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EL SANTO DEL DÍA: POR CAROLINA MENA SARAVIA

San Blas, las gargantas y las cigüeñas: confluencias milagrosas

Es el protector de las gargantas y de los otorrinolaringólogos; su vida de fe le ayudó a sobrellevar una muerte brutal

San Blas, las gargantas y las cigüeñas: confluencias milagrosas
miércoles 03 de febrero de 2021

SALTA (Por Carolina Mena Saravia) El pueblo de Líjar, en Almería, España, está de fiesta. Como todos los 3 de febrero, celebra la memoria de su santo patrono, san Blas, el custodio de las gargantas. La bulla continúa la celebración iniciada el 2 de febrero, el día de la presentación de Jesús en el templo, conocido como Día de la Candelaria.

Blas de Sebaste, más conocido como san Blas, fue un obispo de la región de Armenia llamada Sebaste. Ejerció como médico y murió mártir en medio de cueles torturas. Popular como ninguno, Blas supo ganarse el cariño de los fieles, y hoy se lo conoce como el protector de las gargantas, así como también de los otorrinolaringólogos.

Su don de curación milagrosa se había extendido por toda la comarca, lo más curioso era que no había distingos entre devolverle la salud a las personas o hacerlo también con los animales. Cuentan los relatos que estos se acercaban movidos por un inexplicable instinto para que san Blas extendiera su mano y los curara, eso sí, no osaban molestarlo cuando el santo se encontraba dedicado a la oración, por tanto, esperaban pacientemente a la salida de la cueva donde se encontraba.

Fue justamente allí, donde encontró su destino final. Al llegar la persecución del gobernador de Capadocia -llamado Agrícola- a los cristianos de Sebaste, los soldados, buscando animales para sacrificar, encontraron algunos en la entrada de la gruta de san Blas. Allí el santo fue apresado y sometido a las torturas más ignominiosas que pueda dar cuenta la razón humana, por no haber renunciado a su fe a pesar de la influencia que ejercieron sobre su persona.

Ignominiosos tormentos

Primero fue ahogado en un lago, pero con la gracia de Dios, san Blas emergió de las profundidades y, caminando sobre el agua como alguna vez Cristo lo hizo en el lago de Genesaret, retó a viva voz a los soldados romanos para que en nombre de sus “dioses” hicieran lo mismo. Todos perecieron ahogados.

Por disposición de un ángel, san Blas regresó a tierra donde le esperaban torturas aún más abominables. Lo colgaron de un postre y lo descarnaron con rastrillos que se usaban para cardar. Por último, como golpe de gracia, fue decapitado.

Jamás se oyó grito o queja alguna por parte del santo. Murió como vivió, con la misma fidelidad a Cristo Jesús, asistido por la gracia de Dios.

Su fama se extendió por el mundo occidental y oriental, ya que en las iglesias de oriente se celebra su memoria en febrero, pero el día 11. San Blas es invocado en casos de ahogo, y la razón se remonta al episodio en que salvó a un niño de morir ahogado por unas espinas de pescado.

La ciudad de Lijar, en España, no es la única que recuerda al santo patrono de sus habitantes. No se conforma con celebrarlo en febrero, también lo hace el 29 de septiembre, evocando otra intervención del santo cuando libró a Lijar de la peste que estaba arrasando en los pueblos vecinos. Por ello, san Blas es sacado en procesión y antes de terminar y guardarlo bajo santo cobijo, la banda del pueblo entona sus acordes y la imagen del santo baila una danza de algarabía.

El rito de protección de san Blas consiste en la imposición de dos velas en forma de cruz por parte del sacerdote celebrante de la misa en su día. Como dato de color, san Blas es uno de los santos que más dichos y refranes populares registra. Uno de los más conocidos en España es el famoso “Por San Blas la cigüeña verás, y si no la vieres: año de nieves".

El sentido lo dan estas majestuosas aves que regresan desde África en los meses de febrero o marzo europeo anunciando el fin del invierno y adelantando mejores climas. El santo invita también a saborear sus famosos roscones, similares a los que se degustan en Reyes o Pascuas de Resurrección. San Blas, san Blas nuestras gargantas cuidarás, pues no se oyó nunca decir que desoirás a quienes invocan tu lealtad.

 

 

 

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