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POR RODOLFO LEANDRO PLAZA NAVAMUEL

Un pionero y fliántropo salteño: hace 170 años nació el coronel Wenceslao Plaza

Fundador del pueblo de Animaná, departamento de San Carlo en Salta, entregó parcelas de tierras a sus trabajadores entre los años 1875 y 1886, donde montó un importante molino harinero

Don Wenceslao Plaza
Por Redacción Voces Críticas
martes 29 de septiembre de 2020

SALTA (Por Rodolfo Leandro Plaza Navamuel) Se destacó como un próspero hacendado y auténtico pionero de la vitivinicultura argentina, gran filántropo y líder político. Había nacido en Cachi el 16 de septiembre de 1850, hijo del guerrero de la Independencia, Tte. Cnel. José Remigio de Lea y Plaza, miembro de una de las Casas que más hijos y fortunas aportó para procurar y consolidar los grandes principios de la Nación Argentina, participó en la Batalla de Salta, en Vilcapugio, Ayohuma y en numerosas acciones durante la gesta salteña, en la guerra del Brasil y como integrante del partido Unitario, en las guerras civiles argentinas.

Don Wenceslao fundó el pueblo de Animaná, Departamento de San Carlos, Salta entregando parcelas de tierras a sus trabajadores entre los años 1875 y 1886, donde montó un importante molino harinero, fabricando aquella “harina de San Carlos” famosa por su calidad y por lo mismo “la más exportada de toda la zona”.

Precursor de la vitivinicultura

Productor progresista, introdujo en los Valles Calchaquíes desde Chile el cultivo de las primeras cepas francesas en 1886, entre otras, la variedad tinta Malbec que desarrolló con éxito en su establecimiento La Perseverancia, en Animaná. El origen del Malbec en la provincia de Salta se debe pues, a su iniciativa. Su afán, hizo que trajera a Salta de sus viajes a Chile otras variedades francesas, como la Pinot (blanca y tinta), Cabernet Sauvignon, Barbera y Lorda o Tannat, propulsando además la implementación de un nuevo sistema de riego por canales que se venía utilizando exitosamente en Mendoza, en reemplazo del viejo sistema por anegamiento en tazas altas y cuadros, difundido en los Valles desde tiempos remotos. Rápidamente, aquellas vides que ingresan fuertemente de la mano de aquel pionero, se convierten a través de la vitivinicultura en motor de la economía, prosperidad y fuente de trabajo, extendiéndose a todo el Valle Calchaquí. Avances y cepas que también llevará su hijo don Virgilio, a su Estancia San Pedro de Yacochuya. Es, sin duda, a partir de esta acción pionera que se comienza a elaborar vino fino en la provincia, cuya producción, a principios del siglo XX, era considerada como la industria de mayor importancia.

Consiguió labrarse un verdadero latifundio territorial y económico, situación que lo convierte en uno de los hombres más acaudalados de los Valles Calchaquíes, región en aquellos años sumamente próspera en la provincia y en donde las familias tradicionales, a diferencia de las de otros puntos del país, eran muy florecientes económicamente debido a las buenas relaciones comerciales con los países colindantes como Bolivia y Chile, al espíritu progresista y esfuerzo personal de los protagonistas y sin olvidar las estrechas vinculaciones que se mantenían con la República del Perú, poderosa en oro, plata y productos de ultramar. Asimismo, como jefe político de la región y con el grado de coronel, en ocasión del conflicto limítrofe con Chile en 1895, fue nombrado por el gobernador Leguizamón, Comandante en Jefe de las Fuerzas Norte y Sur de la Guardia Nacional de los Valles Calchaquíes.

Su filantropía

Destaca la historiadora Teresa Cadena de Hessling que “a don Wenceslao no les fueron indiferentes las obras piadosas, entre otras no menos importantes, podemos mencionar que contribuyó con la Sociedad de Beneficencia cuando esta institución levantaba el Hospital Mixto del Señor del Milagro de la ciudad de Salta, y favoreció al sostenimiento del Hospital de Cafayate, además de colaborar con las hermanas franciscanas que se habían establecido en Salta por mediación del padre franciscano Rafael Gobelli”. Amigo personal del presbítero Julián Toscano, colaboró con la ampliación y refacción de la iglesia Nuestra Señora del Rosario de Cafayate, donando uno de los altares de estilo neogótico, el que pese a la costumbre de la época no se identificó con la placa familiar, pero trascendiendo el gesto como muestra de su abnegada y desinteresada magnanimidad.

Fundó también juntamente con Sigifredo Brachieri, un colegio de varones en Cafayate, donando dinero en efectivo, el terreno y la edificación para su funcionamiento; colaboró como síndico y aportando fondos de su peculio para el colegio de mujeres que fundó la recordada benefactora cafayateña Camila de la Quintana. Donó el terreno y el dinero para levantar una capilla dedicada a la Virgen del Valle, en el paraje de “Las Conchas”, Cafayate; pero su salud debilitada lo llevó a confiar la prosecución y conclusión de la obra a su hijo don Virgilio y a su nuera doña Lía Navamuel, quienes la concretaron con esmerada dedicación y ya terminada, fue bendecida en 1927. Resulta interesante recordar su valiosa contribución patrimonial al sostenimiento del Colegio del Huerto de la capital salteña. Inspirado asimismo por su interés en las manifestaciones culturales y el afán por la lectura, se vio impulsado a fundar con otros preocupados jóvenes de su tiempo el Club 20 de Febrero, animado en sus fines de esas inquietudes.

La epidemia de cólera

En estos tiempos de pandemia de coronavirus, cabe recordar que a fines de 1886 se desencadenó en las provincias de Tucumán y Salta una terrible epidemia de cólera morbus, detectándose en la ciudad de Salta al primer infectado el 25 de diciembre de ese año, y el 30 el segundo, mientras que el primer caso en San Carlos apareció el 5 de enero de 1887; se produjo una alarmante cantidad de enfermos y muertes, siendo la última población nombrada en la que más estragos ocasionó el mal. En Animaná, don Wenceslao Plaza que ya se había ganado el cariño y respeto de los vecinos, hizo una nueva demostración de generosidad sin alardes: atendió en silencio las necesidades que planteaba la epidemia con aportes de dinero, carretas para el transporte de víveres y remedios para los enfermos y sus familias, ocupándose también de los difuntos. Proveyó alimentos y cedió una casa de su propiedad situada frente a la plaza del pueblo de San Carlos, para que sirviera de hospital u otro fin que reclamara la atención de las víctimas del terrible flagelo (esta edificación existe actualmente y es conocida como la Casa de los Arcos). Además, previó medidas de higiene; aún sin ser médico ni profesional afín, montó una botica en su casa y ejerció exitosamente la farmacopea desafiando el contagio y la muerte.

 Enterados de estas acciones en los pueblos cercanos, acudieron centenares de infectados al centro hospitalario “gratuito” de San Carlos y desde allí don Wenceslao extendió su filantropía hasta la provincia de Tucumán, logrando de tal manera realizar una contribución fundamental para detener la peste en solo dos meses, es decir, el 9 de marzo de aquel año, según consigna la memoria ministerial del gobierno del doctor Martín Gabriel Güemes. La tradición de la zona recuerda que Plaza suministró a los contagiados, aguardiente de uva con tuna y prohibió a los habitantes comer frutas, que casualmente ese verano se había producido en abundancia y que debió ser tirada al río.

Como reconocimiento a su destacada abnegación en este trance, el gobierno de Martín Gabriel Güemes le extendió una medalla de plata con la leyenda “El Pueblo Agradecido”, un diploma de honor y varias otras distinciones otorgadas por la Sociedad de Beneficencia de Tucumán. Según refiere Cadena de Hessling, esa “provincia vecina recibió también por parte del ilustre salteño diversas obras de caridad”.

 Hombre de ideales y principios, preocupado por tantos problemas sociales y políticos que afligían a su país, juntamente con otros conocidos salteños se integró a las filas de la Unión Cívica Radical, convirtiéndose de tal manera en uno de sus fundadores en Salta, desechando “en toda oportunidad posiciones públicas a las que su destacada actuación le hacían merecedor. Jamás, por modestia y desinterés, aceptó formar parte de la administración pública”, pese a los innumerables ofrecimientos de altas candidaturas o escaños de ministerios o secretarías “prefirió en todo caso prestar otra clase de servicios en bien de sus semejantes y de su Patria”.

Casado con doña Adelaida Moreno del Corro, generosa benefactora de Animaná y Cafayate, que le dio cinco hijos. Falleció don Wenceslao en la ciudad de Salta el jueves 21 de noviembre de 1929, a los 79 años de edad, previo funeral en la iglesia San Francisco situada frente a su vivienda familiar; sus restos fueron trasladados al mausoleo que hizo construir en el cementerio de la Santa Cruz.

* Rodolfo Leandro Plaza Navamuel Historiador, diplomado universitario en genealogía y heráldica (USP-T). Presidente de la Federación Argentina de Genealogía y Heráldica. Presidente de la Academia Güemesiana del Instituto Güemesiano de Salta.

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