Mimessi tanguero: “El mismo barro todos manoseaos”

SALTA (Por Franco Alvarado para Voces Críticas) Decían los antiguos griegos que el hombre provenía del mar porque miraba a los delfines y admiraban la inteligencia de estos cetáceos. Desde aquellos lejanos días existe en el ser humano una tendencia a regresar al mar. De otra manera no se hubieran concebido las grandes empresas de lanzarse a las aguas para ver qué había más allá.

Claro, esto ha ocurrido en los lugares donde la inteligencia de los gobernantes destellaba y los hacía pensar en un futuro de grandeza, cosa que parece no haberse dado en la Argentina, que nunca salió a los mares, sino que recibió de los mares, de allí que se diga que “Los argentinos descienden de los barcos”.

El intendente de Tartagal, Mimessi, ya tiene acostumbrados a propios y extraños a jugar de “enfant terrible” jugando siempre al borde de la licitud. En esta oportunidad, Mimessi, que parece sentirse rodeado de un aura de impunidad se puso efectivamente al borde pero del río, pero a chapucear con amigos.

Tal vez haya que buscar en esas tendencias la explicación a la extraña afición del intendente de Tartagal, Mario René Mimessi, que al parecer siente una atracción por el mundo marino, a excepción de que en la tierra donde habita no existen seres acuáticos inteligentes con los cuales compararse, sino apenas algunas especies ictícolas que lo único que inspiran a Mimessi y a sus amigos es a prender el fuego y hacerlos a la parrilla, como él mismo muestra orgulloso en sus redes sociales.

Ahora bien, hallamos con cierta preocupación capturas fotográficas donde Mimessi renueva esta vocación de lanzarse al chapuceo pero en lugar de hacerlo donde hay seres marinos inteligentes, se introduce en el universo de los renacuajos: las orillas fangosas de los ríos.

En las dichas fotos se puede observar a Mimessi cual Jacques Yves Cousteau, doblando el lomo, sumergiendo la cabeza y dejando expuesta sus partes pudendas traseras tal como lo hacen los dichos renacuajos, etapa larvaria en el ciclo de vida de los batracios, conocidos vulgarmente como sapos.

Nada es al azar y Mario René Mimessi, precisamente, está en esa etapa de metaformosis entre lo que es y lo que quiere llegar a ser; para explicarlo mejor, hoy es un intendente con aspiraciones a ser algo más, como un vicegobernador, por ejemplo, pero como en aquellos extraños en que “natura non da y salamanca non presta”, no hay evolución posible y todo indica que quedaría en renacuajo nomás.

Cierto es que bajo ese imperio de pensamiento la “evolución” a Mimessi tampoco le conviene porque de renacuajo quedaría en batracio. Y para colmo de charco, tal como se ve en las fotos antes dichas.

Los griegos también dijeron que “la única verdad es la realidad” y ésta no se puede disimular. Tartagal en la era Mimessi es un pueblo no sólo “fantasma” como ya supiera decirlo el propio gobernador, Gustavo Sáenz, sino un verdadero “Cambalache” donde se mezclan las dádivas y los contratos con amigos, con algunos favores a mujeres que serían cortesanas del intendente, mientras hay rendiciones que no aparecen y calles intransitables.

Allí está el intendente Mimessi, en su estado natural al parecer, como una metáfora de su gobierno municipal sumergido en lodo. Nada sería que practique si acaso lo quiere la lucha libre en el fango, a ser que con su gestión después de casi tres años ha logrado hundir a todos los vecinos “en el mismo lodo y todos manoseaos”. Nunca Discépolo tuvo tanta razón.