Paul Walker: una vida multifacética, marcada por la humanidad y el talento

La aparición de Paul Walker en el trailer de Rápido y furioso 10 causó revuelo en las redes. Y es que él era el corazón de la franquicia que comenzó a protagonizar más de 20 años atrás. Y a pesar de su estrellato y su talento, siempre fue alguien que tendió a lo discreto. Era dueño de una humanidad inmensa que dio hermosos frutos a lo largo de su vida.

El intérprete de Brian O’Conner nació en el año 1973 en el seno de una familia con un interesante pasado. Su madre, Cheryl, había sido modelo mientras que su padre, Paul William, fue un boxeador profesional que salió campeón 2 veces en la categoría de Guantes de oro. Sin embargo, este se retiró a temprana edad, dedicándose a ser contratista de alcantarillados.

Pero tal vez quién más marcó la vida de Paul Walker fue su abuelo, conocido como “Irish” Billie Walker, sobreviviente de Pearl Harbor, piloto de pruebas de autos para Ford en la década del 60 y también boxeador profesional.

Los inicios multifacéticos

Fue rodeado de esta ascendencia que el actor se crió. Y esto no fue exactamente en el mayor de los lujos; la familia no tenía mucho dinero, por lo que luego de graduarse de la secundaria debió trabajar duramente para costearse sus estudios. Debido al pasado profesional de la madre como modelo, ella consiguió un lugar en aquella profesión.

Sin embargo, a Paul Walker nunca le gustó mucho el modelaje. Solo lo hizo para pagar una de sus grandes pasiones: la biología marina. Era un confeso admirador del explorador e investigador marino Jacques Costeau. Y llegó a recibirse de la Universidad, manteniendo la pasión por tal profesión a lo largo de toda su vida.

Pero no era una persona que se contentara con una única faceta. Desde pequeño amaba el mundo de la actuación. Sus primeros papeles datan de 1987, cuando tenía apenas 13 años. Así, y en paralelo a sus estudios, fue interpretando diferentes roles menores en series y películas. Pero fue recién en largometrajes como Frecuencia mortal, Azul exgtremo y Rescate en la Antártida que comenzó a asentarse en la industria.

El cine y el automovilismo

En el año 2001, recibió la oferta para un papel que lo volvería inmortal: Rápidos y furiosos, dirigida por Rob Cohen y escrita por David Ayer, Erik Bergquis y Gary Scott Thompson, a partir de una historia creada por él. La trama nació a raíz de un artículo de Ken Li en la revista “Racer X”, sobre las carreras callejeras en Nueva York. Y curiosamente, la película fue titulada igual que cierto film de clase B de Roger Corman del año 1955.

La película fue un éxito en taquilla y el intérprete estadounidense repitió su rol múltiples veces en la franquicia que se generó. Pero esa no terminaba de ser su única faceta, ni mucho menos, informa Voces críticas.

Precisamente, al actor le fascinaba el mundo automovilístico. Estaba muy inmerso en él, llegando a ser un coleccionista con más de 30 autos, entre los que se contaban una Ferrari 360, varios BMW, un Nissan Skyline, un Toyota Supra y un Porsche Carrera GT.

Pero no solo eso: llegó a ser piloto profesional y hasta formó una firma, AE Performance, dedicada a la manufacturacion de piezas de alto rendimiento para motores y la modificación de automóviles. Fue el dueño pero era notorio cómo trabajaba a la par de sus empleados cuando estaba lejos del set de filmación.

Una humanidad característica

Y es que la humildad era un rasgo inherente a él. Nunca se creyó una celebridad ni le gustaba mucho la idea de serlo. “Me gusta mi profesión, pero no me gusta la fama. Me gustaría levantarme un día y ser un desconocido: poder salir con mi hija, ir a una plaza y que no me molesten. Sería algo muy lindo”, relató en una entrevista.

Disfrutaba mucho de su vida familiar junto a su hija Meadow, a quien tuvo junto a Rebecca Soteros, con quien nunca contrajo matrimonio pero que siempre tuvieron una buena relación. Es más, hasta realizaba con ella viajes alrededor del mundo en sus propios autos.

Y su humanidad era tal que llegó a protagonizar verdaderos actos heroicos. Estuvo en Chile en el 2010 justo cuando el país fue sacudido por el histórico terremoto. Walker no lo dudó ni un instante y se subió en un avión para colaborar como un voluntario más. Fue gracias a esta acción que más tarde se nombró a una de las calles en honor a él.

Pero hubo también otro hecho similar: en el año 2004, ocurrió en Sri Lanka uno de los tsunamis más devastadores de la región. No solo donó económicamente a la causa, sino que trabajó junto a bomberos y demás voluntarios para asistir a las víctimas.

Un final trágico

Sin embargo, la vida del actor, piloto, modelo y biólogo marino llegó a su fin el 30 de noviembre del 2013 en California, a raíz de un fatal accidente automovilístico. Fueron muchas las investigaciones que se llevaron a cabo al respecto y lo que comenzó como una hipótesis del mal funcionamiento del Porsche, se determinó que el acontecimiento sucedió a causa de las altas velocidades que manejaba y que traspasaba el umbral permitido en aquella zona: 150 km/h.

Paul Walker murió a los 40 años en el asiento de acompañante del vehículo manejado por su amigo y piloto Roger Rodas. Y aparte de sus admiradores, quien mayor sufrió la tragedia fue su hija, Meadow. Inició acciones legales contra la empresa alemana, pero luego de las peripecias se llegó a un acuerdo que compensó aunque fuera economicamente a la hija del fallecido actor.

Un legado indeleble

El hecho ocurrió en el medio de la producción de “Rápido y furioso 7”, por lo que se tomó la decisión de pausarla de forma indefinida, hasta que luego de un tiempo se terminó optando por finalizarla, utilizando a los propios hermanos del protagonista de la película como dobles suyos y combinado con el uso de CGI para recrear su aspecto en las escenas que aun no había filmado. De esta forma, se terminó la película, que fue un claro homenaje al actor. Pero fue recién con la siguiente entrega que se esclarecieron los hechos del fin de su personaje.

Ahora, la franquicia que él comenzó está cerca de concluir y el alma del actor está más presente que nunca.