El abismo entre el rey Carlos III y la princesa Ana: las grandes diferencias en sus personalidades

La tradición de enormes diferencias de personalidades entre hermanos de la familia real británica es larga y extensa: los reyes Jorge VI y Eduardo VIII, la reina Isabel II y la princesa Margarita, el príncipe Guillermo y el príncipe Harry. Pero también sucedió entre otros dos hermanos: el actual rey Carlos III y la princesa Ana.

La mayoría de las veces la diferencia se manifestó en la forma de responsabilidad y correctitud por un lado y lo impulsivo y lo individualista por el otro. Pero eso no fue lo que ocurrió en el caso de los hijos de Isabel y Felipe.

Desde pequeño, Carlos III fue alguien muy sensible. Era alguien más dado a las artes y a la naturaleza que a la caza y el deporte, como hubiera querido su padre. Era víctima constante del bullying en varias de las instituciones a las que asistió, ataques de lo que él no se defendía; se mantenía impávido, informa Voces críticas.

Mientras, su hermana, la princesa Ana, demostró ser todo lo contrario. Ya desde pequeña supo tener un carácter muy fuerte. Le daba respuestas a su padre que su hermano jamás dio. Y pronto adquirió un verdadero gusto por la equitación. Esta se convirtió en su afición junto con las organizaciones benéficas.

Mientras que al sucesor de Isabel II le costaba mucho realizar varias tareas de la escuela, más que nada en el área lógica, así como la socialización con gran cantidad de compañeros, su hermana demostraba ser muy inteligente y segura de sí misma. Eran notoriamente diferentes.

Actualmente, la princesa Ana -quien en su momento fue la tercera en la línea de sucesión-, quedó ahora en el puesto número 16 de esta. Pero eso no le preocupa para nada. Nunca se mostró interesada en el ojo público, todo lo contrario. Y a pesar de las diferentes personalidades, se dice que ambos hermanos cuentan con una buena relación.