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Día del periodista: el periodismo, hilo conductor de la República

Las plumas junto con las espadas fueron las primeras columnas de la libertad sudamericana

Día del periodista: el periodismo, hilo conductor de la República
miércoles 07 de junio de 2023

(Por Julio Casanova para Voces Críticas)Desde los albores de la Patria el periodismo ha sido la actividad que luego de los ejércitos más ha contribuido a la formación del país. Desde aquellas páginas que imprimiera Manuel Belgrano y más tarde Mariano Moreno hasta el día de hoy cuando la computadora resuelve el ejercicio de este oficio en segundos, las plumas junto con las espadas fueron las primeras columnas de la libertad sudamericana.

No habría existido -al menos entonces- un gobierno criollo sin el panfleto, sin la hoja furtiva que se repartía en aquella Buenos Aires, sin esa actividad clandestina y perseguida por los funcionarios reales. La imprenta fue la herramienta para distribuir las ideas de progreso y libertad y desde las cuales se diseñaron las políticas que se pensaban para un país que todavía era un sueño.

Combativo y combatiente, el periodismo acompañó la vida institucional de aquella Argentina incipiente, sembrando las semillas de civismo heredadas de la Revolución Francesa, combatiendo a los tiranos, ya fueran extranjeros, ya fueran propios. Porque el poder teme al periodismo libre, los autoritarios persiguen todo intento de libertad de expresión y así lo demuestra la historia.

La fuerza de aquellos espíritus superó todas las dificultades escribiendo aún desde el exilio si era necesario, pero jamás sin resignar esa lucha. Desde que los jesuitas trajeron la primera imprenta a la ciudad de Córdoba, el mundo intelectual cambió y comenzaron a producirse los primeros libros que hasta entonces eran importados, previo paso por la férrea censura de la Iglesia Católica y los funcionarios reales.

La producción propia de hojas con ideas liberales y revolucionarias significó el primer avance hacia la formación de una clase intelectual que desembocaría en los Padres intelectuales de la República con la talla de un Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, por nombrar sólo a los más destacados.

La sangre que se derramó en las guerras intestinas de los tiempos preconstitucionales se enjugaron con el papel de las publicaciones que miraban más allá de aquellos atrasos sociales; fueron los periodistas que pagaban el precio de creer en ese ideal de la libertad de expresión.

Durante el siglo XX el periodismo anticipó los procesos políticos y cambió su formato. Atrás quedó el periodista solitario inspirado en aquella imagen bucólica de un Mariano Moreno pensativo con la pluma en mano para fortalecerse en estructuras que hoy conocemos como grupos mediáticos. En ese tránsito, el periodista se convirtió en formador de opinión y a partir de allí la palabra tuvo precio, aquel que el poder le asignaba.

Esa circunstancia alcanza hasta el día de hoy cuando el debate central resulta de discutir sobre los límites de la ética en el uso de la palabra y el precio que tiene la misma. Pero no sólo ése es el problema que aqueja hoy al periodismo, también está el de la formación de quienes se autodefinen periodistas, pero tienen falencias gramaticales y de conocimiento.

Ocurre que la tecnología y su impronta del "cute and paste" han fomentado la construcción de la noticia fácil en perjuicio de la redacción y ello ha convergido en el deterioro de la calidad de los contenidos. La elaboración de noticias propias se reduce cada vez más concentrándose en los grandes medios mientras se observa un "facilismo" en aquellos que piensan que la velocidad de la noticia justifica la caída de la calidad.

En el mundo global hoy el ejercicio del periodismo exige una formación cada vez mayor porque ya no se trata de conocer sólo de dónde se viene, la historia y la política local, sino de tener una visión omnicomprensiva de la realidad mundial porque la historia se escribe y se transmite en tiempo real y aquello que sucede en el lado del orbe en pocos minutos quizá puede estar afectando la realidad local.

Otros tiempos, otros desafíos, otros medios de comunicación, pero más allá de todos los ribetes que pueda proponer una realidad tan dinámica, queda sólida, firme, incólume aquella vocación por decir, por publicar, por comunicar. Sin esta vocación no existe periodismo posible.

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