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POR CAROLINA MENA SARAVIA PARA VOCES CRÍTICAS

''La tierra en armas”, la historia poco recordada de Güemes

En una de las facetas poco conocidas de Juan Carlos Dávalos se encuentra la autoría de “La tierra en armas”, obra teatral que relata tramos de la vida del general Güemes y su emotiva despedida

''La tierra en armas”, la historia poco recordada de Güemes

SALTA.- El 17 de junio fue establecido como Día Nacional de la Libertad Latinoamericana por Ley 25173 para conmemorar el fallecimiento del héroe gaucho, el salteño que traspasó las fronteras de su provincia para obtener, finalmente, el merecido homenaje que el país le debía. Su mérito corresponde a haber defendido la frontera norte de los embates realistas en plena guerra por la independencia, permitiendo así al general José de San Martín emprender sus campañas libertadoras a Chile y más tarde a Perú.

Salta es Güemes, toda ella exhala el aroma aguerrido de la valentía de un héroe que no midió jamás la entrega a una causa y la fidelidad a sus gauchos, en un ejemplo de ascendencia e hidalguía digno de ser constantemente tenido en cuenta. Junio es Güemes, y Güemes es, sin lugar a dudas, Salta.

Al fervor popular y al clamor de generaciones tampoco fueron ajenos los poetas que nuestra tierra parió. Tal es el caso del célebre salteño Juan Carlos Dávalos y su poco conocida arista como dramaturgo, autor de la obra de teatro "La tierra en armas" junto a Ramón Serrano.

“En 1926, la compañía de Silvia Parodi pone en Salta ‘La tierra en armas’, escrita en colaboración con el actor y poeta Ramón Serrano. La obra había sido estrenada en Buenos Aires por la compañía de Camila Quiroga unos meses antes y su éxito había suscitado un homenaje local a Juan Carlos Dávalos y R. Serrano (Nueva Época 4/06/26)”, consigna Marcela Beatriz Sosa en su artículo “La Tierra en Armas de Dávalos Serrano (o las armas del teatro)”.

Afirma Sosa que los diarios de la época reportaron al ensayo de la obra como realizado “en presencia de Dávalos y que la puesta ‘fue un verdadero éxito, siendo presentado escenográficamente con notable fidelidad’”, conjeturando que fue ese éxito el que habría inspirado a la misma compañía para llevarla nuevamente a escena en 1928 cuando regresara a Salta. Asimismo, en 1950, “La tierra en armas” fue ejecutada a modo de cierre de los actos gubernamentales en homenaje al general José de San Martín. “A pesar del ‘interés de muchísimos espectadores [sic] que ya han comenzado a exteriorizar sus anhelos por ver la obra donde se desenvuelve la epopeya salteña conducida por nuestro Héroe máximo, el general Güemes’”, resalta Sosa en su detallado artículo.

Ulises Petit de Murat y Homero Manzi, en 1941, pretendieron llevar a cabo el rodaje de “La tierra en armas”, hecho que no pudo llevarse a cabo pero que finalmente el director Leopoldo Torre Nilsson logra concretar en 1971 con Alfredo Alcón y Norma Aleandro en los papeles estelares en su film “Güemes, la tierra en armas”. El guion estuvo a cargo de Leopoldo Torre Nilsson en colaboración con Ulyses Petit de Murat, Luis Pico Estrada y Beatriz Guido. Es gracias a esta cinta que Torre Nilsson fue candidato al Premio de Oro en el Festival de Cine Internacional de Moscú de 1971.

El legado de Juan Carlos Dávalos se atomiza en diferentes ítems que hacen al acervo cultural salteño, a la identidad más acabada del historial popular, una suerte de patrimonio tatuado en la reseña de la provincia y del país.

Esta identidad con los gauchos y el campo es lo que marca la obra de Dávalos, acercando posiciones con la obra de Ricardo Güiraldes, cuya simbiosis con la tierra lo asemeja al escritor salteño, como afirma María Beatriz Sosa, citando al insigne doctor, profesor y escritor Roberto García Pinto: “[...] Era uno de esos sucesivos finales de impregnación forastera y en que surgía la necesidad de volver a lo autóctono, al sentido de la tierra y al hombre indígena. Por varios conductos se planteaba una renovación de lo criollo y la búsqueda de una nueva expresión de los temas vernáculos”.

Contemplando la obra “La muerte de Güemes”, de Antonio Alice, viene a mi memoria “La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos”, de José de Madrazo, y la paradoja de ser la traición el arma homicida de ambos héroes. El clamor de justicia y el dolor devienen en el afán de adoración que brindan a su general moribundo los gauchos que rodean, a modo de despedida, su cuerpo sufriente. La traición fue su lanza, la enemiga artera de un arrojo sin límites. La pasión sin miramientos, la entrega sin medida son los condimentos esenciales que sazonan una vida como la del general Güemes, merecedor de un reconocimiento a nivel nacional tal como ya lo tiene en su provincia. El Panteón de las Glorias del Norte honra su memoria, hoy y siempre.

Por Carolina Mena Saravia para Voces Críticas

 

 

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