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POR GLADYS A. COVIELLO PARA VOCES CRÍTICAS

La plaza san Felipe Neri

Plaza San Felipe de Neri. Fuente: Twitter
jueves 17 de junio de 2021

(POR GLADYS A. COVIELLO PARA VOCES CRÍTICAS) Deambulando por las callecitas embrujadoras del barrio gótico en Barcelona me gusta visitar ese extraño lugar donde existe un oratorio que le da nombre a la plaza y a la iglesia. Me cuesta escribir plaza, porque mi memoria reduce los cuadrados de cien por cien a los que estamos acostumbrados los argentinos. Debo cambiar el contenido del término puesto que aquí se denominan plazas a reducidos espacios, algunos de 20 metros cuadrados o más. Siempre me pierdo en ese laberinto fascinante, saco el plano de mi bolso y ubico la calle de la Llivreteria, entonces me oriento y llego hasta el tenebroso y vacío redondel con su silencio de muertos. Dentro de ese espacio reducido están los edificios nobles que albergan al Gremio de los Zapateros con su Museo del calzado y a su lado hay otra casa gremial, el Gremio de los caldereros ambos del siglo XVII. En el centro hay una pequeña fuente octogonal. Otro edificio notable es la iglesia de 1752 con su altar barroco donde periódicamente, los músicos ofrecen conciertos clásicos.

Me acerco hasta sus muros y siempre repito la misma acción: apoyo mi espalda contra la pared, me llevo la mano al corazón y pienso en aquéllos que murieron durante los años franquistas.

-Qué te hace suponer esas acciones- me pregunta José María.

Me aparto y señalo los orificios a determinada altura. Él no duda. Conoce que la imaginación acompaña mi mirada y atraviesa los mármoles que formulan hechos sin voces.

-Las balas apuntaban a los corazones –respondo.

 

Averiguo a mi fiel informante, Lola, la memoriosa portera de nuestro edificio. Le pregunto si esas perforaciones eran de balas y me asevera que por las noches descargaban camiones con prisioneros y, contra las paredes de la iglesia, los fusilaban. Era un lugar adecuado, un círculo con una sola entrada por la Baixada de Santa Eulalia y sin salida. Ninguna inscripción en esa pequeñísima plaza atestigua los hechos conservados en la memoria de la gente y testimonian las perforaciones en los muros. Ese espacio silencioso y ausente de gente,con una sola calle de entrada, era ideal para fusilamientos.

Además, más de 40 personas refugiadas en el subterráneo de la iglesia murieron como consecuencia de un atentado fascista en enero de 1938 lanzado desde un avión italiano. Franco permitía a Alemania e Italia que realizaran ejercicios aéreos como pruebas para la Segunda Guerra Mundial.

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