a quienes se veía avanzar con paso sereno por la calle España frente a la plaza 9 de Julio para dar cumplimiento, en la catedral basílica, a la promesa que le habían realizado al Señor y a la Virgen del Milagro.

La fama de los santos patronos cruzó el océano, así como una vez lo hiciera la milagrosa imagen del Cristo en la cruz cuando apareció flotando en las aguas del océano Pacífico, más precisamente en la inmensidad del puerto del Callao.

Salta recibió a Balduino y a Fabiola de Bélgica con los brazos abiertos; después de todo la visita de reyes europeos no era algo que sucediera a menudo. En compañía del gobernador Ricardo Joaquín Durand Guash LeguizamónAlicia Alzola Gardeweg de Durand, los monarcas departían risueños con una nutrida comitiva.

La calidez de la visita es un grato recuerdo en la familia Durand Alzola. Ricardo era hijo de Alberto Durand y Salletes y de María Guash Leguizamón; Alicia, a su vez, pertenecía a un distinguido linaje chileno.

El gobernador Durand descendía, a su vez, de una antigua familia con profundas raíces salteñas que se remontan al célebre genearca don Juan Galo de Leguizamón y Salinas, coronel del Ejército Nacional, comerciante y poeta que prolongó su legado en una nutrida descendencia con intrincadas raíces en nuestro país.

 

 Foto: Ricardo Durand, Alicia Alzola de Durand, Fabiola y Balduino de Bélgica rumbo a la catedral de Salta

Balduino de Saxe-Cobourg- Gotha y Bernardotte desciende del rey Leopoldo I, príncipe de Sajonia-Coburgo y Gotha, que prestó juramento constitucional el 21 de julio de 1831, convirtiéndose así en el primer rey los belgas.

“’Hereditario’ significa que el cargo real, tal como se describe en la Constitución, está destinado únicamente a un descendiente del primer rey de los belgas, Leopoldo I. Está obligado por la Constitución por encima de todas las demás consideraciones ideológicas y religiosas”, consigna el Almanach de Saxe Gotha en el capítulo destinado al reino de Bélgica y la genealogía de sus miembros.

El rey Balduino se había casado con la aristócrata española Fabiola de Mora y Aragón el 15 de diciembre de 1960, en una emocionante ceremonia en la que el pueblo español debutaba como espectador siguiéndola a través de las pantallas de sus televisores. El charme de la pareja cautivó al mundo entero; ella ataviada con un vestido del diseñador Balenciaga, sonreía con dulce serenidad.

 

Foto: Alicia Alzola de Durand caminando hacia la catedral junto con la reina Fabiola de Bélgica

La vida no fue para ellos precisamente un lecho de rosas, pero la unión en el matrimonio los llevó a superar las dificultades. “Todos los días de su vida, rezaron juntos, compartieron la Eucaristía juntos, incluso en países donde los organizadores de sus viajes oficiales, por ejemplo, en la URSS, tuvieron grandes dificultades para encontrarles una misa”, afirma Bernardette Chovelon, biógrafa y autora de “Balduino y Fabiola, el itinerario espiritual de una pareja”.

El sueño de tener una familia numerosa fue truncado cinco veces. En cada una de esas oportunidades, Fabiola vio cómo su anhelo de ser madre se esfumaba con la pérdida de sus embarazos, pero mientras mayores eran las adversidades, se agigantaban la fe y esperanza de ambos. Mientras tanto, además de sus labores en el reinado de Bélgica, bregaban con ahínco por los derechos de niños, ancianos, prostitutas y enfermos de sida a través de fundaciones que les brindaban asistencia y protección.

En el funeral del rey Balduino, las crónicas registraron a una exministra cuando se refirió a la defensa que la pareja real ejercía sobre los inmigrantes. También un médico alzó la voz para relatar el dolor de los enfermos de sida, pero el testimonio más desgarrador fue brindado por un periodista que leyó una carta de una filipina que, obligada a ejercer la prostitución por la fuerza, explicó cómo “el rey fue el único belga que la escuchó”.

 Los monarcas acudieron a Salta a dar cumplimiento a su promesa al Señor y a la Virgen del Milagro, de quienes habían oído hablar por los múltiples favores y gracias que derramaban en los fieles, aún alrededor del mundo. Los portentosos sucesos ocurridos en 1692 eran de dominio de la humanidad.

Ese día, Fabiola lucía un ligero tailleur floreado, acompañado de un collar de perlas de tres vueltas, un exquisito “pill box hat” y guantes haciendo juego. Todo era perfecto en la jornada donde el pueblo de Salta saludaba a los reyes de un lejano país europeo. La primera dama, Alicia Alzola Gardewez, que llevó su charme a la eternidad, no le iba en saga con su atuendo claro, completado con sombrero y guantes a tono.

 

Foto: Imágenes del casamiento de Fabiola y Balduino de Bélgica

A nueve meses de haber visitado el santuario del Señor y la Virgen del Milagro se produce el anuncio de que la reina Fabiola se encontraba en la dulce espera, más la alegría dio paso a la tristeza por la pérdida de este nuevo embarazo.

Quizás algunos se pregunten la razón por las que los santos patronos de Salta no concedieron a los reyes de Bélgica el deseo de tener ese sucesor que con tanto ahínco buscaban. Tal vez podamos encontrar la respuesta en una frase proferida por el mismísimo rey, acallando alguna que otra felonía que se echara a correr en tiempos pasados, propia de oscuros intereses políticos: “Nos hemos preguntado por el sentido de este sufrimiento: poco a poco hemos ido comprendiendo que nuestro corazón estaba así más libre para amar a todos los niños, absolutamente a todos”.

La historia dejó un lugar destacado para una pareja que cultivó los valores más allá de las tendencias de un mundo cada vez más convulsionado. El pueblo belga todavía recuerda la renuncia al trono por 36 horas por objeción de conciencia para no convalidar con su firma la ley de despenalización del aborto votada por el Parlamento en 1990.

Foto: Imágenes del casamiento de Fabiola y Balduino de Bélgica

“Los valores que practicó en vida bastarían para iniciar su causa de beatificación”, sostienen algunos testigos. Después de todo no sería el primer monarca católico ascendido a los altares de la Iglesia católica. Para despedirlo, la reina Fabiola trocó el tradicional negro por un luminoso blanco, símbolo de esperanza. Ella lo siguió tiempo después, un 5 de diciembre de 2014.

Vivir y morir no son más que dos caras de la misma moneda, la diferencia está en el valor de la misma; estas, sin dudas, se alzan para alcanzar el pináculo de la gloria.

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