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'Ahí tienen su río hondo”: el impresionante milagro de san Francisco Solano

El santoral recuerda hoy a san Francisco Solano, el santo amigo de los animales, que realizara grandes prodigios en América, incluyendo el norte argentino

'Ahí tienen su río hondo”: el impresionante milagro de san Francisco Solano
Por Redacción Voces Críticas
miércoles 24 de julio de 2019

SALTA.- (Por Carolina Mena Saravia para Voces Críticas) Su nombre completo era Francisco Sánchez Solano Jiménez. Nació en Montilla, Córdoba (España), el 10 de marzo de 1549. Es conocido como el Taumaturgo del Nuevo Mundo por su condición de realizar prodigios, milagros que despertaron la admiración de un pueblo que aguardaba la evangelización, tarea ardua realizada con inconmensurables sacrificios.Todavía se recuerda la frase: "Ahí tienen su río hondo", el impresionante milagro de san Francisco Solano.

Si bien comenzó su educación con los jesuitas, vistió finalmente los hábitos franciscanos desde los 20 años, ordenándose sacerdote en 1576. Su deseo permanente para ese entonces era ser destinado a las misiones al norte de África, espíritu aventurero que jamás dejó atrás.

Estando en Montilla, España, visitando a su madre y como consecuencia de la prolongación de su visita a causa de la peste, su cualidad de taumaturgo floreció, llenando de prodigios el poblado, curando enfermos milagrosamente. Su olor a santidad cundió por la comarca, y su rostro moreno y enjuto transmitía templanza, generando tal empatía con la gente que los lugareños parecían caer en un sopor hipnótico durante los coloquios.

Dueño de un anecdotario tan diverso como prolífico, san Francisco Solano supo cultivar el don de generar una especial comunicación con los animales, al igual que san Francisco de Asís. Los relatos de la época dan cuenta de una serpiente de gran tamaño que acechaba los cultivos. El santo la encontró, la amonestó y la envió al convento donde fue convenientemente alimentada, no volviendo jamás a sus andadas.

Su vida en América

En 1589 fue enviado a América. Luego de un extenso periplo por mar –con naufragio y riesgo de vida- y por tierra, llegó a los territorios de Salta y luego a Tucumán, recorriendo además otras zonas hasta Uruguay. Las conversiones se producían de a cientos. ¿Cuáles fueron sus armas? Un crucifijo, un rabel (instrumento similar al violín) y el don de lenguas (capacidad para hablar y comprender idiomas desconocidos). Cuando los indígenas lo recibían al grito de guerra, solo hacían falta unos minutos para que quedaran cautivados por su prédica y carisma.

 

 

 

Nada se resistía a sus encantos, ni un toro feroz que escapándose aterrorizó las calles del pueblo de San Miguel y ante las palabras de san Francisco Solano fue conducido mansamente al corral atado de la cuerda del hábito del santo. Tampoco lo hicieron las aguas, en Tucumán, a 3 km de la ciudad de Trancas, todavía se puede contemplar el Pozo del Pescado, agua que el santo hizo brotar al son de su bastón para paliar la sequía reinante. Tampoco se resistió el tramo fluvial del río Dulce, hoy llamado río Hondo, en Santiago del Estero, donde se detuvo a orar el santo y las aguas crecidas bajaron una vez que levantara el cordón de su hábito franciscano, diciendo: “Ahí tienen su río hondo”.

Del suelo de esa ciudad brota solo agua caliente, más el único manantial de agua fría fue otorgado por san Francisco Solano, que la hizo surgir para que bebieran los antiguos pobladores de Río Hondo, hoy convertido en el parque temático Agua Santa.

Así fue la vida y milagro de este santo también nuestro, que quiso y predicó en nuestro territorio, venerado y adorado en masa por los primigenios habitantes de la región. Murió en Lima, un 14 de julio de 1610. Las campanas del convento de Loreto, en Sevilla, donde había estudiado Filosofía, tañeron solas a la hora de su deceso en un interminable adiós.

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