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POR ERNESTO BISCEGLIA

Día del Maestro: ¿Oda... o "Joda" al Maestro?

Jamás enseñar fue una tarea fácil, pero nunca tan complejo como en estos tiempos

Día del Maestro: ¿Oda... o "Joda" al Maestro?
Domingo Faustino Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento
lunes 11 de septiembre de 2023

SALTA (Por Por Ernesto Bisceglia) Desde aquel muy lejano "Ite, et docent" (Mt. 28: 29-20), la figura del Maestro concentró una cantidad de categorías y valores que hicieron de la noble profesión de enseñar un apostolado y de la escuela un templo.

Jamás enseñar fue una tarea fácil, pero nunca tan complejo como en estos tiempos donde el maestro se multiplica en funciones y vocaciones, cuando enseña, contiene, instruya y educa. Cuando es gestor y asistente social, cocinero..., padre y madre. Luego, ¿Qué es el instruir sino un acto de amor íntegro y profundo?

En los albores de la Patria, el primero en advertir estos dones y capacidades del Magisterio fue el General Manuel Belgrano, quien, cuando dispuso que su premio de cuarenta mil pesos otorgado por el gobierno central por sus triunfos en Tucumán y Salta fuera destinado a levantar escuelas, al redactar el "Reglamento" para las mismas (pieza insoslayable de leer), dice claramente y con énfasis de autoridad que: "El docente debe ganar lo mismo que un ministro", porque sin docente, obviamente, no habría ministro.

Esa importancia superlativa del maestro en la sociedad la subraya Belgrano al disponer que en los actos cívicos o públicos de cualquier índole, el maestro formara junto a las principales autoridades, pues ¡Era una autoridad principal!

Este país se consolidó en las aulas: Cuando Domingo Faustino Sarmiento, entonces presidente, ordenó el primer censo población durante los días 15, 16 y 17 de septiembre de 1869, y el resultado fue alarmante: el 78,2 % de la población -casi 8 de cada 10 habitantes del país- era semi analfabeta o analfabeta.

La respuesta de Sarmiento fue convocar a sus ministros y dictar una orden: ¡Escuelas, escuelas, escuelas! y hasta se importaron maestras. Y esa visión sarmientina se fraguó en 1874 cuando el presidente más progresista de esa época, el General Julio Argentino Roca, promulgó la Ley 1420, redactada sobre los resultados del Primer Congreso Pedagógico Internacional celebrado en 1882.

Esa Ley 1420 consolidó un país, con un modelo educativo que descolló en Sudamérica y sobrevivió un poco más de un siglo... El sistema educativo argentino, sus maestros, hicieron de la República Argentina un gran país.

Hoy yace todo sobre las cenizas de aquel Sistema que debía mejorarse, modernizarse según los cambios y adelantos, incorporar tecnología pero capacitando a los docentes, pero jamás debió ser destruido a los niveles en que hoy -y cuesta decirlo-, los mismos docentes bordean el semianalfabetismo tecnológico frente a educandos que manejan dispositivos que ellos ni siquiera conocen.

Con la caída en el respeto social al maestro cayeron también los Símbolos Patrios y esos Valores y Categorías que la docencia representaba en la sociedad.

Los discursos de este día llenan renglones de ideas ficticias en las que no creen ni siquiera quienes desde la función pública dicen honrar al maestro.

La reverencia que se le debía al docente se ha invertido y hoy los padres maltratan al educador en defensa de hijos que tienen un comportamiento de malandras.

Las aulas, antes nido de pensamientos libertarios, hoy apenas son corrales de contención temporal de las manadas de semianalfabetos que el sistema lanza a las calles cada año.

No habrá país posible sin una Reforma Educativa profunda, que devuelva al maestro su lugar como formador espiritual e intelectual de los niños, porque quien enseña primero debe hablar al corazón del educando y luego a su cerebro para poder formar así buenos ciudadanos.

Levantamos el homenaje mientras la memoria evoca a esas Maestras que nos iniciaran en las primeras letras dando testimonio de su pasión por la transmisión del conocimiento, aquellas que no llenaron horas ni cuadernos con letras y números sino nuestras almas haciendo verdad aquellas palabras de William Butler Yeats: "Educar no consiste en llenar un cubo, sino en encender un fuego".

Vamos por maestros que generen incendios en la sociedad

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