Barrio Tres Cerritos: el presunto negociado de la Virgen del Cerro

SALTA (Redacción Voces Críticas) La polémica sigue girando en torno a la Virgen del Cerro, en Salta. En medio del escándalo por las denuncias de violencia de género contra el arzobispo, parece que están saliendo los trapitos al sol o que alguien los está extendiendo.

Ahora se dice que habría un presunto negociado que involucraría a la mujer de las apariciones, María Livia Galliano, al Santuario de la Virgen del Cerro y a la empresa Peregrinaciones Salta. Siguiendo esa teoría, su fidelidad estaría más de lado de la ambición que de la fe.

María Livia Galliano es la mujer que, desde 1990, dice que ve y escucha a la virgen. A partir de sus historias acerca de esas "apariciones", aumentó el número de peregrinos que llegaban al barrio Tres Cerritos para visitar el santuario de la virgen. 

De acuerdo a una investigación realizada por el periodista Franco Hessling en 2000, el esposo de Galliano habría conseguido que la familia Lacroze-Garat le donara 32 hectáreas, terreno que utilizaron para edificar el santuario.

Y así surgió la conexión entre ellos. Aquella familia que donó las tierras también es la dueña de Peregrinaciones Salta, la principal empresa dedicada a transportar a los fieles hasta el santuario de la Virgen del Cerro. Es decir, que el vínculo entre el terreno de Tres Cerritos y las familias Lacroze-Garat y Galliano jamás se rompió y sigue siendo de lo más fructífero.

Para entender la importancia del asunto hay que tener en cuenta dos cuestiones. Por un lado, la enorme cantidad de fieles que acude a ese lugar (alrededor de 15.000 en las grandes celebraciones). Por otro lado, el costo del servicio que ofrece Peregrinaciones Salta. 

Respecto a la agencia de transporte, según el medio local Salta12, ofrece peregrinaciones todas las semanas, en colectivo o en avión. El paquete del ómnibus incluye una noche de hotel y cuesta $17.300. El del avión incluye dos noches de hotel y vale $38.400. Ambos viajes incluyen los traslados dentro de Salta y al Santuario.  

Un negocio redondo en el que todas las partes funcionan como parte de un todo y obtienen prácticamente los mismos réditos. Cierra por todos lados, más teniendo en cuenta el poder de la fe, siempre convocante, que genera en los fieles vínculos casi irrompibles.