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Misterios develados
Ésta es la inaudita información revelada del restaurante de Bad Bunny
El éxito musical del intérprete portorriqueño se ve acompañado por una reciente faceta de empresario culinario, y éste es el sugerente dato que se dio a conocer
Bad Bunny es uno de los músicos actuales más reconocidos a nivel mundial. Hits como “Me porto bonito” o “Tití me preguntó” cuentan con más de 1000 millones de reproducciones y en Spotify está actualmente catalogado como el artista número 13 más escuchado a nivel mundial, con más de 65 millones de oyentes mensuales.
Sin embargo, el músico portorriqueño también cuenta con otra faceta. Hace ya 1 año, en el 2022, comenzó con un nuevo proyecto: un restaurante. Éste se encuentra ubicado en la ciudad de Miami. El local cuenta con un menú que mezcla los cortes clásicos de carnes con gastronomía japonesa.
La nueva faceta de empresario culinario del artista fue apoyada por un socio suyo, David Grutman, y la fama del espacio coincidió con el lanzamiento del último álbum del músico: “Un verano sin ti”.
Sin embargo, el misterio de la propiedad de Bad Bunny se expande, más que nada por saber hasta qué punto sus precios son accesibles al público general. Y es que los valores de las comidas no se encuentran presentes en la página web. Pronto, salió a relucir este enigma y tal dato no se les escapó a las redes sociales, informa Voces críticas.
Una tiktoker española, “Aquí Sandra”, publicó un video en la plataforma, que incluye su visita al lugar y que ya cuenta con más de 13 millones de visitas. En él revela alguno de los precios impactantes.
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La influencer pidió diversos platos y los precios van desde 28 dólares por unas otras, 36 dólares por Dumplings de langosta, 34 dólares por arroz fruto con Wagyu y la exorbitante cifra e 105 dólares por un filete de wagyu, entre otras comidas. La cuenta terminó en un valor de un total de 370 dólares. Y eso que no se pidió uno de los platos más costosos: el filete de ojo de costilla wagyu, de nada más ni nada menos que 1200 dólares.
El intérprete de “Me porto bonito” claramente abrió las puertas de un local que no es apto para todo público. El lujo y las costosos alimentos serían para el público selecto que pueda pagar tales precios.
