Llegaron las furgonetas: empaca Angela Kelly, ex asistente de la reina Isabel II, para irse a su nuevo hogar

 Después de haberle servido tantos años a la reina Isabel, de haberle curado cuando estaba en cama, y de haber compartido con ella muchas cosas, la ex asistente y modista de la difunta reina, Angela Kelly se va un poco decepcionada por el trato del rey, luego de haber servido por más de una década. 

Tanto era el buen trato de Angela Kelly para con la reina, que tenía permiso de usar sus zapatos y maquillaje. La ex asistente era más que una simple asistente y servidora real. Hay rumores que en Windsor, habían algunos que le tenían envidia por la posición que estaba alcanzando y los privilegios que llegó a tener. 

Pero poco después de la muerte de la reina Isabel II, Angela Kelly fue despedida y de paso, se le prohibió publicar un libro sobre su relación con la antigua realeza, informa VOCES CRÍTICAS. Esto a pesar de que Isabel II le había dado permiso de hacerlo para que se sustentara durante su vejez. 

El rey Carlos y Angela Kelly habían llegado a un acuerdo. Supuestamente, él le pidió que no escribiera nada a cambio de una casa en el norte de Inglaterra, en el distrito Peak. Más bien, se le impuso una orden de mordaza para que no divulgara nada. Sin embargo, la modista está feliz porque por lo menos va a estar más cerca de su familia. 

Angela recibe una casa por petición de la reina Isabel, de lo contrario, quedaría en la calle. Pero el trato de la monarquía británica hacia ella fue más allá. Le cortaron el teléfono, y cambiaron las cerraduras para que ella no tuviera acceso a esos lugares del palacio donde había vivido por más de 15 años. Debajo, los camiones de desalojo para mudar las pertenencias de la señora de Windsor al distrito Peak, al norte. 

En su cuenta de Instagram, Angela Kelly publicó una imagen con la cita: 'No importa cuán amable y generoso seas, eso no va a satisfacer nunca a un ingrato'. La ex trabajadora real había contado que incluso tenía tal confianza con la difunta que le masajeaba los pies. Aunque la curadora no podrá publicar libros ni memorias por orden del rey, se había convertido en la primera en haber obtenido un permiso para hacerlo.