Ni en su ciudad natal ganó: Miguel Nanni quedó último y despojado de su banca en Diputados

(Por Franco Alvarado) La experiencia histórica demuestra que el filo de las boletas en una urna puede resultar tan letal como la cuchilla de una guillotina. El último domingo esas boletas decapitaron al hasta ahora diputado nacional, Miguel Nanni, quien con una habilidad poco común -quizás la única que demostró poseer- se mantuvo dos periodos en una banca nacional con el sólo provecho personal y de sus allegados porque los salteños no pueden decir que hayan avanzado en algo de su mano.

Lo que podría llamarse el "Efecto Nanni" revela que cierta cantidad de ciudadanos votan por inercia o por simpatía, que en el caso de Nanni habría que pensar que se trata de la misma empatía que provoca un simio en un zoológico al que se le tiran galletas, pero nada más. Porque de haber primado un criterio racional en los electores, Nanni, cuando mucho podría haber llegado a un solo mandato ya que las únicas características por las que se destacó fueron el liderar el ranking de ausentes a las sesiones y el de contarse entre los que menos proyectos presentaron. 

El caso de Miguel Nanni puede inscribirse entre aquellos de los políticos que no saben leer cómo se están produciendo los cambios de los tiempos y de qué manera la realidad se transforma de una manera tan dinámica que lo que hoy funciona quizás dentro de unas horas ya está superado. Nanni, corto de miras parece haber pensado que todo podía seguir igual y que rejuntando perdedores lograría un número que volviera a sentarlo en una banca del Congreso Nacional. 

Bien enseñan los libros de autoayuda que si uno se junta con dos o tres ganadores será uno de ellos, pero si lo hace con dos o tres perdedores, también será uno de ellos. 

Así, Nanni, eligió un comité de perdedores para armar su campaña y juntando los rezagos de las listas que Juntos por el Cambio propuso para Salta formó una troupe con varios ex PRO, de donde Inés Liendo se había apartado según se dice en malos términos con el cafayateño. Pero lo peor de todo el revoltijo que eligió Nanni, fue elegir como jefe de su campaña a un perdedor serial como Matías Posadas, quien por esos hechos inexplicables para la física moderna se mantuvo desafiando a la Ley de Gravedad, es decir, sin caer por su propio peso.

Los cerebros que aconsejaron a Miguel Nanni evidenciaron no tener ni la más mínima idea de lo que significa una ingeniería electoral moderna donde las redes sociales pueden mucho más que la tradicional caminata y el folleto-beso a discreción. Hoy las elecciones se ganan a distancia mediante Tik-Tok o WhatsApp, y aún así, ese contenido debe ser llamativo y no el superado formato de presentarse replicando conceptos vacíos desde un sillón. Los resultados están a la vista.

Obviamente, una mezcla letal de autismo político, ignorancia mediática y soberbia, le detonaron a Nanni sus aspiraciones de conservar la beca nacional por un periodo más. Esta derrota representa para el cafayateño y su equipo, así como para el sector de los radicales que lo apoyaron el final de su tiempo. Volver a trabajar en el terreno de lo privado o lograr algún contrato para sobrevivir es el destino, pero la vida pública no parece ser ya una opción viable.

Este resultado recuerdo el caso de aquel rey, Juan I de Inglaterra, quien hace como mil y pico de años atrás terminó perdiendo sus territorios por su ineptitud militar por lo que pasó a la historia como "Juan sin tierra". A Miguel Nanni le pasó lo mismo, demostró su ineptitud política y se quedó sin su territorio, Cafayate, donde ni sus coterráneos lo votaron. Colorín, colorado, la historia para Nanni, ha terminado. -