La motosierra cayó ahora sobre el general San Martín

Salta (Por Gregorio Caro Figueroa)El general San Martín “no fue el Padre de la Patria ni el Libertador de América”, motosierra en mano, disparó el economista Emilio Ocampo, hombre de confianza de Javier Milei quien dejará en sus manos el Banco Central.  Pero se lo confiará para "cerrarlo", aclaró Milei.

Ocampo no es un improvisado ni un intruso en el terreno de la investigación histórica. Aunque de prosa agresiva y, por momentos insultante, tampoco es panfletario. Es un raro caso de liberal intolerante, como también lo es Milei.

No se trata de condenar o descalificar en bloque a este economista e historiador. Uno de los méritos de Ocampo es haber diagnosticado el malestar de la Argentina no como una crisis, como erróneamente se lo caracteriza, sino como un largo y sostenido proceso de decadencia.

Si el diagnóstico no es el correcto, la terapia tampoco lo será. Hace diez años, tuvo razón Ocampo cuando señaló que, para comprender ese mal, se necesita la cooperación y el cruce de conocimientos y enfoques de diversas disciplinas.

La decadencia viene acompañada de la mediocridad, señaló. Es una mediocridad que "vive contenta de sí misma". Habría que añadir que viene de la mano, y también re alimenta, la corrupción a pequeña, mediana y gran escala. La condena explícita de la corrupción kirchnerista permanece ausente en la encendida retórica de Milei.

El liberalismo que pregona Milei en sus arengas electorales es una versión que reduce el liberalismo a rígidos esquemas económicos, relegando el componente ético de las ideas liberales.

De este modo, incurre en lo que Benedetto Croce llamó "liberismo", esto es, una versión parcial, economicista, extrema y ajena a los valores democráticos y republicanos.

El primer libro el joven Adam Smith fue "La teoría de los sentimientos morales". Es un error presentar a Adam Smith como "un profeta del capitalismo salvaje", señala el economista Carlos Rodríguez Braun.
Por "capitalismo salvaje", Rodríguez Braun entiende "un contexto económico meramente asignativo, un mercado sin justicia ni valores éticos, solo ordenado por el egoísmo".

A quien indignaría esa descripción es a Adam Smith "que fue ante todo un moralista, un admirador de la severidad estoica que se preocupó siempre por las normas que limitan y constriñen la conducta humana".
Ocampo relaciona nuestra decadencia con el populismo, con sus fantasías y sus políticas aplicadas por distintas vertientes del populismo en la Argentina. La versión más reciente, letal, corrupta y estrepitosamente fracasada, es el kirchnerismo.

Nacido en 1963, graduado economista por la Universidad de Buenos Aires en 1985, veinte años residente en los Estados Unidos e Inglaterra, Ocampo consultó colección de documentos sobre el pasado argentino en archivos de Francia, España, Estados Unidos, Brasil, Chile y Uruguay.
Los ataques de Ocampo a San Martín y a Bartolomé Mitre, su primer y más importante historiador, se explican -en parte- por su interés en rescatar del olvido y refutar las críticas a su directo antepasado, el general Carlos María de Alvear, adversario de San Martín, y Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, desde de enero de 1815, hasta abril de ese año.No me propongo aquí intervenir y, tampoco, referirme a la polémica entre historiadores que desataron sus declaraciones. Lo que Ocampo dijo sobre San Martín produjo un efecto parecido a los que desatan las bien calculadas y agresivas frases de Milei.

De lo que se trata aquí es demostrar la incoherencia de Ocampo no solo con las ideas liberales sino de poner en evidencia las contradicciones entre sus opiniones críticas sobre el uso de la historia como un instrumento "para organizar intelectualmente el odio": uso que Ocampo hace del mismo dogmatismo que rechaza.

Ocampo tiene en Juan Bautista Alberdi una de sus fuentes de información e inspiración más importante. ¿Cómo se compagina esta admiración por Alberdi con opiniones y anuncios de Milei que son la abierta negación del contenido republicano de la Constitución Nacional?
En su libro "La independencia argentina. De la fábula a la Historia" (2016), Ocampo cuestiona, con razón, el uso y abuso en la historia escrita de: la vanidad nacional y personal, del maniqueísmo, y de la paranoia que fomentan "el resentimiento, el chauvinismo y la xenofobia".
A esa condena sigue otra quizás más importante que aquellas. Ocampo rechaza en ese libro, por falsa y perniciosa, la creencia que prosperidad de los países sea consecuencia de "la intervención autoritaria y mesiánica de uno o más caudillos a lo lo largo del tiempo".

No son los hombres providenciales los que hacen milagros y que, con una imposición de manos, salvan a países en ruinas y, al hacerlo, ese milagro los convierten en ricos y prósperos, añade.

Las mejoras vienen de la mano de "las instituciones que promueven y preservan la libertad de sus ciudadanos". No nos sirve "una historia caudillesca que permanentemente nos induce a buscar líderes mesiánicos y luego, cuando los encontramos, someternos vergonzosamente a su autoritarismo".

La embestida de Ocampo contra San Martín tiene, cuando menos, diez años. Uno de los estímulos de su interés por la historia, que él mismo reconoce como "alegato", es un orgullo familiar herido por las criticas a su antepasado, el general Carlos María de Alvear, informa Clarín.

Hoy, travesuras de la historia y enredos políticos, colocan a Emilio Ocampo como una de las cabezas pensantes y actuantes más importantes del equipo de Javier Milei, cuyo mesianismo, "populismo liberal", agresivo y odiador es un raro y explícito ejemplo de personalismo providencialista.

Por esa puerta, tan seductora como falsa, no se sale de la decadencia.