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EDITORIAL VOCES CRÍTICAS

Salta ¿sigue siendo la 'Capital de la Fe”?

Es necesario velar porque los valores que constituyen la identidad de un pueblo no sean desechados por la prédica de minorías

Salta ¿sigue siendo la 'Capital de la Fe”?
Por Redacción Voces Críticas
domingo 07 de octubre de 2018

En Salta la Iglesia Católica no sólo es una Institución fundamental sino además fundacional. Así lo demuestra el Acta Fundacional donde se describe el selecto cortejo de frailes que asistió a Hernando de Lerma en aquella jornada del 16 de Abril de 1582.

Así la Iglesia ha formado –y forma- parte inseparable de la historia de Salta, anudada aún más luego de los terremotos de 1692 que determinación un pacto de compromiso cívico-religioso por el cual la devoción al Señor y a la Virgen del Milagro es además de eclesial, una cuestión de Estado. 

Sin embargo, esa historia estuvo salpicada de sucesos donde los religiosos en general protagonizaron escándalos de toda índole. Desde peleas con gobernadores, estafas comerciales, amores indiscretos y fugas con señoras de la elite, hasta crímenes contra la honestidad sexual como se ha comprobado recientemente. 

La piedad católica dirá que “son hombres, falibles y pecadores”, es verdad, pero eso no disimula su condición de delincuentes cuando del caso se trate. El problema es que los delitos del hombre se confunden con las providencias de su ministerio. ¿Quién pierde entonces? La Iglesia Católica como institución, obviamente, pero también el pueblo quien se ve defraudado por sus pastores. 

Este es el momento donde los enemigos de la fe, de la tradición y de la cultura salteña aprovechan para hacer leña del árbol caído generando artículos infamantes, marchas de protesta, pintadas y tratando de introducir so pretexto de la necesidad de un cambio formas de pensamiento que son contrarias a la razón y a la fe de la salteñidad. 

Es preciso mantener siempre abierta una mentalidad de cambio, pero también es necesario velar porque los valores que constituyen la identidad de un pueblo no sean desechados por la prédica de minorías envalentonadas por políticas públicas que han demostrado el fracaso educativo, cultural y hasta económico de un país que se halla postergado. 

Hay que reclamar un abierto sinceramiento de la Iglesia Católica salteña, un “mea culpa” que corra los velos que tratan de ocultar los secretos pontificios y que son “vox populi”. Ese sinceramiento sería una actitud rectora que opondría un escudo al ataque de los violentos. Debe la jerarquía católica restañar las heridas producidas en el pueblo por la mala conducta de sus miembros para recuperar terreno de confianza y de prédica. 

La moderación y la verdad, son por lo tanto, dos condiciones imprescindibles que reclama la hora, todo en salvaguarda del espíritu que caracteriza al salteño y sus tradiciones, pero ahora con la necesidad de abrir un gran espacio a la tolerancia de las nuevas ideas para procurar una convivencia lo más pacífica posible. -

 

 

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