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20 DE JUNIO

El General Manuel Belgrano y su relación con Salta

manuel belgrano

SALTA (Editorial Voces Críticas) Sin duda que el territorio de la actual provincia de Salta fue el escenario privilegiado de las grandes Gestas que determinaron la consolidación de la idea de Libertad e Independencia proclamadas en Tucumán en 1816.

Y ello fue así porque los encuentros decisivos entre los ejércitos patriotas y los españoles tuvieron en esta geografía su desenlace, particularmente en el caso del General Manuel Belgrano que libró la decisiva Batalla del 20 de Febrero de 1813. Hay que pensar que si aquella jornada Belgrano perdía ante Juan Pio Tristan, nada hubiese detenido el avance de los realistas hasta Buenos Aires y la suerte del país hubiese sido distinta.

El General Belgrano llega a Salta en 1812 y toma inmediatamente dos decisiones que serán trascendentales para la historia: manda prender y expulsar de Salta nada menos que al primer obispo de la Diócesis de Salta, el Dr. Nicolás Videla del Pino, bajo la acusación de cruzar correspondencia con el general realista Goyeneche. Belgrano toma tan drástica determinación a instancias de comentarios porque como él lo reconocerá tiempo después “Jamás he visto tales cartas”. La cuestión es que la decisión del militar provocará una sede vacante que durará cuarenta años. Del Pino, detenido en Buenos Aires por más intentos que hizo de recuperar su silla apostólica, jamás pudo volver.

La otra decisión fue castigar al joven oficial Martín Miguel de Güemes por sus hábitos “donjuanescos” con mujeres al parecer casadas. Enviado a Santiago del Estero, Güemes prosiguió con esta conducta que a la faz de Belgrano resultaba escandalosa, con “una tal Juana Inguanzo”, dice la historia, mujer de un oficial. Ante tal conducta, Güemes fue a terminar con sus huesos a Buenos Aires y retornará recién en 1814 con el General José de San Martín. De allí que Güemes no estuviera presente ni en la Batalla de Tucumán ni menos en la de Salta.

Terminada la Batalla de los Campos de Castañares, Belgrano asistió al día siguiente a un solemne Te Deum junto con sus oficiales para dar gracias por el resultado a la iglesia de San Francisco, donando en ese momento el bronce de los cañones tomados al enemigo a los frailes franciscanos que fundieron en los patios del Convento la famosa “Campana de la Patria” que todavía cuelga en el campanil de 54 metros de altura –el más alto de Sudamérica- y que hasta hace unos años marcaba la hora del Ángelus a mediodía, hasta que en un descuido un campanero se apoyó en la campana mientras tañía partiéndola. Desde hace algunos años se llamó a silencio pero allí sigue con sus inscripciones que memoran para la posteridad su glorioso origen.

Cabe decir también en recuerdo de la nobleza que envolvía al corazón de Belgrano y del propio Güemes, que años más tarde, ambos Próceres sellarán una amistad profunda, revelada en las decenas de cartas que se cruzarán, donde expresiones como “Mi querido amigo…”, “Sepa Usted que le confío mi afecto…” y otras similares darán cuenta de que aquel episodio del extrañamiento a Buenos Aires había quedado en el olvido. Ferviente devoto de la Virgen, Belgrano en una de sus misivas le recomendará a Güemes: “No olvide, General, los escapularios de la Virgen para la tropa”. Y juntos sustanciarán un ejemplo de lealtad y cooperación en beneficio de la Causa de la Libertad.

Tal vez, por esas casualidades de la historia estos dos grandes hombres, junto con el General San Martín, hayan coincidido en esta Salta, donde los dos primeros dejarán la fecunda semilla del ejemplo de cuánto puede la nobleza de espíritu, la rectitud de procedimientos y al amor a la Patria.

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