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Lo persigue una maldición

Tremenda maldición real: este es el oscuro destino de Juan Carlos I que la reina Sofía no puede creer

Desde su matrimonio todo ha sido un desastre y sin olvidarnos como fue su luna miel de encanto

Tremenda maldición real: este es el oscuro destino de Juan Carlos I que la reina Sofía no puede creer

El ex rey de España, Juan Carlos I, parece estar perseguido por una extraña maldición. El pasado domingo se cumplieron 61 años de su matrimonio con la reina Sofía en Atenas. La celebraron fue a bordo de un hermoso velero, el Creole, propiedad del multimillonario armador griego Stavros Niarchos. Fue en este lujoso barco donde pasaron la primera parte de su luna de miel, que duró seis meses. 

La boda fue un desastre, pero la noche no fue mucho mejor. Se cree que no consumaron su matrimonio como manda la tradición. A pesar de los lujos del barco, con una cabina tapizada de moqueta blanca y alfombras de ciervo, su luna de miel en el Creole no contribuyó a un comienzo apasionado de su unión. Unos días antes de la boda, Juan Carlos se fracturó la clavícula practicando karate con su cuñado Constantino. Aunque llevaba el brazo enyesado, se lo quitó para la boda. El yeso estaba tan ajustado que tuvo que ser arrancado a trozos, causándole un gran dolor.

Pasaron seis meses a bordo del conocido Creole, pero eso no ayudó a la pareja real a mejorar su situación. A pesar de que Onassis les ofreció navegar en el lujoso yate Christian, el barco en cuestión está considerado maldito. Es considerado el velero más hermoso del mundo, con una tripulación de 16 personas, incluido un chef italiano, y tiene seis camarotes con capacidad para 11 personas.

Su primer propietario, Alexander Smith Cochran, deseaba navegar en él antes de morir de tuberculosis. Necesitó tres intentos para romper una botella de champán contra el casco, algo que se considera un mal presagio. Además, los altos mástiles del yate le provocaron vértigo, por lo que no pudo navegar mucho más.

Posteriormente, fue adquirido por Maurice Pope, pero lo vendió a un noble británico que fue interceptado durante la Segunda Guerra Mundial para ser utilizado en operaciones de desactivación de minas en la costa escocesa. Perdió los mástiles y quedó varado hasta que un armador griego lo restauró. En 1970, la esposa del armador, Eugenia Livanos, falleció a bordo en circunstancias extrañas. La versión oficial sostiene que fue por sobredosis de barbitúricos, aunque hubo sospechas de asesinato. Informa Voces Criticas.

Después de ser vendido, se utilizó como buque escuela e incluso para la rehabilitación de jóvenes con adicciones. Años más tarde, Maurizio Gucci lo compró y lo restauró nuevamente, invirtiendo una importante fortuna. Sin embargo, Gucci fue asesinado por un sicario contratado por su expareja. Actualmente, el yate es propiedad de una de las hijas de Maurizio, quien lo conserva en honor a su padre. Está amarrado en las Islas Baleares y se puede alquilar, aunque solo está al alcance de unos pocos bolsillos adinerados. El precio del alquiler semanal ronda los 250.000 euros.

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