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La increíble relación entre la beata Laura Vicuña, Benjamín Vicuña y la Iglesia católica

Descendiente de una prestigiosa estirpe chilena, la beata Laura Vicuña es considerada la mártir protectora de la familia

Laura Vicuña. Fuente foto: Wikipedia

SALTA (Por Carolina Mena Saravia) Esta es la historia de Laura Vicuña, beata chilena, que transitó su vida en Argentina, su relación con el actor Benjamín Vicuña y la Iglesia católica. Nació un 5 de abril de 1891 en la capital de Chile, Santiago, y falleció en el sur argentino, en Junín de los Andes, el 22 de enero de 1904. Su corta vida de fe y confianza en Jesús, sumada al compromiso que adquirió desde niña la hicieron merecedora de la beatificación por parte de san Juan Pablo II en 1988.

Lo de la beata Laura Vicuña fue un camino de contratiempos constante. Era hija de don José Domingo Vicuña, militar y miembro de una familia muy reconocida del país trasandino, perteneciente al mismo tronco genealógico de la familia de Benjamín Vicuña. Su madre se llamaba Mercedes Pino y no gozaba de ponderación entre los miembros del linaje de su marido, por ser de distinta condición social.

 

El sino divino se hizo sentir desde el momento del nacimiento de Laura Vicuña, ya que la pila bautismal que la introdujo en la fe católica fue la misma en la que fue bautizada Juanita Fernández Solar, santa Teresa de Los Andes.

Las crisis políticas que asolaban Chile en ese momento sembraban confusión en la población y desataban enconos en los candidatos presidenciales y miembros de gobierno. Ahí estaban los Vicuña, inmersos en esta guerra civil, donde un pariente de su padre, Claudio Vicuña, por la facción del presidente José Manuel Balmaceda, fue elegido para continuar el mandato de este, pero se le impidió asumir. La persecución a la familia Vicuña le valió el destierro a José Domingo y su posterior muerte, luego del nacimiento de su segunda hija.

 

De Santiago de Chile a Junín de los Andes


Así las cosas, esta sufrida familia, cruzó los Andes y se estableció en Argentina. Mercedes Pino, madre de Laura Vicuña, había quedado en la más absoluta pobreza y con el estigma de un apellido muy cuestionado políticamente. Llegaron a Junín de los Andes y se establecieron en una estancia de la familia Fosbery, en la que Mercedes cumplía labores domésticas. Unos meses más tarde se mudaron a otra estancia de la familia Mora, donde el dueño, Manuel, aprovechándose de la situación de Mercedes la maltrataba, prometiéndole pagar los estudios de sus dos hijas, a cambio de que se convirtiera en su concubina.

Mercedes aceptó. Ese fue un periodo de felicidad en la vida de Laura, el colegio de la congregación salesiana le otorgaba paz. Pero las controversias no tardaron en aparecer cuando el dueño de la estancia donde vivían, Manuel Mora, quiso propasarse con ella. Ante la negativa reiterada, resolvió quitarles la manutención del colegio, hecho que la propia institución resolvió con altura y rapidez.


Su vida por la de su madre


“El tema de la conversión de su madre, que deje a ese señor con el cual vive, es una de las preocupaciones morales y cristianas más agudas que vivió Laura en sus últimos tres años de vida”- señala el escritor Ciro Brugna, autor de una reseña sobre su peregrinar en la tierra. Laura Vicuña decide ofrecer su vida a Dios a cambio de la salvación del alma de su madre y la de los pecadores a poco de tomar su primera comunión. Y así, el cielo, haciéndose eco de su pedido, comenzó su llamado a la eternidad. La salud de Laura Vicuña pronto comenzó a empeorar.

El padre Crestanello relata con minuciosidad este mojón de su vida: “Por ellos comulgaba muy a menudo, por ellos tenía puesta una intención especial en sus oraciones diarias. Con frecuencia invitaba a alguna de sus compañeras a rezar por su conversión, y a todos recomendaba que no se olvidaran de esos pobres desgraciados. ¡Nosotros somos niñas, y no tenemos como hacer otros actos de caridad, pero podemos rezar, comulgar y mortificarnos en sufragio de las ánimas del Purgatorio y por la conversión de los pecadores!”.

“Su personalidad se transforma paulatinamente en una personalidad de servicio, de amor a Dios, de disponibilidad a sus compañeras, concorde con su edad”, explica Brugna. Laura Vicuña, cuyo proceso de canonización se inició en 1950, murió en perfume de santidad el 22 de enero de 1904.

Su beatificación se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1988 por el papa San Juan Pablo II. Las inmediaciones del cerro Renca, en Santiago de Chile, cobijan su santuario de 30 hectáreas, con una capilla y salas de reunión. “Quiero, Jesús mío, amarte y servirte durante toda mi vida; por eso te ofrezco toda mi alma, mi corazón y todo mi ser”, fue una de sus frases más recordadas.

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