Profesora o Licenciada

¡Campos de Soria/ donde parece que las voces suenan/ conmigo vais!

¡Colinas plateadas/ grises alcores/ cárdenas roquedas!

Antonio Machado

Licenciado o profesor en Letras. En la UBA aprobar todas las materias de la carrera en Letras lleva cinco años y luego de una tesis se obtiene el título de licenciado que no habilita a ejercer la docencia universitaria. Para ese cargo  es necesario ser profesor, ello conduce a cursar  dos años más donde las materias pedagógicas, más las prácticas Colegio Nacional Buenos Aires o Carlos Pellegrini son imprescindibles. Esas instituciones exigentes atemorizan porque los alumnos saben más que algunos profesores. Conclusión: según a quien me dirijo digo: profesora o licenciada porque la creencia de superioridad de ese título menor está instalada en la sociedad.

Cuando vivía en Barcelona como disponía de tiempo, decidí cursar el doctorado malogrado en la UBA por razones políticas.

Al inscribirme en la Universidad Central Barcelona tuve inconvenientes en el Ministerio de Educación de Madrid donde era imposible lograr la reválida porque desconocían la superioridad del título de profesora sobre licenciada. Después de un año de trámites pude obtenerlo.

En España, y sé que, en otros países europeos, reconocían solamente los títulos emitidos por universidades estatales argentinas. Las privadas quedaban excluidas.

A la carrera del doctorado en Filología Hispánica entramos centenares de alumnos de diferentes países. Recuerdo a compañeros de otras razas especialmente a marroquíes, hijos de nobles,

Durante el segundo año quedábamos muy pocos alumnos. Tanta era la bibliografía que debíamos leer y dar parte semanalmente que sólo sin trabajar era posible cumplir. Observé a Joan Guash. Tenía aspecto de pertenecer a una clase acomodada y era uno de los pocos compañeros que continuaban. Acordamos ayudarnos: él traducía la bibliografía en inglés y la correspondiente a francés e italiano, la hacía yo ayudada por mi marido.

Mi curiosidad me hizo preguntar a Joan cómo hacía para disponer de tanto tiempo.

Tengo mucho tiempo porque mi  trabajo me lo permite – me dijo. Al comprobar mi sorpresa, me aclaró:

Soy portero de un edificio y me permiten leer.

En cada viaje que realizaba a Buenos Aires, recibía encargos de la directora de estudios. Los realizaba con placer sin esperar las gratificaciones que luego recibí.

-No puedo tenerla como ayudante rentada, por ser extranjera,  a pesar de ser yo quien dispone del dinero para estos asuntos y usted hace lo que dos de mis ayudantes - me dijo la directora del doctorado. En compensación me envió a Soria para que grabara las reuniones del Congreso de la Real Academia Española. Escuchar a Manuel Alvar, Emilio Alarcos Llorach, Rafael Lapesa y Fernando Lázaro Carreter fue un lujo de los años 90.

Soria está al este de Castilla y León. Durante el viaje me sorprendió el camino con sus pronunciadas lomadas. Los paisajes aún permanecen intactos en mis recuerdos; a los costados del camino, sus sembradíos parecían que un pintor hubiera trazado figuras geométricas perfectas y pintadas con diferentes tonalidades de amarillo y verde. Entonces entendí los versos de Machado sobre los campos de Soria cuando subíamos y bajábamos las constantes elevaciones del camino donde el sol de la mañana hacía resplandecer aún más los trigales.

Otra vez Port Bou en escenario. El poeta “símbolo republicano”  considerado héroe nacional llegó ligero de equipaje huyendo del franquismo. Cruzó la frontera hacia Francia, pero no continuó el viaje  por su enfermedad en los bronquios producto del tabaquismo. Murió en una humilde pensión de Colliure. Envuelto en la bandera republicana fue enterrado en el cementerio francés donde las agencias de turismo promocionan la visita a su tumba.

Port Bou era el puerto fronterizo que soñaban alcanzar quienes huían del nazismo desde Alemania hacia Barcelona para luego llegar a América y los republicanos, asediados por Franco desde España intentando refugiarse en París.