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Conmemoración

A un año de la muerte de Diego Maradona: Un país que aún añora su magia

El Astro del fútbol falleció a los 60 años el 25 de noviembre de 2020

A un año de la muerte de Diego Maradona: Un país que aún añora su magia
jueves 25 de noviembre de 2021

Hace un año exactamente que se fue, pero su magia todavía atraviesa a toda Argentina y a todo argentino. No importa si se trata de algunos más o menos futboleros, su partida de nuestro mundo implicó la inevitable despedida a nuestro propio Dios terrenal; así lo llamaban y así surgió el mito junto a sus mil versiones. Pero quizá, su cuasi deidad fue condicionada desde el principio por su simultánea condición de ser humano: A los 60 años, corazón y  pulmones dijeron basta, y esa noticia estremeció al mundo.

Estamos hablando de Diego Armando Maradona. El tan amado, odiado, cuestionado, admirado Maradona. El 25 de noviembre de 2020, el gran astro argentino abandonó nuestro mundo como consecuencia de “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada”, de acuerdo a lo determinado por la autopsia.

El 02 de noviembre de ese mismo año había sido internado en una clínica de La Plata por un cuadro de anemia y deshidratación, además su adicción al alcohol era un problema subyacente. Un día después y ante la dificultad de revertir ese cuadro, fue trasladado a un sanatorio de Olivos, donde fue intervenido quirúrgicamente por un un hematoma subdural, el proceso fue llevado a cabo por un grupo de especialistas liderados por el neurocirujano Leopoldo Luque.

Para alivio de su familia y la familia por extensión, es decir prácticamente todo un país, recibió el alta el 11 de noviembre y fue trasladado a la propiedad de un barrio privado para continuar su proceso de recuperación. Sin embargo, Maradona también sufría de depresión y su hígado se veía severamente comprometido por el abuso del alcohol a lo largo de sus últimos años, cuestiones que agravaron su situación de manera irreversible.

Finalmente, Diego Armando Maradona falleció el 25 de noviembre a las 13.07 horas. Y en tan sólo unos cuantos minutos después, la noticia recorría el país, inundaba los portales de comunicación -aún con incredulidad-, se colaba en conversaciones de whatsapp y en redes sociales, casi produciendo un estallido fatídico que se contenía ante la incertidumbre y la vacilación propias. No era sencillo aceptar su muerte, no había protocolos para afrontar un evento de estas características. 

Tocaba el momento del adiós, un adiós que se vio empañado ante la insistencia de un grupo de violentos de convertir su despedida en una batalla campal. Sin embargo, a un año de uno de los episodios más viscerales y tristes que registra la memoria colectiva argentina, la gambeta inmortal del Diego aún revolotea entre nosotros. Quizá su muerte, gloriosa o no, fue el capítulo final que lo terminó de convertir en un Dios, al menos para el resto de nosotros, que aún lo añoramos -y lloramos de tanto en tanto-. 

 

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