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POR GUILLERMO PASTORE

El Amor Eterno de Carmencita

El Amor Eterno de Carmencita
martes 04 de abril de 2023

SALTA (Por Guillermo Pastore) Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Carmencita Puch de Güemes.

En una entrevista a Federico Andahazi sobre las anécdotas de amoríos de los famosos de la Historia Argentina como ser Sarmiento, Mariquita Sánchez, Perón, Felicitas Guerrero y Lola Mora, lamenté hace un tiempo atrás, que Eddie Fite no haya contado la historia de amor de nuestro Defensor de la Patria, Martín Miguel de Güemes con su esposa, Margarita (o María) del Carmen Puch y Velarde, llamada “Carmencita”.

Nuestro Héroe Gaucho muchas veces ha sido denostado maliciosamente por los amores escandalosos que tuvo en su juventud con una viuda de la sociedad jujeña y con una mujer casada en Santiago del Estero. Y cuando nos referimos a la emboscada organizada por Barbarucho Valdez y una partida realista infiltrada en la ciudad cubierta por la oscuridad de la noche, que lo hiere de muerte con un tiro indigno para tan noble General, las lenguas emponzoñadas se hacen un festín morboso y despreciable distorsionando la Verdad que es única e irrefutable y fue que él estaba acudiendo a un encuentro con su hermana Macacha con fines no solo familiares sino tácticos ya que ella era una pieza fundamental del Estado Mayor de su ejército.

Pero volviendo a la memoria de su vida con Carmencita, el Instituto Guemesiano y muchos de los historiadores guardan registros de aquella bella relación que mantuvieron.

Se casaron cuando ella tenía 17 años y él varios más formando un hermoso hogar con tres hijos varones, Martín del Milagro era el mayor, Luis y el más chico llamado Ignacio. Las cartas y epístolas con las que se comunicaban en la distancia documentan un amor inconmensurable describiendo sus pasiones entremezcladas con el compromiso con la Patria y el bienestar de la familia. “Te voy a cubrir de besos cuando vuelva a verte” le decía Martín en una de éstas, y no es una única frase sino que una entre muchísimas en las que se prodigaban tanto amor. Es una lástima no recuperar o que no se publiquen más seguido esas cartas porque en la Historia de la Humanidad nos hablan de Napoleón con Josefina, de Marco Antonio con Cleopatra y de otras parejas famosas que nos hacen creer que eso es el verdadero Amor, cuando en realidad estaban haciendo un pacto político o manteniendo las apariencias.
Debemos difundir más aquellos escritos.

Antes de aquella emboscada fatal del 7 de Junio de 1821 en el tagarete del Tineo (hoy Avenida Belgrano de la ciudad de Salta) Carmencita no pudo volver a ver a su amado Martín. Ella y sus hijitos estaban protegidos en la hacienda familiar de Los Horcones. Él moría y la angustia era mayor por no volver a ver a su esposa. En un momento sentenció “ella vendrá conmigo y morirá de mi muerte como ha vivido de mi vida”. Pocas veces una premonición se cumplió como ésta. Al poco tiempo de morir Güemes la desgracia vuelve a caer sobre Carmen, su hijito Ignacio, de tan solo meses de edad fallece también. Según la escritora Mabel González Escobar, ella en señal de luto y de pena, se corta su hermosa cabellera rubia. Lo que hoy en día es una moda, para Carmen fue un pacto con la muerte. Se recluye en una habitación vestida de negro y con un velo que tapaba su hermoso rostro iluminado por los dos faroles azules de sus ojos. No se dejó convencer por nadie de que persistiera con su existencia terrenal. Se dejó morir en un oscuro rincón de la habitación, interrumpiendo su llanto solo para besar la frente de Martín hijo y de Luis. “Chiquitos, cuídense, cuiden a su abuelo y honren el nombre de su padre” fue el encargo que les hizo antes de morir.

Dejó de respirar un 3 de abril de 1822, a los pocos meses de enviudar, salió a buscar a Martín, no quiso abandonarlo ni en la muerte. Fue una mujer que siempre apoyó la gestión de su marido, en sus luchar políticas y militares además de las domésticas. Sufrió persecuciones y amenazas por ser su compañera, cuestiones que soportó estoicamente tan solo por amor.

Por eso no me vengan con relatos de correspondencias amorosas entre hombres y mujeres de la Historia que no se pueden comparar con éste. ¿Qué esposa siguió a su marido hasta en la muerte? o por lo menos ¿Qué mujer se enlutó de tal manera luego de enviudar que no pudo ser nunca más feliz? Hubo otras, muy pocas, y se me viene a la memoria Juana Azurduy con Padilla, su marido, o aquella enloquecida dama tucumana que robó la cabeza de su esposo de una estaca clavada en la plaza de Tucumán para dormir con ella en el lecho matrimonial hasta el día de su muerte, que fue el mismo en el que hicieron el macabro hallazgo sus familiares. En fin cosas que pasan muy raras veces pero que sí ocurren.

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