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POR CAROLINA MENA SARAVIA

25 de Mayo de 2021: Argentina, ser o no ser, esa es la cuestión

Al otro lado del océano, allá por 1604, en Inglaterra, el gran William Shakespeare ensayaba la diatriba del ser o no ser

25 de Mayo. Fuente: "Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810" de Pedro Subercaseaux
martes 25 de mayo de 2021

SALTA (Por Carolina Mena Saravia) Un nuevo 25 de Mayo golpea las puertas de este 2021. El confinamiento sanitario por la crisis del COVID-19 se encuentra nuevamente en plena vigencia, situación que vivimos también en esta misma fecha, pero un año atrás. Nada parece haber cambiado, salvo los ánimos exasperados de una población exhausta de medidas y descreída de los cantos de sirenas de un gobierno devaluado hasta el hartazgo, polarizado desde el Ejecutivo y a las puertas de un año electoral sombrío en el plano legislativo.

Nada parece diferenciar la actualidad de los convulsos tiempos políticos que se vivían allá por 1810. Con un España invadida por el ejército francés al mando del emperador francés Napoleón Bonaparte, que destituyó al rey Fernando VII y entronizó a su hermano José Bonaparte como José I.

Las noticias llegaban a Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, a través de un impreciso cuentagotas cronológico. Así, en territorio americano, treinta días transcurrieron hasta que se conoció la noticia del traspaso del poder de Carlos IV a su hijo Fernando VII, y otros tantos pasaron hasta que en confuso orden, la población se fue anoticiando de la caída de la Junta Central Suprema establecida en Sevilla, corolario de la invasión francesa a uno de los últimos reductos que permanecían bajo el dominio español.

El retraso en la información, la “inextricable maraña” formada por la convergencia de “noticias antiguas y recientes” fruto de la “desigual velocidad de las naves o su captura por los cruceros enemigos”, como explica Paul Groussac en su libro “Santiago de Liniers”, fueron pasto de las aves para las ideas que ya venían gestándose en los ánimos independentistas de los ciudadanos alimentados por las ideas liberales.

Un rey peninsular incapacitado para gobernar, el éxito de las rebeliones americanas surcadas por el cuestionamiento de la legitimidad de la constitución del Consejo de Regencia en la isla de León y el avance de los franceses en Cádiz terminaron por madurar el fruto que desde tiempo atrás rumiaban los ánimos rioplatenses. De hecho, las noticias que llegaban de España despertaban muestras de júbilo en la población, factor que no pasó por alto el entonces virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros y que lo llevó a publicar dichas noticias el día 17 de este mayo, aunque sin garantizar la veracidad de las mismas.

El resto es historia. Un cabildo abierto convocado para el día 22 de mayo que se extendió hasta la madrugada del día siguiente, con la exposición del obispo Benito Lue y Riega, que se promulgó a favor de mantener la autoridad del virrey Cisneros, y Juan José Castelli con su exposición sobre la legitimidad de que los derechos de soberanía volvieran al “pueblo de Buenos Aires” habida cuenta de la imposibilidad de Fernando VII para ejercer su autoridad.

Ante la afirmación del fiscal Manuel Villota, que sostenía la necesidad de la participación de las demás ciudades integrantes del Virreinato del Río de la Plata, arremete el siguiente orador, Juan José Paso, con el argumento magistral del rol de “hermana mayor” que debía ejercer la capital pudiendo dirimir la cuestión esa misma noche, para invitar luego “sin demora” a las restantes ciudades a que envíen sus representantes para conformar un gobierno permanente, como consigna Félix Luna en su “1810 y sus efectos. La Revolución”.

La votación de ese día arrojó la decisión de destituir al virrey Cisneros. El poder recaía transitoriamente en el Cabildo de Buenos Aires, y hasta tanto se nombrara una Junta de Gobierno se determinó que “se subrogue el mando Superior que tenía el virrey en el Exmo. Cabildo de la capital”. El 25 de mayo, el Cabildo claudica definitivamente su autoridad y acepta la formación de la nueva Junta que se compromete a gobernar en nombre del rey Fernando VII, integrada por Cornelio Saavedra como presidente; Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Juan José Castelli, Manuel Alberti, Juan Larrea y Domingo Matheu, como vocales, y como secretarios, Mariano Moreno y Juan José Paso.

Lejos de las diatribas sobre las cuestiones ideológicas que germinaron el Movimiento de Mayo -también llamado revolución, pese a carecer de elementos violentos como la definición de la palabra consigna-, los hechos que se suscitaron en la península española o la tradición filosófica, o bien las ideas revolucionarias francesas o estadounidenses, hoy nuestro sufrido país sigue en una senda bifurcada por sentimientos encontrados.

Tal como en mayo de 1810 ocurriera con saavedristas y morenistas, independentistas o republicanos, Argentina sufre el mal que como sino maldito la acompaña desde hace décadas. La cuestión del ser o no ser argentina hoy cobra una inusitada vigencia. Al otro lado del océano, allá por 1604, en Inglaterra, el gran William Shakespeare ensayaba la diatriba del ser o no ser, paradigma del relativismo griego, donde los sentidos que todo perciben, matizan las verdades según los ánimos particulares.

Ser argentinos pondera aires de esperanza, aún en un ámbito devastado por los egoísmos, el clientelismo, la corrupción y el populismo. Que este 25 de Mayo atice las cenizas de un sempiterno anhelo aletargado, el amor por un país que fue, es y se vislumbra grande.

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