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POR CAROLINA MENA SARAVIA PARA VOCES CRÍTICAS

Fue por lana y salió trasquilado: la polémica visita de Macri al Milagro en Salta

La visita de Macri al Señor y a la Virgen del Milagro distó mucho de ser la fiesta que vivió Salta cuando en los albores de 1965 los reyes de Bélgica, Balduino y Fabiola, visitaron la ciudad. Una de oro, otra de lata

Fue por lana y salió trasquilado: la polémica visita de Macri al Milagro en Salta
domingo 15 de septiembre de 2019

SALTA.- (Por Carolina Mena Saravia para Voces Críticas) Transcurrían tranquilas las horas del segundo día del triduo del Milagro. Peregrinos, turistas y salteños se aprestaban a vivir la fiesta entrañable para el ser salteño, que desde hace varios años reúne cada vez mayor cantidad de devotos, motivo por el cual hubo de mutar su ya tradicional recorrido desde el Monumento a Güemes hacia el Monumento 20 de Febrero.

Comenzó primero como un sopor que fue cobrando cada vez más fuerza avivado por los ecos periodísticos: “Viene Macri a Salta”, “Viene pero no participará de la procesión, solo asistirá a la misa”, eran las versiones que circulaban entre los azahares de la plaza 9 de Julio y el fervor religioso del rezo del último día de la novena al Señor y a la Virgen del Milagro. 

Tampoco se disimularon los humores políticos, pero no para ver quién saldría en la foto con el cascoteado presidente argentino, sino todo lo contrario, para ver como esquivaban este lastre que desprevenidamente se les echaba encima, como si con tan solo mirarlo pudieran quedar convertidos en estatuas de sal, como le ocurrió a Milagro, aquella habitante de la leyenda de Esteco durante los terremotos de 1692, que replicaron en la ciudad de Salta. A Juan Manuel Urtubey, que se despide de la procesión a los santos patronos salteños luego de 12 años de mandato, no le afectaría en demasía, según el análisis político que manejaba su círculo más estrecho: “inocuidad” era la palabra con que definían la situación, y la sensatez de que como gobernador debía acompañar la ceremonia en su rol de anfitrión.

El que sí tenía la cabellera revuelta (un tanto más que de costumbre) era el actual intendente y candidato a gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, al que desde el viernes vienen acribillando con carteles de sus fotos, abrazado junto a Macri, con la leyenda: “Sí se puede”. Del pasado no vuelve nadie, dicen, del ridículo tampoco. 

Todos pugnando por llegar minutos antes de la celebración eucarística. Macri ingresó por calle Mitre entre vítores y mensajes de aliento; Juan Manuel Urtubey arribó casi simultáneamente como también lo hizo Sáenz. Aunque la misa no fue presidida por el arzobispo de Salta, monseñor Cargnello, hizo su aparición finalizada la misma con un: "Quiero agradecer la presencia del señor Presidente y decirle lo siguiente”. Le recordó las palabras que él mismo pronunció a los argentinos, cuando “se había sentido golpeado y en el clima de ese golpe, voy a hablar de corazón a corazón, quiso venir aquí”, expresó, haciendo extensivo también su mensaje a los dirigentes que acompañaban ese momento.

Enrostrándole su slogan de campaña “Pobreza cero”, increpó al primer mandatario con la frase: “¿Qué puede decir Salta ahora? Le da rostros a la pobreza, desde hace unos años se nos ha regalado un fenómeno que son los peregrinos, que cada vez son más numerosos acá”. Para finalizar con un “por eso, Mauricio, has hablado de la pobreza, llevate el rostro de los pobres. Son dignos, son argentinos y son respetuosos y merecen que nos pongamos de rodilla delante de ellos. Vale para todos, hermano”. El cachetazo final tomó por sorpresa a más de un desprevenido. ¿Vedetismo de líder religioso? ¿Sinceridad bruta y arbitraria? Voces de la Iglesia hicieron oír su parecer sobre aquello que resulta una de las reglas más elementales del protocolo: el que recibe en su casa debe inexorablemente ser cordial con el invitado, y Cargnello, en este caso, distó mucho de serlo. 

Lo cierto es que en esta convulsionada Argentina fueron muchos los que pensaron que Macri acudía a visitar al Señor y a la Virgen del Milagro como estrategia de campaña, recordando con sorna que “no sabe ni siquiera persignarse”, cuando días atrás estuvo en Jujuy rindiendo culto nada menos que a la Pachamama junto al gobernador Morales. No hay nada de raro en estos tiempos de prostitución política en echar mano a un nuevo ardid, "la trata religiosa", sobre todo teniendo en cuenta que sus valores viraron de extremo a otro, cuando en el Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en Tucumán en 2016, se pronunció a viva voz a favor de la vida, para luego abrir sin reparos el debate del aborto, hecho que nadie antes se atrevió a realizar.
Las sospechas no se hicieron esperar: “¿Y a qué viene Macri, si no es creyente y nunca vino a esta fiesta?”, “A este no lo apedrean porque están en un celebración religiosa, solamente por eso”, “Sí a la vida, no al aborto”. El contrapunto lo ofrecían sus seguidores al grito de: “Sí, se puede”. Macri solo argumentó que llegó para rezar “como uno más para el futuro del país”. “¿Rezar?”,  se preguntaron algunos incrédulos. 

Resulta penoso que el Señor y la Virgen del Milagro, el tesoro salteño por excelencia, sean utilizados como caballitos de campaña. Señores, la fe es mucho más que eso; la religiosidad también. Nada es más caro y más sagrado para el salteño que esta fiesta, que se remonta al año 1692, cuando la tierra tembló para que el pueblo volviera al amor de Cristo. Hagamos pues nuestro pacto de fe en paz, sin artilugios ni conveniencias, sin vedetismos ni cálculos. Dios mira en lo profundo de nuestros corazones, todos debemos recordar que para él no hay secretos. Para nosotros, votantes exhaustos y hastiados de promesas, tampoco.

 

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