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POR FRANCO ALVARADO PARA VOCES CRÍTICAS

La Caldera… pero del “Diablo”

El intendente de La Caldera está sostenido por un grupo político que pretende continuar perpetuándose en el poder local

La Caldera. Fuente: Twitter
domingo 19 de julio de 2020

SALTA.- (Por Franco Alvarado para Voces Críticas) La situación en el municipio de La Caldera remeda el argumento del famoso film donde bajo la apacible vida de sus habitantes ocurrían tensiones que trataban de ocultarse, pero al final, la verdad estallaba mostrando el verdadero rostro de la cuestión.

Filmada en 1957, con las actuaciones de Lana Turner y gran elenco, la producción de la 20th Century Fox, presentaba un melodrama donde las frustraciones y la violencia se ocultaban bajo la tranquila apariencia de Peyton Place, una pequeña localidad de Nueva Inglaterra, cuya sociedad no estaba dispuesta a reconocer la irregular conducta de sus miembros. 

Era una crítica potente y eficaz a la doble moral de una sociedad que pretendía permanecer inalterable cuando los tiempos habían cambiado. Por supuesto, ninguna realidad puede permanecer inalterable y menos todavía cuando se trata de política, sobre todo en este tiempo y en esta Salta que debe prepararse para la pospandemia.

En La Caldera, pequeño pueblo de rica historia ancestral, un grupo de dirigentes pretende mantenerse en el poder  a pesar de que los acontecimientos se los van llevando por delante. Esta realidad quedó expuesta luego de que el novel, Diego Zumbay, accediera a la intendencia y a poco de andar decidiera dejar sin trabajo a seis empleados, la mayoría mujeres con niños y cuya única forma de subsistencia es ese magro sueldo

Los empleados despedidos que cuentan con más de diez años en sus puestos, fueron confirmados en sus contratos en el mes de noviembre del año pasado por el entonces intendente, Daniel Escalera. Asumido al cargo, Zumbay, decidió no renovarles sus contratos iniciando un proceso conflictivo que ya supera el mes sin solución.

En el camino, protestas, participación de los gremios, conciliación obligatoria, fueron el menú diario de un municipio que pasó a ser noticia por la falta de sensibilidad y de capacidad del intendente para resolver un tema que de fondo es administrativo. ¿Qué pasaría entonces si hubiera que decidir en casos de mayor gravedad entonces?

Sentado en sus siete –como se diría-, el intendente caldereño se ha negado a toda posibilidad de abrir un curso de diálogo o negociación, mientras en el pueblo los corrillos hablan de contrataciones de amigos y familiares por montos de cinco cifras

Mal asesorado, el intendente optó por una posición de fuerza, no asistiendo a la conciliación obligatoria y enviando a un funcionario a denunciar penalmente a los despedidos que ya desesperados se encadenaron a la reja de ingreso al Municipio: el resultado fue enviar la policía a reprimirlos. 

La actitud intransigente y necia del intendente ha producido una grieta en el pueblo de La Caldera entre quienes defienden la postura del hoy alcance que serían un reducido sector y quienes se dan cuenta de la realidad, ya que a la fecha no hubo ningún cambio sustancial, sino sólo publicaciones con posibilidades que nadie ve factibles de concretarse en los hechos. 

El intendente de La Caldera está sostenido por un grupo político que pretende continuar perpetuándose en el poder local aplicando las mismas prácticas del caudillismo mediante asistencialismo y “pan y circo”, no dejando que haya participación de nuevos actores,  principalmente jóvenes que desean ser protagonistas y competir; el famoso “trasvasamiento generacional” del que hablaba Perón, pero que ellos diciéndose “peronistas” no están dispuestos a aplicar. 

El conflicto de La Caldera ocurre porque no entienden la política y su cambio. Este conflicto se resolvería aplicando cualquiera de las herramientas políticas que hoy se utilizan en los municipios de ciudades más avanzadas. 

Los próximos días son decisivos para marcar la suerte de un municipio que se deberá inscribirse en la Nueva Normalidad o continuará siendo el coto de caza de unos cuantos. -

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