Manuel Merino no aguantó la crisis de Perú

Perú atraviesa una crítica situación institucional luego de que el parlamento destituyera al expresidente Martín Vizcarra por casos de corrupción y el posterior aviso de renuncia de quien asumiera como presidente interino, Manuel Merino. Aunque días atrás había anunciado que no dejaría el cargo pese a las protestas y presiones, las consecuencias de las mismas hicieron que cambiara su postura.

En la jornada de hoy, tras cinco días como máximo mandatario de aquel país, el exjefe del Parlamento anunció su renuncia luego de conocerse la muerte de dos jóvenes que habían participado de las protestas en su contra. "En este momento donde el país atraviesa una de las más grandes crisis políticas, quiero hacer de conocimiento a todo el país que presento mi renuncia irrevocable del cargo de presidente de la República e invoco a la paz y la unidad de todos los peruanos. Mi compromiso es con el Perú" expresó Merino.

Posteriormente, el funcionario manifestó que "fue un reto que acepté y no busqué. Desde antes que se produjera la vacancia hubo voces que pretendieron confundir al país diciendo que se estaba buscando sacar al Presidente de la República para postergar las elecciones e intentar que un grupo con mi participación busque perpetuarse en el poder".

La masiva manifestación que dejó como saldo las dos muertes, también arrojó decenas de heridos y al menos veinte desaparecidos tras el accionar de la policía Peruana. En otro pasaje de su mensaje, Manuel Merino también responsabilizó a ciertos grupos de jóvenes  por la situación que atraviesa Perú por estas horas: "Jóvenes tienen también a grupos interesados en producir caos y violencia. Ninguna salida a esta crisis debe realizarse fuera del marco legal y constitucional. Todos debemos defender la democracia". Además, hubo trece ministros de que tomaron el mismo camino que su conductor.  

Las principales protestas en contra del expresidente interino se llevaron a cabo en las ciudades de Los Andes y Amazonía. También hubo marchas en Lima, capital de aquel país. Para dispersar a los manifestantes, la policía utilizó gases lacrimógenos y pimienta lanzados desde un helicóptero. Además hubo una denuncia por parte de la Defensoría respecto del uso de balas de goma y perdigones por parte de las fuerzas.